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Cuando uno va ascendiendo por la ladera de Briones, entre resuello y resuello se puede llegar a preguntar si el esfuerzo merecerá la pena. Es, siempre, una pregunta retórica. Briones es una apuesta ganadora. El visitante se da cuenta cuando, ya recuperada su capacidad pulmonar, ... pasea por las Cercas, siente en los pies el empedrado de su callejero o, casi involuntariamente, sus ojos buscan el cielo para capturar la gran referencia del municipio, la espectacular torre de la iglesia de Nuestra Señora de la Asunción.
Si se remontan poco más de 15 kilómetros por la Nacional 232 y se toma el desvío de la LR-209, dos hileras de plataneros dan la bienvenida a Sajazarra. Una señal recuerda que la mejor manera de recorrer la villa es a pie e invita a dejar el coche en el aparcamiento habilitado para ello. Lo mejor es perderse y disfrutar de 'Saja', que es como le llaman sus vecinos. Un mar de piedra que, como en Briones, lleva al viajero a los tiempos pretéritos.
Un callejero de cuento en el que el visitante tiene la sensación de que, en cualquier momento, sonará un cuerno medieval, se abrirán las puertas del castillo -lleva allí desde el siglo XV y es su gran referente- y saldrá un grupo de caballeros con sus cotas. No falta nada en Sajazarra. Además del castillo también tienen el dragón.
La piedra de los edificios, el suelo empedrado, la advocación de la iglesia a la Asunción de María o el mar de viñas que se extiende a sus pies -salpicado con algo de cereal- son elementos compartidos por los dos municipios. No solo eso. También les une la placa que recibe al turista y que le advierte de que entra es uno de los pueblos más bonitos de España.
Los únicos de La Rioja que han logrado (de momento, ya que Cuzcurrita del Río Tirón está en ello) ese sello de distinción. Primero fue Sajazarra; después Briones. Los dos repletos de rincones mágicos. Cada visitante elige el suyo: las Cercas, la plaza o la ermita del Cristo en Briones; la fuente vieja; el castillo o el paseo junto al Ea (o Mardancho, a gustos) en Sajazarra.
Formar parte de ese exclusivo grupo se nota. En Briones, por ejemplo, dice Virginia Ábalos, responsable de la oficina de turismo, que las visitas se han disparado y que mucho tiene que cambiar la cosa para que en agosto no se batan todos los récords. En Sajazarra pasa lo mismo. «Ahora todos los días del año ves a alguien visitándonos», dice Óscar Fresno, su alcalde.
Si al sello de belleza se le suma el marchamo del vino, el resultado es la realidad turística de ambas localidades que, en el caso de Briones se multiplica por la simbiótica relación con el Museo Vivanco, dice su alcaldesa, María del Carmen Ruiz.
La del vino fue la apuesta de Rosa María y José. El sábado recordaban tiempos pasados en el museo etnográfico de La Casa Encantada de Briones. «Es el primer punto que hemos elegido para visitar La Rioja. Nos ha sorprendido mucho el pueblo, su ubicación, sus calles», decían poco antes de adentrarse en la iglesia de la villa y reencontrarse con un silencio -roto por el órgano- imposible en una plaza que lanzaba vítores por los novios recién llegados.
Desde Villarcayo (Burgos) -«pero somos de Cruces», apostillaban- llegaron al mirador del castillo de Briones Ángela y Celestino. «Leí en El Correo un reportaje y que había sido elegido entre los más bonitos de España. Acabamos de llegar y lo poco que hemos visto nos está gustando mucho». Parte ya conocían. De cuando Briones fue 'La Siesta' en 'Gran Reserva'. «Entera la vimos», decían.
Ese turismo -el que siempre ha venido y el que vendrá al albur de la distinción recibida- es, dice el alcalde de Sajazarra, Óscar Fresno, «la clave para fijar población. Es el único recurso». Habla al pie de un castillo que acumula millones de 'selfis'. El de Fernando y Mari José, por ejemplo. Son de Górliz (Vizcaya) y han cambiado la ruta del vino de Burdeos por la riojana. «Buscamos paz y la hemos encontrado». Internet hizo que incluyeran Sajazarra en su ruta: «Habíamos leído que está entre los más bonitos y es espectacular. La piedra, la tranquilidad, el castillo. Todo vinculado al paisaje... Y la gastronomía. Aquí se come de verdad, no como en Burdeos», decían riendo.
A la fresca, en una silla, Vega es de las que cuando se despierta, lo primero que ve es el castillo. «A veces me da vergüenza decir que vivo enfrente del castillo», dice entre risas mientras, coqueta, le dice a la fotógrafa que ella no está para fotos. «Me canso de ver a gente pasar por aquí. Pero es que, ¡oye!, que tenemos muy bien el pueblo», sostiene orgullosa mientras el alcalde asiente y sonríe.
Ella es de las que sí ha estado en el castillo. «Era un pajar... hasta que se cayó», antes de abrir las puertas a sus viejos recuerdos. Pero si el acceso principal al castillo es espectacular, el paseo por la parte trasera junto al Ea es el remanso de paz ideal para desconectar del mundo entre chopos, praderas y el murmullo del río. Todo muy medieval.
Las plazas de Briones y Sajazarra bullen actividad. Una boda y una fiesta ibicenca sorprenden a los visitantes que han hecho reflotar la economía local: bares, tiendas de productos artesanos, restaurantes y alojamientos confían en que, a partir de ahora, sea agosto todo el año.
Briones
María del Carmen Ruiz, alcaldesa de Briones
María del Carmen Ruiz, alcaldesa de Briones, se muestra más que satisfecha por los resultados de la designación de su municipio como una de las localidades más bonitas del país. Recuerda que si bien hace unas semanas la villa celebró el acto oficial, fue en enero pasado, en el transcurso de la Feria Internacional de Turismo (Fitur), cuando se hizo oficial la declaración.
«El pueblo tiene un encanto especial y patrimonio suficiente y bien conservado, por lo que nos decidimos a dar este paso que, tras la auditoría, derivó en la declaración como uno de los pueblos más bonitos de España», señala Ruiz. «Ese acto que se hizo aquí en Briones dio más eco a la declaración y estamos notando considerablemente un aumento de visitantes. Los restaurantes, los bares y los comercios también lo están notando», explica al tiempo que asegura que en abril y mayo se superaron los 2.000 visitantes. Esa afluencia, que en agosto prevé que alcance cifras históricas, también obligarán a actuar al consistorio. Sobre todo, en lo que al tráfico se refiere (uno de los aspectos que analiza la asociación que otorga el sello). «Estamos pensado en habilitar algún aparcamiento».
Como alcaldesa, propone una ruta de imprescindibles por el municipio que arrancaría en la plaza de España donde, recuerda, «está la casa más antigua de La Rioja en obra civil, el Palacio del Marqués de San Nicolás y la iglesia». A ello suma los paseos por las cercas, con especial mención a «las vistas del Torreón», desde donde los Obarenes, los Riscos de Bilibio y la Sierra de Cantabria enmarcan un imbricado mar de viñedos entre los menadros del río Ebro. Pero su rincón, confiesa, es «la sacristía. Es espectacular».
Sajazarra
Óscar Fresno, alcalde de Sajazarra
En Sajazarra fue uno de los concejales quien puso sobre la mesa del Consistorio la posibilidad de que el municipio intentara adherirse a la Asociación Los Pueblos más bonitos de España. «Nos dijo que tenía potencial, solicitamos la entrada y aquí estamos», dice su alcalde, Óscar Fresno, a las puertas del Ayuntamiento y junto a una de las muchas obras que salpican 'Saja' a modo de legado de los encuentros de arte que cada año celebran.
Recorrer las calles de Sajazarra es un lujo. Junto a esos apuntes de arte maridan perfectamente arquitectura tradicional, mantenimiento de edificios y la naturaleza que ofrece el entorno del río Ea. «Tenemos un plan de protección arquitectónica y el compromiso de los vecinos», sostiene. Ese esfuerzo compartido obliga a construir en piedra y a mantener un estilo de edificación que, recuerda, «sale del bolsillo del vecino, de su esfuerzo».
«La opción que tenemos las zonas rurales para fijar población es el turismo. Es la forma de animar a que se abran nuevos negocios», dice el alcalde, en cuyo municipio residen 130 vecinos, que «en verano se multiplican por tres».
Tras poco más de un año en la asociación, el municipio ha cambiado. Primero porque el tráfico rodado se intenta restringir al máximo (se han habilitado aparcamientos para ello) y, segundo, porque «ahora todos los días tenemos turistas visitándonos. Eso es algo que antes no veías». No solo eso. Sobre la mesa se van poniendo diferentes proyectos para no dormirse en los laureles. Desde esconder los contenedores hasta recuperar espacios como el parque o la fuente antigua... «Son proyectos que, quizá en otra situación, no nos lanzaríamos a hacerlo».
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