Secciones
Servicios
Destacamos
Personal sanitario destacado estos días en los alrededores de Riojafórum comparte en voz baja su desolación: de sus confidencias se desprende que la respuesta de la ciudadanía a las instrucciones en materia de salud se concreta con demasiada frecuencia en un encogimiento de hombros. Cuando ... no una metódica tendencia a ignorar las recomendaciones de las autoridades. Detectan esta reacción sobre todo entre la población más joven, que incurre en un pecado muy generalizado a su edad: sospechan los miembros de esa franja social que son inmortales, ocurrencia que desmentirá en todos los casos el paso del tiempo. Pero hasta que lleguen por sí solos a esta última conclusión, su conducta ofrece demasiados ejemplos de una nula capacidad para ponerse en la piel de sus semejantes y empatizar con sus aflicciones. Los partes policiales resumen, con su prosa forense tan adecuada para diagnosticar tantos males contemporáneos, el temible detalle de estas perfeccionables conductas: propuestas para sanción en la última semana 143 personas por no utilizar la mascarilla en La Rioja; 16 inspecciones a locales abiertos al público; carreras ilegales en La Portalada, fiestas multitudinarias en 'La Zona'; merenderos con demasiados invitados...
Estos feos ejemplos de conciudadanos que huyen de la norma común (dominada por un cabal comportamiento generalizado) ejercen como aquellos canarios que se enviaban a la mina: sirven para detectar por dónde se escapa el raciocinio entre nosotros. Son esos vecinos que más ayudan, por su perversa trayectoria, en la tarea de fortalecer una opinión pública responsable, un mandato que apela a cada ciudadano sensible que se niega a que semejante responsabilidad recaiga en solitario en su clase política. Porque todos esos atestados policiales contribuyen muy bien a cartografiar el territorio de la conducta que se espera de nosotros en una hora crucial. Cuando se calibra nuestra estatura como ciudadanos.
Es, sin embargo una discusión antigua, aunque actualizada por la coyuntura presente. «La salud de una sociedad democrática puede medirse por la calidad de las funciones que realizan los ciudadanos como sujetos privados»: así zanjó este mismo debate Alexis de Tocqueville en su imprescindible tratado 'La democracia en América', publicado en 1831. Casi 200 años después, su dictamen sirve de aconsejable brújula para guiarnos entre las actuales tinieblas. El espectáculo vivido estos días en el Congreso (o más cerca: en el último pleno del Parlamento regional, ese monumento a lo inane) sirve como uno de los polos donde oscila la sociedad contemporánea: el otro, el positivo, lo integran quienes atienden obedientes las instrucciones sanitarias, acuden a su cita con las PCR de Riojafórum, se someten a las indicaciones del personal de enfermería que allí les atienden y luego se espantan porque no entienden nada. Son rehenes de normas contradictorias, confusas, de difícil aplicación. Que demasiadas veces exigen una detallada aclaración que nunca llega o que se desmienten en sólo unas horas según misteriosas razones de estrategia política. De mala, pequeña política. La que protagonizan nuestros otros particulares canarios enviados a la mina: todos esos dirigentes que atestiguan la fea calidad democrática de nuestras mejorables sociedades.
En la conversación planetaria a cuenta del calamitoso estado que presenta la clase dirigente a escala global, esa escalofriante competición donde se rivaliza a ver quién gestiona más chapuceramente la crisis, concita un consenso también global por su respuesta cabal al desafío del virus la primera autoridad de Nueva Zelanda: Jacinda Andern acaba de revalidar su cargo como primera ministra de aquella isla oceánica, victoria que saludó con una frase que encierra alguna lección. «El mundo ha perdido la habilidad de ver el punto de vista del otro». De donde se desprende que España carece de la exclusiva del cainismo como modelo de hacer política, noticia que encierra un triste consuelo: la confrontación como norma es el otro virus temible que acecha al planeta, de ramificaciones tan extendidas como las cepas del COVID. Amenaza incluso a La Rioja, que dispone de sus propios canarios en esta materia para explorar qué tipo de debate sucede en las entrañas del Parlamento, con el resultado esperable: cualquiera de esos pájaros enjaulados agonizaría fulminado al contacto con el alto poder tóxico que emana la atmósfera política regional.
Así que volvamos a Riojafórum. Allí concluyó el viernes la tanda de cribados masivos con alguna imagen para la esperanza. Porque más allá de la mejorable organización inicial, tan contradictoria como paradójicas son tantas instrucciones en materia sanitaria, triunfó el lado cívico de la sociedad riojana, en triste contraste con el aspecto que ofrecen las altas esferas y con el discurso de la mencionada Andern, que puede valer para nosotros: a su juicio, el magro tamaño de su país ayuda a contener el virus. Un ejemplo para La Rioja, si se atendiera además su razonable consejo: escuchar al otro. Alcanzar el tipo de convivencia, de civilizada urbanidad, que habitó en Riojafórum.
¿Ya eres suscriptor/a? Inicia sesión
Publicidad
Publicidad
Te puede interesar
Fallece un hombre tras caer al río con su tractor en un pueblo de Segovia
El Norte de Castilla
Publicidad
Publicidad
Esta funcionalidad es exclusiva para suscriptores.
Reporta un error en esta noticia
Comentar es una ventaja exclusiva para suscriptores
¿Ya eres suscriptor?
Inicia sesiónNecesitas ser suscriptor para poder votar.