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Conrado Escobar, Beatriz Arráiz, José Ignacio Ceniceros y Pedro Sanz, de espaldas, situados frente a la tribuna durante la intervención de Gonzalo Capellán en la primera jornada del Debate sobre el Estado de la Región. Sonia Tercero
Opinión

Carmen, Jesús, Iñaki y Capellán

El mandatario, en el Debate sobre el Estado de la Región, recordaba este martes la banda sonora de La Rioja, apelaba al sentimiento patrio contra el pacto catalán y hacía una decena de anuncios de esos que, en ocasiones, se dan de bruces contra la hemeroteca

Carmen Nevot

Logroño

Martes, 3 de septiembre 2024, 18:08

Como cualquier inicio de curso, el de este martes en el Parlamento de La Rioja no ha sido muy diferente, salvo por la vaga sensación de que estaban comenzando por el final, por el examen global, en definitiva, por el Debate sobre el Estado de ... la Región que en la práctica es algo así como un recital de actuaciones, propósitos, anuncios y adelantos que, en ocasiones y con el tiempo –y no digo que este sea el caso–, se dan de bruces contra la hemeroteca.

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Por lo demás, el primer día de clase de sus señorías ha tenido los mismos ingredientes que los precedentes. Minutos antes de comenzar, los diputados e invitados se congregaban a las puertas del antiguo convento de la Merced. Una rápida puesta al día de chascarrillos y veraneos, y sin preliminares, casi como un aquí te pillo aquí te mato, el presidente de La Rioja, Gonzalo Capellán, desde el atril del hemiciclo, iniciaba una intervención que se preveía larga. 61 folios que abrían la veda a las porras. ¿Hablará dos horas? ¿Acaso tres? Los más afortunados fueron los que se decantaron por las tres. El mandatario comenzaba a las 11.00 y minutos antes de las 14.00 horas cerraba su discurso. Como colofón, los enfervorizados aplausos de la bancada azul y de su séquito de asesores. El resto, ni una mueca. Y todo ante los representantes de la mayoría de los ámbitos de la sociedad riojana. Alcaldes, líderes sindicales, presidente de la patronal, de los colegios profesionales y en un sitio preferente, frente a la tribuna, los expresidentes: Pedro Sanz y Ceniceros. No estaba ella, Concha Andreu, actual senadora y única mujer que ha ocupado el 'Palacete' en la historia de la comunidad. El pasado mes de junio renunció a su acta de diputada regional y Daniel Carrillo ocupa su asiento. Por lo demás, allí estaban todos, los mismos, los de siempre y en el mismo pupitre, los añosos y los novatos, estos últimos siempre son los menos, que la profesionalización de sus señorías imprimió a los escaños un atractivo rutilante difícilmente renunciable.

¿Pero qué ocurría en el transcurso de esos casi 180 minutos de intervención de Capellán? El mandatario comenzaba a lo grande, reclamando a la oposición –PSOE, Podemos-IU, y Vox– un pacto de región contra el acuerdo de financiación de Cataluña que tildó de «auténtico despropósito». Ofreció una visión profundamente pesimista de las consecuencias del pacto para investir a Salvador a Illa. «Jaque mate a la solidaridad, a la igualdad entre todos los españoles», «colosal pérdida de recursos para La Rioja y los riojanos». En definitiva, una hecatombe cuya envergadura analiza el Colegio de Economistas y cuyas conclusiones, decía, se conocerán en breve.

El primero de la decena de anuncios que el mandatario incluía en su discurso llegaba entonces: «Nada más terminar este debate les convocaré para concitar el mayor acuerdo social posible en defensa de una financiación justa para La Rioja y para los riojanos». En este punto parecía arengar con éxito a sus tropas, a la bancada azul, en el resto apenas despertaba fervor y eso que apelaba al sentimiento patrio, a la «banda sonora de La Rioja», a la que aludían Carmen, Jesús e Iñaki, en la mítica canción 'La Rioja existe / pero no es / Si nos unimos la hemos de hacer'. Estribillo que abonó la semilla del sentimiento autonomista durante la transición.

Finiquitado el capítulo catalán, el jefe del Ejecutivo comenzaba a trazar un retrato edulcorado de la región. Cambiaba el tono y con nula autocrítica empezaba a desgranar sus logros y los de su equipo. Cifras mastodónticas, porque todo lo que se desgrana en el Parlamento en la primera sesión del Debate del Estado de la Región es a lo grande, todo tiene cantidades descomunales y dimensiones catedralicias: 24,5 millones de euros para la reindustrialización riojana, 30 más para el emprendimiento, 13 para políticas activas, 55 para ayudas a los autónomos. La enumeración de logros fue larga y como remate llegaba el segundo anuncio: una nueva línea de ayudas directas de 2.000 euros por la compra de vehículos entre el 1 de octubre y finales de año. Queda por saber la letra pequeña.

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Poco a poco fueron llegando el resto de anuncios, algunos de gran calado, como el impuesto para las grandes infraestructuras de generación de energía eólica y fotovoltaica, el plan contra la exclusión financiera en los pequeños municipios, la mayor inversión pública para la mejora del equipamiento y material científico-tecnológico de la Universidad de La Rioja, y también en la UR, el inicio de los estudios de Medicina antes incluso de que a finales de 2027 esté construido el edificio de la facultad de Ciencias de la Salud. Y otros, no con tanta entidad, pero sí con un carácter práctico para los pueblos, como una línea de ayudas para que las localidades más pequeñas puedan contar con un centro de ocio.

Capellán apenas se salía del guión. Sólo lo hizo en un par de ocasiones. Una para alivio del alcalde de Nájera, allí presente, para anunciarle que podrá contar con un campo de fútbol con un césped decente, y otra, para meter el dedo en la llaga a la diputada socialista y exconsejera de Salud, María Somalo, a cuenta de las «heredadas» largas listas de espera para entrar en quirófano. El jefe del Ejecutivo mencionaba cada uno de los recursos empleados para acortar las demoras, pero poco o nada dijo de la saturada Atención Primaria.

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Antes de acabar, una de cal y otra de arena. Tendió la mano a la oposición y reprochó a Sánchez el trato a esta tierra. De nuevo fueron cuatro Carmen, Jesús, Iñaki... y Capellán.

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