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Él se resiste a pronunciarse, pero todos los dedos apuntan hacia su figura. Alberto Garzón guarda silencio mientras las posibilidades del político riojano de convertirse en ministro se disparan en las quinielas que se replican a pocos días de la virtual investidura de Pedro Sánchez. ... Perfilado el acuerdo que permitirá al dirigente socialista mantenerse en la Moncloa, el debate se concentra en cuál será el reparto de carteras entre el PSOE y Unidas Podemos. Cómo se materializará el equilibrio entre los dos principales socios y, a partir de ahí, quiénes llevarán las riendas de los departamentos en que finalmente se articule el Ejecutivo.
En el flanco de la coalición que comanda Pablo Iglesias se antojan pocas sorpresas. Entre el puñado de nombres que todas las fuentes manejan se repiten los de Irene Moreno y Pablo Echenique, Rafa Mayoral y Victoria Rosell, Juan López de Uralde y el del líder de IU. De confirmarse las previsiones, Alberto Garzón daría a La Rioja un ministro más de los contados que ha tenido a lo largo de la historia reciente.
A la mayúscula relevancia que ostentó Práxedes Mateo Sagasta entre finales del siglo XIX y los albores del XX se sumaron algunos próceres de relevancia como los cameranos Manuel Antonio García-Herreros o Claudio Antón de Luzuriaga, a los cuales siguieron otros referentes riojanos en los gobiernos de Madrid como los de Amós Salvador Rodrigáñez o Tirso Rodrigáñez Sagasta. Una denominación de origen que se antojaba como garantía de un trato más favorable hacia los intereses de la tierra propia. Desde entonces y hasta la época más reciente, el acento riojano en el Consejo de Ministros ha sido prácticamente anecdótico.
La primera referencia en ese catálogo a partir de la Transición es la de Salvador Sánchez-Terán. Nacido en Logroño en 1934 y destacado dirigente en la estructura orgánica de la UCD, el partido le designó como ministro de Transportes y Comunicaciones durante la legislatura constituyente, volviendo a ocupar después de manera fugaz otra cartera -Trabajo- entre mayo y septiembre de 1980.
La siguiente muesca riojana en el Ejecutivo nacional se hizo esperar dos años y llegó arropada por las siglas socialistas. Se trata de Javier Moscoso, también logroñés de nacimiento aunque con una fuerte vinculación con la localidad de Briones de donde procedían sus padres, a quien Felipe González le confió la cartera de Presidencia que ostentó entre diciembre de 1982 y julio de 1986.
Otro histórico dentro del PSOE de finales de los años 80 y principios de los 90 como fue Javier Sáenz Cosculluela completa (por ahora) la relación de ministros nacidos en la comunidad autónoma. Diputado nacional en cinco ocasiones consecutivas hasta dejar el escaño en 1996, Sáenz Cosculluela ejerció como ministro de Obras Públicas y Urbanismo en tres legislaturas diferentes, extendiendo sus responsabilidades en un área tan determinante desde el ejercicio 1985 hasta el 1991.
Alberto Garzón bien podría quebrar esa 'sequía' de ministros con raíces riojanas que se prolonga ya casi tres décadas. Nacido en el desaparecido Hospital San Millán de Logroño en 1985, el líder de IU no ha perdido en este tiempo el vínculo con La Rioja pese a haber vivido en Málaga. Su hilazón le une de manera especialmente intensa con Cenicero, el pueblo natal de su madre y donde conserva buena parte de la familia y los recuerdos de infancia. Tanto es así, que es la localidad donde recala periódicamente para descansar y la que eligió para celebrar su boda en agosto del 2017 a la que acudió en calidad de invitado alguien que también tiene en su mano ser ministro: Pablo Iglesias.
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