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D. M. A.
AGONCILLO.
Viernes, 13 de diciembre 2019, 07:46
El restaurante El Molino, de Agoncillo, ha pasado de dar más de 200 comidas y más de 100 cenas diarias a apenas servir un centenar de menús del día y unas quince cenas cada jornada. «Los camioneros van ya muy apurados, eso es lo que ... vemos. El que para a comer no cena, y viceversa», expone Fernando Vallejo Ascacíbar, propietario de El Molino, situado a pie de la carretera N-232, a la entrada de Agoncillo desde Logroño, y también junto a la autopista AP-68.
El restaurante fue inaugurado el 12 de agosto de 1982, hace más de 37 años, y en ese tiempo sus responsables han visto cómo la vía llegaba a soportar hasta el paso de 1.500 camiones al día, claro que también se ha vivido el auge del polígono industrial El Sequero de Agoncillo y Arrúbal. Y es que El Molino está situado en un lugar estratégico, cerca de la base militar Héroes del Revellín, del aeropuerto, del polígono industrial y entre los peajes de la AP-68 de Recajo y Agoncillo, y, aún así, se ha visto muy afectado por las restricciones al tráfico pesado de la N-232. En el negocio han llegado a contar con veinticinco trabajadores y ahora son doce.
«Por aquí pasaban muchos camiones y vivíamos de ello, por eso abrimos aquí el restaurante y la pensión, que la acabamos de reformar. Uno u otro camión que pasaba, paraba, pero si no pasan no pueden parar. Y muchos pernoctaban», recuerda Fernando Vallejo. Para este empresario hostelero de la N-232 a su paso por La Rioja el problema es «la incertidumbre, la información no es clara», hasta tal punto que, advierte, él mismo informa a sus clientes, los camioneros, de la situación y los condicionantes: «Al parecer, solo pueden salir de la autopista para comer, cenar y pernoctar, pero no para tomar un café o comer un pincho. Y creo que tienen que entrar y salir por el mismo peaje. Muchas veces les ofrezco yo mismo el tique para que lo puedan justificar si les paran».
La medida restrictiva del tráfico en la N-232 se suma a la época de crisis y a la competencia en la bajada de facturación de negocios hosteleros de carretera como el restaurante El Molino de Agoncillo. Para Fernando Vallejo, todo lo que está sucediendo con la carretera nacional está «muy mal, fatal» porque, expone, «se pueden hacer cosas, claro que sí, pero no perjudicar a unos para favorecer a otros».
«Lo que deberían haber es dejar libre la AP-68 y que entre quien quiera. O que quien quiera entrar y pagar, que pague, pero no obligarles», propone el hostelero, y también reclama la que considera «palabra mágica: flexibilidad». Porque Vallejo cree que las restricciones que obligan a los camioneros a circular por la AP-68 y pagar su peaje están ahogándolos económicamente y eso repercute negativamente en negocios como el suyo.
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