Cáritas alerta de la pobreza enquistada por los sobrecostes en vivienda y alimentación

La entidad atendió el pasado año de forma directa a 3.468 personas, 97 más que en 2021, –7.171 beneficiarios– a quienes destinó 362.628 euros en ayudas económicas, el 32% más que en 2019, el último año prepandémico, reveló Beltrán, quien mostró su inquietud porque «se trata de la misma pobreza estructural pero con necesidades económicas mayores». Así, destacó que en el pilar fundamental de la atención, el que componen los 50 grupos parroquiales, se dio respuesta a 2.366 personas, solo 32 menos que en 2019 (2.398), citó en su mensaje de alerta sobre esa pobreza «enquistada» por los sobrecostes en vivienda, los consumos energéticos y el aumento del IPC y su impacto en la cesta de la compra.

En este sentido, el director de Cáritas explicó que, respecto a la finalidad de las ayudas, la mayor cantidad fue la dedicada a vivienda, un área en la que en el ejercicio pasado se distribuyeron 277.987 euros en ayudas directas a través de las acogidas parroquiales, las 17 viviendas de que dispone la entidad para familias, el centro para reclusos y exreclusos o el programa de personas sin hogar. «Donde más destaca esta partida es en el incremento de las ayudas destinadas al alquiler, ya que en 2019 se concedieron 1.695 ayudas por importe de 63.191,68 euros y en 2022, las ayudas fueron casi la mitad, 704, pero la partida se duplicó, hasta los 126.699,22 euros. Es decir, para menos de la mitad de ayudas hemos necesitado el doble de presupuesto».

Además, Cáritas concedió 1.266 ayudas para alquileres y suministros a 358 personas sin hogar y concedió y dedicó 84.641 euros a las 16.928 atenciones para cubrir otras necesidades básicas, como alimentación, ropa o libros.

Beltrán advirtió de que «la vivienda se ha convertido en un pozo que controla todos los ingresos y, a la vez, en la puerta de ingreso a otros derechos, como vivir caliente o tener internet». Por ello, destacó, Cáritas aboga por dar un paso más y sumar «a los tres pilares fundamentales del Estado de bienestar que hemos conocido, educación, salud y pensiones, un cuarto, que es la vivienda». Así, Beltrán abogó porque prestaciones como el Ingreso Mínimo Vital o la Renta de Ciudadanía sean compensadas con ayudas a la vivienda. «El pago de los alquileres se lo come todo, todas esas ayudas, que palían, pero no solucionan y tenemos que empezar a solucionar».

Beltrán puso el acento en cómo se nota que el empleo no garantiza que se está fuera de los niveles de pobreza. En este sentido, señaló que «con el empleo sólo no se sale de la exclusión, porque está ligada a la vivienda».

Con un perfil de atendidos –59% mujeres y 41% hombres, el 89% de 25 a 64 años; y el 37% de españoles, el 56% extracomunitarios y el 7% comunitarios– en el que destacan las familias monomarentales y los extranjeros en situación irregular, Beltrán insistió en el empleo muchas veces no garantiza salir de la exclusión, en referencia a la temporalidad y parcialidad de muchos contratos y a la precariedad laboral.

De hecho, Cáritas, en colaboración con la Fundación Cáritas Chavicar, atendió en su área de formación y empleo a 764 personas.