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Amenazaba el mediodía y a las puertas de lo que fue la Tabacalera, y antes convento de la Merced, aguardaba ordenadamente un centenar de personas como quien espera en la antesala del paritorio de un hospital. Cigarrillos, risas nerviosas, comentarios en voz baja, más risas ... con más nervios, palabras ininteligibles y miradas que se perdían hacia el infinito de la calle Mayor. Por ella, apenas diez minutos antes de la hora señalada para descerrajar la nueva legislatura, desembocaban en la plaza del Parlamento Henar Moreno y Raquel Romero flanqueando a Concha Andreu. Sonrientes las tres. Era la señal. Había sido niño (acuerdo y pacto son sustantivos masculinos).
El parto había finalizado sobre el horario previsto y la criatura gozaba de la salud suficiente para que arrancase el oficio que habría de permitir el primer paso para darle la vuelta del calcetín a la política regional. Rojos sumaban y ganaban. En el interior del claustro, preñado de gentes -distinguidas en la planta baja, del común en la zona alta de las arcadas-, la sola presencia de una Andreu radiante iluminaba las ilusiones coloradas. Una miríada de testigos daban fe: los rectores de las universidades pública y privada, por ejemplo; un veterano expresidente de esa misma Cámara; la autoridad militar (de gala, por supuesto); los responsables máximos de la joya de la corona regional, la sanidad pública (de paisano, claro); los diputados y senadoras electas (en comandita más allá de sus colores); el supremo jefe del Tribunal Superior de aquí; alcaldes noveles: de Logroño, Santo Domingo y Calahorra; otros ya avisados: la de Cervera y los de Arnedo, Nájera y Torrecilla. Concejales multicolor, jefes de policía (también de gala); ex, ex de casi todo; la familia y amigos de sus señorías, sobre todo de las nuevas señorías, y gente de Calahorra, paisanos de Quintiliano y convecinos de Quinto Sertorio. Gentes de Calahorra venidas a tomar posesión y celebrar la nueva capitalidad de la comunidad, hurtada a Logroño a base de ocupar las sillas de mando de la región. A saber: presidenta electa del Gobierno regional: Concha Andreu, de Calahorra; delegado del Gobierno: José Ignacio Pérez, calahorrano; y presidente del Parlamento: Jesús María García, calagurritano. Y a esto que es tal se cuenta daría para una rebelión se le añade un secretario general del partido más votado de la autonomía toda, Francisco Ocón, camuflado como arnedano pero nacido donde usted, lector, imagina.
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