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María Ezquerro
Domingo, 21 de julio 2024, 20:08
La Rioja ha sido históricamente considerada como un cruce de caminos, o por lo menos de calzadas que conducen hasta Santiago de Compostela. Además del Camino del Interior Vasco Riojano, que enlaza en Santo Domingo con el conocido recorrido francés, también existen otros trayectos significativos como el Jacobeo del Ebro. Este último se adentra en la región por Alfaro y finaliza en Logroño.
Esta senda, que en algunos tramos utiliza parte de las antiguas vías romanas, se toma en la desembocadura del río Ebro y prosigue aguas arriba, atravesando Cataluña, Aragón, Navarra y La Rioja, hasta llegar a Logroño, donde confluye con el tradicional Camino Francés. En total, son unos 440 kilómetros que se completan andando en 17 etapas, si todo transcurre con normalidad. Además, cuenta con una peculiaridad, ya que coincide desde Logroño, aunque en sentido opuesto, con el Camino Ignaciano, una ruta de 27 días que recrea el viaje que realizó Ignacio de Loyola en 1522 desde Loyola hasta Manresa.
Avenida La Rioja
Alfaro
Calle Castejón
Iglesia de Ntra. Blanca
Iglesia de San Miguel
Plaza de Toros
En esta zona el camino se encuentra en mal estado
Camino de Santiago del Ebro en La Rioja
Alcanadre
Calle Atolíes
Castillo de Aguas Mansas
Hay un tramo pasado Pradejón que transcurre por territorio navarro
Calle Cascajuelo
Avenida Polideportivo
Entre Rincón de Soto y Calahorra el camino se extiende entre explotaciones frutícolas, especialemnte la pera
Colegiata San Miguel Arcángel
Calle Estación
Rincón de Soto
Arrúbal
Agoncillo
Agoncillo
Iglesia de Sta. María
La entrada del Camino es por Varea y luego se conecta con el Camino Francés en el Puente de Piedra
Calahorra
Calle Gallarza
Arrúbal
Rincón de Soto
Castejón
Iglesia del Salvador
Ayuntamiento
Calle Cela
Camino de Calahorra
Catedral de Santa María
Entre Alfaro y Rincón de Soto el camino recorre tramos de la vía romana de Italia a Hispania
Calle Calvario
Alfaro
Logroño
Alcanadre
Calahorra
Gráfico: David F. Lucas
Tras años de espera, el pasado 25 de junio, el Camino Jacobeo del Ebro fue declarado Bien de Interés Cultural, lo que supone un paso adelante para impulsarlo. La siguiente acción que debe desarrollarse es la creación de un Plan Especial de Protección y Revitalización que establecerá las medidas necesarias para poner en valor esta vía y conseguir un tránsito peatonal seguro.
«Estamos encantados porque queríamos alcanzar esta protección. Esto no es el punto final de nuestra reclamación, es el punto de inicio para empezar a trabajar y promocionarlo», explica satisfecho Manuel Toledo, presidente de la Asociación de Peregrinos del Señor Santiago de Galicia de Calahorra, que cuenta con más de 300 socios distribuidos por toda La Rioja Baja.
Algo similar recalca José Ignacio Jiménez, presidente de la Asociación de Amigos del Camino de Alfaro, «es muy importante este reconocimiento, ahora tenemos que conseguir ayudas para mejorar la señalización y acondicionar los albergues de la mejor manera posible». La labor que realizan desde las asociaciones, en colaboración con los ayuntamientos, es esencial porque llevan décadas renovando las indicaciones y promoviendo la ruta.
El tramo riojano lo componen tres o cuatro etapas, dependiendo de lo que cada caminante quiera alargarlo. La primera comienza en Alfaro y termina en Calahorra (24,7 km). La segunda se desarrolla entre Calahorra y Alcanadre (20,2 km). La tercera sale desde Alcanadre y termina en Logroño (32,3 km), aunque existe la posibilidad de hacer noche en Arrúbal si las fuerzas no acompañan. Este es el itinerario que siguen aquellos que van a pie, pero hay otros que deciden realizarlo en bicicleta, por lo que la cantidad de kilómetros diarios aumenta significativamente.
En el año 2023 recorrieron la parte riojana unos 450 peregrinos de diferentes nacionalidades, aunque 150 lo hicieron siguiendo el Camino Ignaciano. En su ardua pero bonita travesía, los caminantes destacan la «tranquilidad y buena hospitalidad que reciben en La Rioja», menciona José Ignacio Jiménez. Los agradecimientos se cuentan por decenas en el libro de firmas del albergue de Alfaro. «Muchísimas gracias por la atención recibida, me he sentido muy a gusto en compañía de Pilar, la hospitalera que nos ha atendido. Un placer inmenso», escribió José el pasado 23 de junio. En Calahorra, los viajeros también dejan su huella, «un trato excelente por parte de todo el personal. Un diez tanto en la comida como en el albergue ¡Lo recomendaré a todos!», anotó una peregrina el 25 de mayo.
Aunque la cifra de transeúntes no se acerca a las del Camino Francés, a lo largo del recorrido riojano hay cuatro albergues habilitados que están localizados en Alfaro, Calahorra, Alcanadre y Arrúbal, a los que se suman los de Logroño.
Hasta finales de agosto, Marilu y Lionel, un matrimonio francés que pertenece a la Federación Española de Asociaciones de Amigos del Camino de Santiago, serán los encargados de recibir a los peregrinos el albergue de Alfaro, el primero con el que se encuentran en La Rioja. Llevan veinte años dentro del programa de hospitaleros voluntarios y pasan quince días en el albergue que les asignan. Esta es la primera vez que pisan la localidad de las cigüeñas, pero ya antes habían dejado su huella en el Camino del Ebro. «Llegamos hasta Zaragoza, pero tuvimos que dejarlo porque llegó la pandemia», comenta Marilu, una experta peregrina que junto con Lionel ya han realizado el Camino Francés, el Aragonés y la Ruta Jacobea de la Vía de la Plata. El albergue en el que están llevando a cabo esta solidaria labor pertenece al ayuntamiento, aunque está gestionado por la Asociación de Amigos del Camino de Alfaro, que también se encarga de regentar el de Alcanadre. En ambos alojamientos no hay un precio establecido, por lo que los gastos de mantenimiento se pagan gracias a los donativos que dejan los viajeros.
Después de pasar la noche en Alfaro, llega el turno de Calahorra. Miguel Espinosa es el encargado de recibir a los peregrinos en el albergue municipal San Francisco, un trabajo que lleva ejerciendo diez años. Además de brindarles alojamiento por un precio de doce euros la noche, también les ofrece un menú del peregrino en el restaurante que él mismo dirige. Durante la década que lleva trabajando, se ha llevado gratas sorpresas. «Una vez llegó un chico que realizaba el Camino en burro. Lo amarró en el pórtico de la iglesia, pero a las cinco de la madrugada dejó la habitación y se fue a dormir con el animal porque no lo quería dejar solo», confiesa el calagurritano.
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Melchor Sáiz-Pardo
Julio Arrieta, Gonzalo de las Heras (gráficos) e Isabel Toledo (gráficos)
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