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Carmen Calvo (Cabra, Córdoba, 1957) respira feminismo, pero feminismo «radical», el que «va a la raíz del asunto». Dice sentirse encantada de que la definan ... así desde que enarboló la bandera de una lucha que emprendió «a los 8 o 9 años, siendo la única hija entre varones». La también exvicepresidenta primera del Gobierno no esquiva ninguna pregunta, aunque desde su posición, al frente de un órgano al que se le presupone asepsia política, mide cada una de sus palabras. También lo hizo a lo largo de la entrevista que concedió a este diario con motivo de su visita, el pasado viernes, al Consejo Consultivo de La Rioja.
– Lleva poco más de un año presidiendo el órgano de consulta del Estado y en sus inicios le preocupaba el desconocimiento ciudadano de esta institución.
– El interés que tengo en que se conozca no es sólo porque el año que viene se cumplen 500 años y hay que celebrarlo y para celebrar algo tienes que conocer su historia y su existencia, sino por algo mucho más interesante: que el Consejo de Estado es lo que da garantía de calidad técnica a las leyes y a muchas de las decisiones que se toman en este país. Tengo interés en que la gente sepa que cuando una ley se dictamina en el Consejo de Estado hacemos un control previo de legalidad y constitucionalidad y puede que no te guste el contenido, pero tienes que estar tranquilo de que eso está bien hecho.
–¿Deberían ser vinculantes los dictámenes que emiten los órganos consultivos?
– Están bien así, pero por una razón muy simple, sólo faltaría que al Gobierno le pusiera bridas un órgano técnico, entonces ¿para qué las urnas?. El Gobierno tiene que tener los márgenes de desarrollo de su programa legislativo porque lo hemos elegido los ciudadanos. Los únicos que corrigen al Gobierno son el Constitucional, el Parlamento y las urnas.
– También hace un año presentó su libro 'Nosotras' en el que plantea el feminismo como la democracia del siglo XXI. ¿La irrupción de Trump y de políticas ultraconservadoras en Europa ponen en riesgo los avances hacia la igualdad?
–El feminismo es democracia en estado puro. Venimos de una discriminación histórica, desde que el mundo es mundo las mujeres no hemos accedido a la condición de ciudadanas, incluso personas. Canadá tiene una ley de 1929 en la que declaran oficialmente personas a las canadienses. El feminismo es la historia de las mujeres, la historia de más de la mitad de la humanidad. Soy feminista desde que tengo conciencia. Desde que tengo 8 o 9 años me doy cuenta de que soy chica y que hay cosas que ocurren a mi alrededor que son distintas para mí que para los chicos, para mis hermanos por ejemplo, que son varones todos. A partir de ahí entiendo que el sentido de mi vida será mi dignidad y me doy cuenta de que esa es la democracia y esa es mi condición de mujer feminista. Por eso, al feminismo, conforme va avanzando, alcanzando objetivos, se le va políticamente contestando. Cuando no teníamos ninguna capacidad de influir ni de proponer ni de batallar éramos una minoría, éramos radicales feministas. Siempre nos han llamado radicales. A mí me encanta que lo sigan haciendo porque vamos a la raíz del asunto.
– Hay líderes de formaciones políticas que llevan en su ADN el feminismo, me refiero a Íñigo Errejón y Juan Carlos Monedero, pero que luego están inmersos en investigaciones por acosos sexuales. ¿Cómo se entiende?
–El feminismo viene del principio de la igualdad y ahí no ha estado todo el mundo siempre. El movimiento feminista nace a partir de la existencia del estado moderno y allí no estuvo todo el mundo. Por supuesto la derecha no, pero toda la izquierda tampoco. El patriarcado lo abarca todo, todas las clases sociales, todas las posiciones ideológicas. Abarca incluso a mujeres que no sostienen esta lucha, pero es que la vida es así, las mujeres no somos todas iguales ni pensamos todas igual. Hay mujeres que no están en esta lucha, igual que hay obreros muy de derechas que casi están en contra de sus propios intereses. Lo que importa es que desde hace dos siglos las mujeres estamos organizadas y todos los logros que hemos conseguido, los hemos conseguido gracias a las feministas que han estado en la primera línea de combate pidiendo la interrupción del embarazo, la igualad en el trabajo, la desaparición de las discriminaciones, la propuesta de leyes de igualdad. Hemos avanzado porque las mujeres estamos organizadas. ¿Todas? No, hombre, no, porque todas no pensamos igual, pero las feministas sí, hemos trabajado colectivamente hace más de 200 años. El feminismo no es de ayer ni se lo puede arrogar cualquiera que pase por la puerta y diga me voy a hacer feminista ahora.
– ¿Errejón y Monedero estarían en ese patriarcado?
– Evidentemente, me da igual las ideas políticas que tengan. Hay hombres que no acaban de entender que los grandes cambios que trae el mundo democrático afectan a la vida personal. No puedes tener comportamientos afectivo-sexuales impropios de una relación igualitaria y respetuosa. Queda mucho camino por andar si no, la violencia no existiría y existe y crece incluso, no decrece y no se salva ninguna cultura de esa violencia. Significa que nos queda mucho para que la sociedad en general entienda lo que somos las mujeres. En el ámbito del poder político las españolas y el resto no hemos hecho más que empezar, por eso proponemos lista cremallera, democracia paritaria, leyes de igualdad para ir más rápido y forzar la máquina, porque la máquina es incoherente, contradictoria.
– Cada vez son más los casos de manadas que abusan de mujeres y, además, a edades cada vez más tempranas ¿qué está ocurriendo?
– Hay muchas cosas que ocurren porque avanzamos. Cuando la demoscopia te dice que muchos varones jóvenes son machistas, también te dice que ideológicamente son fascistas. Verde y con asas, ¿no? Cuando no aceptas la democracia, desde luego no vas a aceptar que si eres heterosexual tu pareja sea igual que tú y le vas a demandar comportamientos que te interesan a ti, que son privilegios injustos, abusos. Así hemos estado toda la vida y antes ni se hablaba, ni se afeaba ni se denunciaba, ni era delito, ni combatíamos. ¿Dónde estamos ahora para no perder la perspectiva? Enfocando el problema, denunciándolo, denostándolo, juridificando esos comportamientos. A las mujeres las han apaleado, maltratado, asesinado, violado normal y cotidianamente a lo largo de los siglos. El cambio es que ahora es delito, denunciable, no perdamos la perspectiva histórica, porque si la perdemos nos desanimamos. No es mi caso, no pienso desanimarme ni un segundo.
– El incremento del gasto en Defensa en más de 10.000 millones de euros ha provocado una crisis en el Gobierno de coalición entre PSOE y Sumar y además, la decisión de que no sea necesario el aval del Congreso ha desatado la crítica prácticamente unánime de la oposición. ¿Entiende las críticas?
– No entro en los debates políticos porque presido un órgano en el que tenemos que estar en la neutralidad para poder dictaminar, pero lo que es cierto es que no es un asunto de España. El tema está en el mundo entero y más allá de lo que se diga en el debates español, lo cierto es que están cambiando las reglas del tablero y las cambian las grandes potencias, la política norteamericana, que sigue siendo la primera potencia económica del mundo y eso está obligando en general a Europa. Alemania, por primera vez ha modificado hasta su constitución para invertir en defensa. Pongo este ejemplo porque no entro en los debates de la política nacional para que en este país seamos conscientes de que es un asunto que está ahora mismo conmoviendo cimientos de casi todos los estados. Tengo la sensación de que todos estos movimientos, en el ánimo de todo el mundo, incluido EE UU, seguramente serán preventivos, en el sentido de mirémonos todos para que no pase nada. Esta es la idea que saco de lo que observo y veo en la prensa internacional, pero repito, no es un asunto exclusivamente español, aunque en España se tenga que mantener la posición que se quiera mantener. Cada quien que tenga la que quiera.
– ¿Entiende que en España un incremento tan elevado esquive el debate parlamentario?
– No conozco ningún Gobierno a lo largo de 46 años de democracia que se haya saltado ninguna norma de obligación en sus decisiones. Este Gobierno, como cualquier otro, conoce perfectamente cuáles son sus márgenes de movimiento, lo que es obligatorio en el espacio de relación de los dos poderes, legislativo y ejecutivo, y lo que no. Ahí no entro, pero en cualquier caso, deduzco que este Gobierno, como cualquier otro, sabe perfectamente en qué espacio se mueve. ¿Que lo puedas criticar políticamente? Bien, forma parte de la vida. Lo importante es que el debate sea político, que no confundamos a los ciudadanos con debates técnicos para los que evidentemente no tienen armas para saber si es verdad o mentira lo que les están diciendo. Si dices: discrepo de este gasto en defensa, yo no lo haría y doy las razones de por qué, eso es una posición política y puedes decir que estás en la contraria. Lo que no le puedes decir a los ciudadanos que esto tiene que pasar por el Congreso porque el ciudadano no sabe si tiene que pasar o no, dile al ciudadano no tiene que pasar pero me gustaría que pasara, porque eso son dos cosas muy diferentes, es lo que puedo decir como presidenta del Consejo de Estado. Lo que no me gusta ni me parece bueno ni honesto es que confundamos a los ciudadanos en la mezcla de lo que es político y es técnico. Digámoslo a la gente con limpieza y luego que cada quien piense lo que quiera de los 10.000 millones del rearme.
– En los últimos años han arreciado los ataques a las instituciones, se deslegitiman sus decisiones. Por ejemplo, aunque luego se disculpó, la vicepresidenta María Jesús Montero criticó la sentencia absolutoria de Dani Alves.
– Cuando eres un cargo público no eres tú, sólo tú, eres lo que representas también y en ese sentido llevamos muchos años con demasiada tensión. Yo que no esquivo nunca las preguntas, a mí esa sentencia no me gusta, tengo todo el derecho del mundo a decirlo. A mí no me gusta porque creo que nuestros tribunales deberían de seguir avanzando en una combinatoria equilibrada entre el derecho fundamental, la presunción de inocencia y la protección de las víctimas. A mí la sentencia no me gusta y tengo derecho a decirlo, pero el estado de derecho me obliga a que las sentencias se cumplen y se acatan. Claro que hay que defender la presunción de inocencia, claro que hay que defenderla, pero muchas sentencias lo que hacen es declarar la culpabilidad, no la inocencia, a ver si ahora con la presunción de inocencia no íbamos a poder opinar. No sé en qué terminará, todavía hay que esperar a que se pronuncie el Supremo, que es quien cierra doctrina, pero los ciudadanos tenemos derecho a opinar sobre lo que hace el Parlamento, el Gobierno y los tribunales también.
–Desde muchos frentes se critica lo que llaman judicialización de la política por casos como el del fiscal general del Estado, el de la mujer del presidente, Begoña Gómez, y la pareja de Isabel Díaz Ayuso. ¿Se abusa?
– En la democracia los poderes y los cargos públicos están sometidos a control y hay delitos que están agravados en los cargos públicos. Si eres un ciudadano normal tendrías una reacción sancionadora menor que si eres cargo público y está bien que sea así porque tenemos otra responsabilidad. Ahí hay un camino que no diré quién lo abrió, pero hay un partido que llevaba todo a los tribunales continuamente. Abrió un camino que consistía en que lo que no puedes en la política lo tienes que llevar a un debate falsamente técnico. Confundir en el debate con lo técnico es la previa para luego tener la política judicializada en exceso. Abusar de ello no es una buena idea porque, como le decía antes, a los ciudadanos los puedes llevar a la confusión. La falta de educación, el destruyo pero no propongo y confundo lo técnico con lo político se hace y lo que me preocupa a mí de toda esa cadena de comportamiento es si quien lo hace o quienes lo hacen tienen un plan absolutamente antidemocrático porque quien es demócrata por carácter sabe cuáles son las reglas del juego.
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