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El frío de las últimas semanas invita a calentar las manos con los churros y las castañas asadas de los puestos callejeros. Pero, en contra de lo que pudiera parecer, un frío intenso no significa más ventas, de la misma manera que en verano el calor sofocante no significa más helados. Con los extremos, la gente acostumbra a quedarse en casa, a no salir. Lo mejor es una temperatura moderada, acorde con la época del año, que invite a salir y consumir, de forma que la lluvia o la nieve no suelen ayudar más que a las estaciones de esquí. La temporada, haga el tiempo que haga, es inamovible para churros, castañas y helados, aunque el evidente cambio climático parezca forzar un cambio de costumbres que se resiste.
Mari Carmen Amilburu lleva 40 años sirviendo churros en su puesto de La Perla Riojana de la fuente de Murrieta de Logroño de octubre a enero. «Cuanto más frío hace, mucho mejor, aunque cuando más se vende es en fiestas», explica la churrera. Así, el puente de la Constitución reconoce que fue muy bueno para todo Logroño, bares y puestos como el suyo. «La temporada es importante, aunque en octubre hizo muy buen tiempo. Mas allá de enero, ya sea por las rebajas, las actividades de los críos o la cuesta de enero, se nota que baja mucho», describe Amilburu. Eso sí, al margen de la temperatura, asegura tener fieles devotos de los churros. «Todos los días viene gente, los domingos vienen los fijos y hasta se llevan para congelar y tener toda la semana. Hay forofos de los churros», asegura Amilburu. Días como el de Reyes son muy buenos para las ventas, para desayunar, aunque también se compran mucho para merendar. «No es esencial, es un capricho», reconoce la churrera.
Santiago Palacios es el gerente de El Castañero, que produce y vende este fruto seco tanto fresco, como 'pilonga' y asada en puestos callejeros (seis en Logroño y otros 70 en País Vasco, Cantabria, Castilla y León, Cataluña...). «Desde luego, el tiempo influye un montón en los puestos de castañas, y este año especialmente porque, al hacer tanto calor en octubre, provocó que tuviéramos un inicio de campaña muy malo», reconoce Santiago Palacios. Para El Castañero, la climatología afecta desde el cultivo que realizan en Alesón y Galicia. «Venía una campaña buenísima, pero el calor de octubre hizo que el producto se estropeara, tuvimos muchos problemas, aunque ya hemos mejorado las ventas», explica Santiago Palacios.
Una vez dejado atrás el cálido otoño, el invierno sí ha traído el frío y, con él, las ganas de comer castañas y calentarse las manos con el cucurucho. «La gente compra o no, no retrasa la venta. Si el clima no es acorde con la época, vendemos menos. Hay gente que compra, independientemente del clima, porque le gusta las castañas. Pero si hace mucho frío la gente sale menos y compra menos, si el tiempo es fresco sí que se vende más. Lo peor es la nieve, después el agua, los climas frescos son los que más nos benefician», reconoce el castañero.
«Los hábitos de consumo de la gente en la calle han cambiado mucho. Yo llevo 43 años y ha cambiado un montón la cantidad que se consume al día y las horas. Ahora se consume antes, en horas tempranas, y antes aguantaba la gente hasta el fin de semana, mientras que actualmente los domingos son días casi normales», cuenta Santiago Palacios.
En el lado opuesto al frío están los helados, producto tradicionalmente de verano. La heladería DellaSera de la calle Portales, propiedad de Fernando Sáenz Duarte y Ángeles González, abre en los días clave de Navidad, pero cierra desde octubre hasta Semana Santa. «La temporada la marca mucho el buen tiempo y la estacionalidad. Con el cambio climático cada vez se va alargando más, este pasado año hasta finales de octubre. Pero nosotros dependemos mucho del buen tiempo que haga en la calle», señala Fernando Sáenz.
Mari Carmen Amilburu
La Perla Riojana
Santiago Palacios
El Castañero
Fernando Sáenz Duarte
Heladería DellaSera
Curiosamente, advierte el heladero, España tiene el consumo de helados per cápita más bajo de Europa y son los países nórdicos, que no tienen asociado consumirlos al buen tiempo, allí es un produzco de placer, como un café. «Si tuvieran que esperar a que hiciera buen tiempo, tomarían helado una vez al año», expone Fernando Sáenz. Por el contrario, aquí, que el verano cada vez entra y se va más tarde, las temporadas no se alargan.
«Nos encantaría alargar la temporada pero económicamente es un desastre. Un día de octubre, si baja la temperatura a 12 grados, puedes estar diez horas, con dos turnos, dos trabajadoras y cierras el día con diez helados servidos y 30 euros de caja», expone el heladero, que cuando abrió en 2002 quiso mantener el local abierto todo el año pero la realidad les hizo cerrar. «Por mucha cultura que quieras transmitir, como produzco de paseo, de calle, en invierno desaparece», explica Fernando Sáenz.
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Alfonso Torices (texto) | Madrid y Clara Privé (gráficos) | Santander
Sergio Martínez | Logroño
Sara I. Belled, Clara Privé y Lourdes Pérez
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