Voy a empezar por la conclusión: este bilingüismo me parece una castaña. Una castaña guay, que son las que mejor se venden, pero una castaña. Es, como casi todas las cosas que ocurren en la educación de este país, un asunto mal planteado, mal encarado ... y pobremente financiado. Y al final, pasa lo que pasa: una castaña, sí, de consecuencias aún poco estudiadas y cuyos problemas se superponen a los que ya tiene la propia Educación no bilingüe.
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Veamos. En este 2019 que se nos lleva, la mayoría (la GRAN mayoría) de las clases que nuestros hijos reciben sigue basándose del mismo modelo que se impuso en la Revolución francesa: un profesor que habla (o, peor, que lee el libro) y unos alumnos que escuchan, hacen ejercicios, memorizan y vomitan exámenes.
Viene a dar igual que esté básicamente demostrado que ese método es absurdo. Que si, por ejemplo, un crío se aprende 50 músculos del cuerpo humano, a las 72 horas del examen habrá olvidado la mitad, y a la semana, prácticamente todos. Que no habrá aprendido casi nada, en suma.
Mucho habría que hablar, y mucho se habla, sobre cómo cambiar esa metodología sinsentido y adaptarla a unos tiempos en que cualquier contenido está a un click de distancia, en el bolsillo del alumno. Pero ésa es otra cuestión.
Ahora, sobre ese sustrato echemos el bilingüismo, impuesto desde arriba gracias a una innegable demanda de los padres, que en esto andamos como en casi todo: bastante despistados.
La unión de una enseñanza basada en el antiguo método y un inglés impartido por profesores, en su mayoría, con un nivel tirando a justo es un despropósito de marca mayor. No sé lo que podría ser un bilingüismo en el marco de una enseñanza metodológicamente muy distinta, pero sí sé a qué se arriesga el bilingüismo metido con calzador en el sistema actual: al desperdicio de tiempo, dinero y cerebros.
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Y eso, por no contar con una derivada en la que nadie parece reparar, la de los alumnos con dificultades de aprendizaje, para quienes el significado de este bilingüismo sí está claro: una bonita patada en el culo fuera del sistema educativo.
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