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DIEGO MARÍN A.
Domingo, 14 de agosto 2022, 19:22
La pandemia nos ha empujado a valorar el aire libre y la seguridad. Los campings reúnen ambos conceptos como seña de identidad y en La Rioja, este verano, cada fin de semana se llenan, aunque su ocupación que ya es muy alta entre semana. La mayoría de los veraneantes son familias vascas con hijos que buscan descansar y un ambiente (seguro) de libertad.
Javier Casal, de Amorebieta, vino con sus padres al camping de Bañares en 1998 y una década después se hizo con su propio módulo allí para acudir con su esposa y dos hijos. «Venimos, sobre todo, por los críos, porque están aquí muchísimo mejor que en un apartamento o en una ciudad. La vida que tienen aquí es la que nosotros conocimos; aquí juegan al frontón, al pilla-pilla, al escondite... juegos en desuso», describe Javier, que acude todo el año, incluso ha pasado la Navidad, a Bañares. «Siempre que podemos, venimos los fines de semana. En invierno estamos prácticamente solos cuando hemos pasado alguna Nochevieja», destaca. «Tenemos esto como base. Las vacaciones no tenemos que pensarlas. ¿Tenemos tiempo? Venimos. Y si nos cuadra, nos vamos una semanita a Benidorm o Cádiz, pero la salida y el regreso es desde aquí», afirma.
El camping de Bañares puede albergar a 3.000 personas, doce veces la población del pueblo. «Está siendo un verano bueno, pero ya desde Semana Santa. Empezamos a recibir reservas en febrero», reconoce Jon Salgado, gerente del camping de Bañares y presidente de la Asociación de Campings de La Rioja. «Estamos en cifras anteriores a la pandemia. El indicador principal son las reservas. Había cambiado la tendencia, empezaban a ser más de última hora, pero este año ya han sido con meses de antelación», advierte Salgado. El camping de Bañares es como una localidad privada, con calles con nombre, piscina, instalaciones deportivas, parafarmacia, restaurante, supermercado e, incluso, animación diaria.
Javier Casal | Veraneante en Bañares
Fernando y María Azucena | Veraneantes en Navarrete«
Precisamente en el campingde Fuenmayor se encarga de la animación la numerosa familia de Ana López Perucha, que suma diecisiete personas en dos parcelas, unos de Vitoria y otros de Logroño. Su hermana conoció allí a su marido y allí acuden siempre que pueden. Tanto es así que celebran bingos y torneos cuya recaudación destinan a contratar hinchables para los niños y organizar unas fiestas que celebran estos días. «No me acuerdo por qué empezamos a venir, pero me lo han contado, porque yo era muy pequeña. Volvíamos de vacaciones con la caravana, pasamos por el camping, que estaba recién abierto, y nos quedamos», explica Ana. «Nos hemos criado aquí, nuestros hijos se están criando aquí y mi hermana montó su familia aquí», destaca Ana.
Ana López Perucha | Veraneante en Fuenmayor
Jon Salgado | Asociación de Camping de La Rioja
«Los niños están aquí todo el día al aire libre. A mis hijas prácticamente ni las veo», confiesa Ana. La abuela se queda todo el verano con los pequeños y los adultos van y vienen por trabajo. También acuden en invierno. «Hace más frío, pero te abrigas. Con respecto a Vitoria se nota mogollón el clima, aquí es mejor», admite Ana.
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En el recinto de Fuenmayor, además de vascos y riojanos, incluso algún fuenmayorense, hay muchos franceses, belgas y suizos. «Hay tanta gente que para tomar la medida del cloro en la piscina tengo que esquivar a los bañistas», bromea Juanjo Pasín, responsable de mantenimiento de la instalación, que puede llegar a albergar a mil personas. «Esto es como un pueblo; tenemos bar con futbolín, sala de recreo para los niños, piscinas, actividades como pintacaras y cuentacuentos y hasta fiestas», detalla Pasín. Con la subida de precios ha bajado la media de días de estancia, rara vez supera los diez, pero la rotación con las parcelas y los 'bungalows' de alquiler hacen que se llene igualmente.
Fernando y María Azucena son de San Sebastián pero veranean en el camping de Navarrete desde hace más de dos décadas. «Primero vine por un hermano, que tenía una caravana aquí; nos gustó, nos enganchó y nos quedamos con una caravana propia que compramos», recuerda Fernando. La razón, en buena medida, fue el clima. «Donde vivimos llueve mucho, aunque tenemos buenas playas, pero no tenemos buen tiempo. Y como agua aquí no falta, nos podemos bañar. También hay un ambiente bueno, agradable, armonía entre todos los campistas», describe Fernando.
Janire Bustillo dirige las instalaciones de Navarrete, completas desde junio. «La mayoría de veraneantes fijos son vascos y los esporádicos, de todas partes, de Madrid, Barcelona... La temporada fuerte es hasta septiembre, hasta que cerramos la piscina», señala. «Ahora ya no es el camping de antes, de tienda de campaña, viene mucha furgoneta y autocaravana, y también se busca mucho el 'bungalow' de alquiler», aclara Janire.
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Alfonso Torices (texto) | Madrid y Clara Privé (gráficos) | Santander
Sergio Martínez | Logroño
Sara I. Belled, Clara Privé y Lourdes Pérez
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