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Como ferviente incondicional del rock duro, Concha Andreu ha tapizado con los sones de AC&DC algunos de los mítines de la campaña que le llevará este jueves al Palacete. Tal vez porque uno de sus himnos más icónicos encarnaba el tipo de itinerario que ... pretendía hacer suyo: el largo camino hacia la cima. Como advertía el letrista, quien lo recorra deberá negociar con un rico arsenal de curvas y más curvas. En alguna de ellas observaría Andreu contratiempos sobrevenidos (por allí asomaba Raquel Romero), aunque el desenlace de su viaje final tiende a la felicidad, un destino muy pertinente ahora que con la nueva consejería creada a la medida de Podemos la dicha pasará a ser obligatoria entre los riojanos. Todo encaja ya. Luego de sus excursiones por tantas y tantas carreteras secundarias que parecían desviar a Andreu de su objetivo central, la candidata quiso darles esta mañana la razón a los creadores de aquella vieja canción: en efecto, ella es la estrella del escenario. Y, también en efecto, ha sido más duro de lo que parece. Porque todo camino, incluso el más feliz, puede ser duro y mezquino.
Aunque al final se haga la luz. A punto de coronar la cumbre, Andreu ha cumplido desde el atril con su promesa: un discurso más corto. A tono con la contención observada en el conjunto de la liturgia: incluso las ovaciones se han dosificado desde su bancada con un tono menos entusiasta que hace un mes. Apenas diez descargas de aplausos de menos a más, con la apoteosis de clausura mientras regresaba la aspirante a su escaño y los decibelios aspira al clímax cuando enfatizaba los mensajes dirigidos a proclamar la primacía del sector público en el nuevo tiempo que llega. Ahí se reconoce el PSOE. En las palabras en defensa de la educación y de la sanidad. Que servirían para construir la casa común de la izquierda en los próximos cuatro años si también esa mención emocionara con igual intensidad a sus socias. El apoyo de Henar Moreno se da por descontado, lo cual tiene algo de temerario. El cortejo de Romero exigirá perfeccionar las técnicas de seducción cada día, aunque la diputada de Podemos emitía desde su silla la clase de señales que permiten avanzar que también para ella ha llegado un nuevo tiempo.
Que ha inaugurado ingresando en el Parlamento más risueña que de costumbre, menos tensa. Aunque algunos protocolos se resisten a desaparecer: justo cuando alcanzaba el hemiciclo, donde aguardaba Andreu para cruzarse con ella y ser retratadas ambas para la fugaz posterioridad de este convulso estío, Mario Herrera ha aparecido para servirle de lazarillo. Ha interrumpido su paseo, la ha llevado al otro extremo del recinto para que saludara a sus fans que tienen plantado allí el campamento base y se fuera directa a su butaca. Carretera secundaria: no ha habido interactuación con la candidata socialista y no ha habido foto. Por unos segundos, Romero ha parecido desconcertada siguiendo los pasos del negociador en jefe, pero pronto se ha adaptado al rol que su partido exige ahora de ella: atender la intervención de Andreu con alguna cortesía superior a la exhibida hace un mes y, por ejemplo, desterrar el uso del móvil desde el escaño como estrategia de ninguneo. Hoy son buenas amigas aunque no lo pareciera mientras se aguantaba las ganas de aplaudir.
Sólo mediado el pleno le ha atacado un nuevo acceso telefónico, cuando ha empezado a lanzar mensajes a sus compañeros, a quienes buscaba con esa mirada que se le ha quedado desde los sucesos de julio: la mirada del náufrago. Un momento singular de la sesión, cuando se ha podido establecer alguna diferencia con el primer intento fallido de Andreu de coronarse como nueva jefa del Palacete. La electricidad ambiente, por ejemplo, era esta mañana inferior. De las tempestades de julio al sosiego de agosto. Del camino recto hacia la cumbre a esta otra ruta transitada por Andreu. A través de una carretera secundaria también se alcanza la cima aceptando que AC&DC tenía razón. Porque aunque a veces el espectáculo ofrecido este verano haya dado ganas de llorar, aunque tanta discusión ociosa envejezca a sus protagonistas, esa canción le ha sonado a Andreu a música celestial ejecutada por un grupo de querubines que (de momento) no cuentan con el concurso de Romero: su aplauso tendrá que ganarse para conquistar otra cima, la que acecha al término de la legislatura. La curva definitiva.
El jueves, si este martes Concha Andreu sale del Parlamento investida presidenta, tomará posesión en un acto singular por su escenario: la plaza del Parlamento a las doce del mediodía. En la Cámara están ya avanzados los preparativos para su organización, incluyendo el protocolo que exige la presencia de representantes del Gobierno de la Nación: hasta dos ministros acudieron a los actos análogos convocados recientemente en Aragón y Navarra para las tomas de posesión de los respectivos presidentes autonómicos. Y al día siguiente, viernes, está previsto que Andreu dé a aconocer a los integrantes de su nuevo Gobierno. Por caprichos del calendario, su primer acto como presidenta le llevará el sábado a Calahorra, que celebra el día grande de sus fiestas.
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