Cáritas atendió el año pasado a mil familias riojanas en riesgo de perder su techo

«Se estima que en nuestra comunidad autónoma hay cerca de trescientas personas sin hogar, una cifra sangrante porque es el caso más profundo de exclusión social, pero además, de forma alarmante, en Cáritas La Rioja somos testigos de cómo sigue aumentando la vulnerabilidad de muchas personas y familias que no pueden acceder a su derecho de una vivienda digna y adecuada». De modo rotundo, sin adornos y con la crudeza que da la asistencia diaria a los más desfavorecidos, el director de la entidad, José Andrés Pérez, ha esbozado esta jueves el dramático cuadro, a veces con trazos invisibles, que la región presenta en vísperas de la conmemoración del Día de las Personas Sin Hogar, este año el domingo, 27 de octubre.

Solo durante el año pasado, Cáritas La Rioja atendió a 147 personas sin hogar y dio respuesta a cerca de mil familias que solicitaban apoyo en ayudas económicas para el alquiler de viviendas y el realquiler de habitaciones. «El actual modelo expulsa a las personas más frágiles», ha alertado José Andrés Pérez en la presentación de la campaña 'Nadie Sin Hogar 2024', que, bajo el lema 'Caminemos juntos'. Aprovecha la simbología del Camino de Santiago para concienciar a la sociedad ante un problema creciente.

Tras admitir que la cifra de las personas sin hogar «no es muy grande», unos 300 según las estimaciones en La Rioja, el director de Cáritas ha advertido de que «no importa el número, sino que son situaciones auténticamente sangrantes y que representan el grado más profundo de exclusión social; y eso una sociedad como la nuestra no puede tolerarlo de ninguna de las maneras».

«En Cáritas somos cada vez testigos, y nos alarma cada vez más, cómo sigue aumentando la vulnerabilidad de muchas personas y familias que no pueden acceder a este derecho a una vivienda digna y adecuada», ha confesado José Andrés Pérez para, a continuación desgranar, la actividad asistencial de la entidad en este ámbito del sinhogarismo. Así, en materia preventiva, tras señalar que «es mucho más difícil salir de la calle que caer en ella», ha concretado que en el proyecto de 'Alojamientos Temporales' fueron atendidas 27 familias, con un total de 53 menores. En el área de la atención primaria, a través de las parroquias distribuidas por toda La Rioja «en 2023 dimos respuesta a 400 familias que solicitaban apoyo en ayudas de alquiler y a otras 523 para realquileres de habitaciones, de las cuales 90 eran monoparentales y 145 parejas con hijos, una situación en concreto nos preocupa debido a que el realquiler de habitaciones es la antesala a estar en situación de calle», ha destacado el director de Cáritas La Rioja.

La entidad también asistió a 147 personas sin hogar, 21 de ellas mujeres, una tasa que sigue al alza y que en los últimos años ha crecido del 3% hasta el actual 10-12% del total de seres humanos en esa situación. «La realidad de mujer sin hogar es una cuestión en aumento y que precisa de actuaciones específicas, porque los riesgos que corre en la calle son mayores que los de un hombre», ha aseverado Pérez.

En cuanto a los recursos residenciales de intervención dirigidos a dos colectivos específicos, Cáritas La Rioja atendió el año pasado a dos usuarios en el proyecto 'Housing First. Personas Con Hogar', que ofrece viviendas a persona sin hogar y, además, un equipo de profesionales les acompaña para trabajar su autonomía; y a otros 29 en el Ceosic (Centro Educativo de Orientación y Seguimiento para la Inclusión Comunitaria), dirigido a personas que salen del centro penitenciario.

«El sinhogarismo es un fenómeno complejo que va más allá de la imagen común de personas durmiendo en la calle», ha aclarado por su parte Marcos Montoya, técnico de Cáritas La Rioja, quien ha detallado que, según la escala Ethos, creada por Feantsa (Federación Europea de Organizaciones Nacionales que trabajan con Personas sin Hogar), el problema se clasifica en cuatro categorías: los que viven sin techo, en la calle o en alojamientos de emergencia; aquellos sin vivienda, en albergues o centros temporales; quienes están en una vivienda insegura, amenazados por desahucios o violencia; y aquellos con vivienda inadecuada (chabolas, estructuras sin condiciones de habitabilidad….).

«Es esencial entender estas dimensiones para abordar eficazmente el problema», ha defendido Montoya, para citar los cuatro factores que influyen en el sinhogarismo: estructurales, institucionales, relacionales y personales. «Entre las causas estructurales destacan el desempleo, la precariedad laboral y el alto costo de la vivienda, que dificultan el acceso a una residencia digna. Un 29,9% de las personas sin hogar no tiene ingresos, y aunque algunas reciben prestaciones sociales, estas no siempre son suficientes. Además, más de la mitad de las personas sin empleo ni siquiera buscan trabajo, principalmente por razones de salud o situación administrativa irregular», ha concretado el experto, quien ha añadido que «hay falta de políticas de vivienda adecuadas, las ayudas sociales son insuficientes y la burocracia compleja agrava la situación de las personas en riesgo», un mensaje del que ha colgado algunos indicadores evidentes: «El 82,0% de las personas sin hogar señalan que necesitarían una vivienda o habitación para poder salir de la situación en la que se encuentran, un 78,0% afirma que necesitaría un trabajo y un 38,6% una prestación económica», ha detallado, el técnico, que ha añadido a esas complicaciones los problemas relacionales y personales, entre los que ha citado el aislamiento social, la soledad prolongada, la violencia de género, los problemas de salud mental, las adicciones o la situación migratoria irregular.

Frente a este panorama, Cáritas La Rioja demanda un aumentó del parque de vivienda pública dirigido a colectivos vulnerables, sobre todo en materia de alquiler social, a través de cinco propuestas concretas, como son la creación de recursos residenciales más adecuados que vayan más allá de la respuesta de emergencia en centros colectivos; que se garantice el acceso de las personas sin hogar a sistemas de protección como el empleo, la salud y la garantía de ingresos, además de facilitar la regularización administrativa de las personas migrantes; despliegue de nuevos recursos específicos para mujeres sin hogar, jóvenes, personas con discapacidad o con enfermedades mentales; desarrollo de una asignación presupuestaria anual destinada a la construcción y adquisición de viviendas de alquiler social; y fomento de políticas preventivas.

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