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Acaba de llegar el invierno. Oficialmente, al menos, porque en lo climatológico hay buena parte de España que aún lo está esperando. Los años son cada vez más raros, pero aún con cambio climático y todo (o precisamente por eso) conviene estar preparado para usar ... nuestro sistema de calefacción de la manera más lógica. Primero, porque gastaremos menos dinero. Y segundo, porque al hacerlo estaremos desperdiciando menos recursos y contaminando menos. Un tres en uno claro.
Hemos reunido aquí algunos de los consejos más básicos para saber manejar con eficacia la calefacción de nuestra casa. Pero básicamente, todos se resumen en un concepto único: hay que hacer que nuestra calefacción trabaje sin impedimentos, sin grandes vaivenes y con un sistema que permita que el calor que se genere no se pierda de otro modo. Lo cual, punto por punto, se consigue así:
-La temperatura ideal. Un concepto claro que repetiremos: cada casa es un mundo. En general, en una vivienda habitada por personas adultas sanas, un rango de entre 19 y 21 es más que suficiente. Incluso más cerca de los 19 que de los 21. Si quieres ir en manga corta por casa, no sigas leyendo: asume que deberás pagar por ello.
-Cada grado se paga. Otra generalización es decir que un grado más de calefacción supone un porcentaje del 5, 7, 9% (o más) en gasto. De nuevo, cada casa es distinta. Un grado de temperatura sube, eso está claro, pero puede pasar (y pasa en muchos casos) que ponemos los termostatos por encima de la temperatura que nuestra casa puede alcanzar bien por su orientación, por sus cerramientos o por su configuración general. Ese grado de más hará que la calefacción no deje nunca de intentar calentar también más, y el gasto será mucho más elevado que ese 5, 7 o 9%. De nuevo, contención y 20 grados.
-¿Todo el día? Hay una vieja leyenda urbana que dice que la calefacción es mejor tenerla encendida todo el día, porque gasta menos que al tener que calentar de golpe. En realidad, eso sólo sería cierto si el tiempo que pasamos fuera de casa es pequeño. O si tenemos una mala costumbre: poner la calefacción a tope cuando lleguemos «para que la casa se caldee» y luego bajar el termostato. Si pasamos buena parte del día fuera, lo mejor es apagarla cuando nos vayamos, y programarla para que se encienda (a esos 20 grados) una horita antes de que preveamos venir. Así no le damos «tirones» a nuestra caldera, y el gasto es más uniforme. Y por la noche, por cierto, apagar (a no ser que haga mucho frío fuera, claro)
-Ventanas. A largo plazo, la mejor inversión que puedes hacer en tu sistema de calefacción es en tu caldera, claro: mejor moderna, bien revisada y eficiente. Pero la segunda mejor son sin duda las ventanas. Unas ventanas mal selladas pueden producir un 30% de pérdida de calor en el hogar. El doble cristal se nota, y mucho.
-Persianas. En las viviendas más antiguas , el cajón de la persiana es un ladrón de calefacciones. Conviene usar silicona o burletes para las juntas. Y por cierto, jugar con las persianas es buenísimo en invierno: todas abiertas durante el día, para que entre el sol que haya, y todas cerradas durante la noche, otra barrera a la salida de calor.
-Radiadores. Lo de purgarlos es de primero de calefacción: cada año, quitarles el aire para hacer que se calienten más fácilmente. Pero luego, lo normal: dejarlos abiertos, y no bloquearlos ni poner ropa a secar encima, porque el radiador seguirá gastando para intentar mantener una temperatura que no consigue.
-Radiadores cerrados. En una casa hay habitaciones y habitaciones. Algunas directamente no las usamos nunca, y por tanto no necesitan calefacción: mejor apagar el radiador, o al menos dejarlo medio abierto.
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