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Dos helicópteros del Bhelma III, durante la exhibición aérea realizada a mediodía de este sábado en la base militar Héroes del Revellín, con el aeropuerto de Agoncillo al fondo. RODRIGO MERINO
Ejército

Bhelma III, de Agoncillo al cielo riojano

El Batallón de Helicópteros de Maniobras celebra sus 50 años con una jornada de puertas abiertas en la base militar de Recajo

Diego Marín A.

Logroño

Sábado, 18 de enero 2025

La base militar Héroes del Revellín de Recajo, en Agoncillo, celebró este sábado una jornada de puertas abiertas para celebrar el 50 aniversario del Batallón de Helicópteros de Maniobra Bhelma III. Solo por la tremenda fila de vehículos que se produjo sobre las 11.00 horas para acceder, una caravana de más de 2 kilómetros que llegó hasta la circunvalación de Logroño, a la altura de la bodega Darien, se puede valorar que la iniciativa fue un éxito, a pesar de que fue aplazada en noviembre a causa de la dana que azotó Valencia. Dentro del acuartelamiento, lo que más llamó la atención de los visitantes fueron los vehículos terrestres, las armas y, sobre todo, los helicópteros. De hecho, a mediodía los Bhelma III protagonizaron una exhibición aérea, que es lo que acudió a contemplar la mayoría del público.

El batallón Bhelma III se creó en 1974 y ha tenido tres modelos de helicópteros, el H hasta el año 2017, el Cougar entre 2006 y 2017 y el Sarrio, el único vigente y que se emplea desde 2016. El Sarrio se denomina como el bóvido porque «alcanza las cumbres de la misma manera que lo hace el sarrio autóctono que representa a la unidad», explicaba un panel informativo, detallando que esta es «una referencia para el vuelo en montañas», con una tripulación instruida en el norte de España y, sobre todo, en Pirineos. El helicóptero Sarrio puede transportar a veinte personas y hasta 11 toneladas de peso, cuenta con dos pilotos, un mecánico y dos tiradores y tiene espacio para doce camillas y dos palés aeronáuticos de la OTAN. Tal y como describió un militar que ofrecía explicaciones a los visitantes, «es un helicóptero totalmente electrónico, para lo bueno y para lo malo, como que todo lo que haces se queda registrado después del vuelo».

Niños y mayores hicieron cola para poder montarse en las aeronaves y también para agarrar las asas de las metralletas. También hubo posibilidad de uniformarse con los chalecos y cascos militares y montar en los jeeps y tanquetas. Así, con semejantes e inusuales atractivos, los hinchables que la organización había habilitado para los niños quedaron desangelados frente a los pasatiempos militares que asombraron a personas de todas las edades. La propia alcaldesa de Agoncillo, Encarna Fuertes, se montó en los helicópteros.

«Nuestra relación siempre ha sido magnífica, hasta el punto de colaborar con las actividades que realizan», declaró Encarna Fuertes

«Si bien es cierto que la actividad militar ha podido causar algunas molestias relacionadas con el ruido en diversas maniobras que hacen una o dos veces al año, la presencia de la base militar ha tenido implicaciones muy positivas para Agoncillo y sus vecinos. Ha generado empleo y ha contribuido al desarrollo económico local, especialmente durante períodos de intensa actividad militar en los años 80 y 90», reconoció Encarna Fuertes. «Nuestra relación siempre ha sido magnífica, hasta el punto de colaborar en conjunto con las actividades civiles que realizan. Sin ir más lejos, en las jornadas de puertas abiertas el Ayuntamiento de Agoncillo ha facilitado los hinchables para los niños y todos los trofeos del Desafío Sarrio de este domingo».

Imagen secundaria 1 - Bhelma III, de Agoncillo al cielo riojano
Imagen secundaria 2 - Bhelma III, de Agoncillo al cielo riojano

Un siglo de historia

Recajo es un núcleo de población de Agoncillo con unos 150 habitantes. Y probablemente sea una de las localidades más recientes de La Rioja, si no la que más, puesto que ahora cumple un siglo. El Ayuntamiento cedió los terrenos al Estado para habilitar allí un aeródromo, que antes se había planeado instalar en Santo Domingo de la Calzada, y entre 1924 y 1928 se formó el pueblo. El traslado de los militares promovió la construcción de viviendas, hoy muchas de ellas abandonadas. La localidad llegó a tener escuela, iglesia, una instalación petrolífera de Campsa recientemente derribada, una granja avícola, una champiñonera y una tejería.

Todo aquello ha desaparecido actualmente después de que y Recajo entrara en un declive por el que prácticamente es más conocido por el club de alterne que por la base militar, que parece una pequeña localidad dentro de otra, con edificaciones de aspecto colonial, vertebrada por la avenida Juan Carlos I, con biblioteca, frontón, campo de fútbol, pista de pádel y hasta una Oficina de Atención al Personal. De vez en cuando, durante la jornada de ayer, llaman la atención inscripciones como la que dice 'Rex in Montibus' sobre la sede del batallón Bhelma y que significa 'Rey de las montañas'.

También sorprendían las bicicletas que, al parecer, usan los soldados para moverse dentro del recinto, aparcadas sin candado en varios rincones. Los visitantes transitaban por la avenida adentrándose en el acuartelamiento como si pasearan por la Gran Vía, asombrados unos y nostálgicos otros. «Por aquí desfiló tu abuelo cuando juró la bandera», le señaló orgulloso un hombre a la que parecía su nieta.

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