Dos agentes de la Guardia Civil flanquean a un detenido por agredir a dos mujeres en Calahorra. G. C.

Calahorra busca frenar una delincuencia que se ha triplicado en cuatro años

Los hurtos llevan al alza una criminalidad que crea inseguridad ciudadana y que hace más patente la carencia de agentes

Víctor Soto

Logroño

Jueves, 30 de mayo 2024, 07:28

La seguridad se ha convertido en el tema de debate en Calahorra. Como en cualquier historia, existen causas profundas y otras detonantes o finales. En la ciudad riojabajeña una riña tumultuaria y un apuñalamiento han servido para que una sensación larvada de incremento de la ... delincuencia tome forma y se verbalice, provocando incluso polémicas políticas, que siempre amplifican los hechos.

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¿Es más insegura Calahorra que hace unos años? Las estadísticas del Ministerio de Interior así lo señala. No se trata de homicidios ni asesinatos, que desde hace años se mantienen a cero. Calahorra no es una ciudad sin ley. Es más un goteo continuo de hurtos, robos en viviendas o riñas que acaban denunciándose e investigándose. El punto de inflexión se puede situar, estadísticamente, tras el fin de la pandemia. Hasta 2021, la tasa de criminalidad se mantenía más o menos estable en unas 20 infracciones penales por cada mil habitantes. En 2022 se llegó a unos desconocidos 50,1 delitos. En 2023 no solo no se produjo una reducción, sino que se alcanzó el récord de 56,8 y en el primer trimestre de 2024, los últimos datos de Interior, se mantiene en 56,7, casi el triple que cuatro años antes.

¿Qué significa esa estadística? Pues, simple y llanamente, que se delinque más, pero que tampoco mucho más que en España, que arroja una media de 51,7 en ese primer trimestre de 2024. No hay noche que Policía Local o Guardia Civil no reciban denuncias por roturas de ventanillas en vehículos o por robos inauditos desde hace años, como el de radios de coches que se intercambian por droga. Tampoco hay fin de semana en el que no se registre una riña, ni semana en la que algún vecino de Calahorra (no uno ni dos) pase por los calabozos por violencia de género.

Así, hace unos años, la ciudad riojabajeña se vanagloriaba de ser la localidad más segura de La Rioja. Ahora la tasa se sitúa 17,6 puntos por encima de la media. Y ese incremento tiene muchas y variadas explicaciones: culturales, demográficas, sociales... Pero también de gestión de personal y de presencia policial.

En Calahorra, pero también en toda La Rioja Baja, se constata una cada vez más acuciante falta de guardias civiles. El acuartelamiento de la ciudad alberga poco más del 50% de la dotación de agentes que le corresponde.

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Pero, sobre todo, los que están y tendrían que trabajar en seguridad ciudadana, se encuentran atendiendo en ventanilla las 24 horas, custodiando detenidos, vigilando el edificio... Desde AUGC se ha denunciado en repetidas ocasiones que así «resulta imposible de patrulla». Y, entonces, se depende de 'refuerzos' de Navarra o de la presencia puntual de patrullas de otras localidades más o menos cercanas.

Desde la Delegación de Gobierno se ha mostrado el vivo interés en reforzar plantilla pero las carencias existentes y la imposible competencia con zonas limítrofes (se puede hablar de 600 euros mensuales más o menos a uno u otro lado de la frontera, pero también de once días más de vacaciones o cinco moscosos) hacen que el destino no resulte atractivo.

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No es apetecible Calahorra ni el resto de La Rioja Baja, aunque otras muchas zonas rurales de España están sufriendo el mismo problema. Esa sensación también se sostiene en números. De manera inminente van a salir 54 plazas en los cuarteles riojabajeños: 9 nuevas vacantes y 45 en segunda convocatoria, de las que nueve corresponden a Arnedo, las mismas a Cervera, once a Alfaro, siete a Calahorra, otras siete a Aldeanueva... Es decir, salen por segunda vez porque ya nadie las quiso antes. Y también hay que contar con los agentes que se van a ir a otros destinos. Y que en verano no habrá recién llegados de la academia porque el curso va a terminar en octubre. Muchas causas para paliar un problema de personal que también se siente en el Ayuntamiento de Calahorra.

La alcaldesa Mónica Arceiz ya anunció que se iban a convocar todas las plazas para cubrir las vacantes existentes (13) y, mientras tanto, no se escatiman horas extras. Arceiz las ha cifrado en 2.149 horas durante los cuatro primeros meses del año «casi las mismas que en todo el año pasado».

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El objetivo, con el desgaste para la plantilla que supone esta medida, es revertir una situación que alarma, sobre todo porque de momento no se ha logrado contener. Y existe el temor que esa criminalidad relativamente menor pero incómoda acabe en una escalada a la que resulte más difícil poner freno. Y más cuando Calahorra trata de convertirse en un foco para el turismo, con grandes eventos multitudinarios. Y nada espanta más al turismo que la inseguridad.

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