Pedro Sanz y Carmen Chover, Riojanos Ilustres, y Javier García, Riojano de Honor 2022

Si hay un nombre reiterado en la política riojana de las tres últimas décadas, ese es el de Pedro Sanz. Nacido en Igea en 1953, Sanz saboreó las mieles electorales en 1995, anticipando así en La Rioja la victoria del Partido Popular que llegó a fructificar en las generales de 1996 con José María Aznar al frente de la formación conservadora. Eterno candidato ministrable y profundo conocedor de la idiosincrasia riojana, especialmente en los municipios pequeños, Sanz gobernó sin trabas hasta que en 2015 rechazó las condiciones que Ciudadanos imponía para obtener su apoyo parlamentario, dio un paso atrás y abandonó el sillón del Palacete de Gobierno para ocupar hasta 2019 el retiro dorado del Senado.

No es fácil lograr la victoria en las seis citas electorales a las que se presentó como candidato, cinco de ellas con mayoría absoluta. Suyos son algunos de los hitos de las infraestructuras riojanas, como la puesta en marcha del aeropuerto de Agoncillo, la construcción del Hospital San Pedro o el Palacio de Congresos Riojafórum, entre otros. Bajo sus mandatos también se llevaron a cabo las transferencias autonómicas completas, tanto en Educación como Justicia o Sanidad, y se obtuvo el reconocimiento de los monasterios de Yuso y Suso en San Millán de la Cogolla como Patrimonio de la Humanidad por la Unesco.

También en el recuerdo queda su combativa defensa de la economía riojana a la hora de pelear contra las vacaciones fiscales del País Vasco o la desigualdad fiscal con las regiones vecinas. Para la posteridad quedarán algunas imágenes que Sanz 'regaló' y que siguen en la retina de los riojanos, como aquella fiesta universitaria en la que el entonces presidente participó como un chaval más o el revolcón que en las fiestas de su pueblo le propinó una vaquilla.

A Carmen Chover el reconocimiento por su labor de lucha feminista, de búsqueda de la igualdad y de pelea contra la injusticia no le cae de nuevas. El Ayuntamiento de Logroño ya le otorgó en 2014 la Insignia de San Bernabé, y cinco años después, en 2019 fue reconocida como Vecina del Año por el Consistorio logroñés. Ahora llega la Medalla de La Rioja en un momento en el que la lucha feminista y por la igualdad de género vive un punto de inflexión. Pocas mujeres se atrevieron a levantar la cabeza cuando lo hizo Chover.

Allá por la década de los 70, Chover dejaría París para aterrizar en Logroño junto a su marido Manuel Ruano. Él pondría en marcha Comisiones Obreras en La Rioja; ella se afanaría por dar una voz a los más desfavorecidos. Chover se volcaría en el movimiento democrático de mujeres, para luego luchar por ellas desde los colectivos vecinales. «No podíamos consentir que la mujer se limitara a tener hijos o coser», afirmaba a Diario LA RIOJA hace unos años. Así, enfrentándose a las Asociaciones de Cabezas de Familia que existían en la época, puso en marcha Avezo (Asociación de Vecinos de la Zona Oeste), para que ellas también se sintieran representadas.

Desde esta entidad reivindicó actuaciones para el citado barrio, como el hogar de mayores. Y fue la primera presidenta de la Federación de Asociaciones de Vecinos. Y una cosa fue llevándola a otras: fue concejala de Participación Ciudadana y Consumo en el Ayuntamiento de Logroño, con el PSOE, entre 1991 y 1995; perteneció a la junta directiva de la Universidad Popular; y contribuyó a la conformación de la Asociación de Amigos del Pueblo Saharaui. Un sinfín de ocupaciones en las que Chover se ha sentido cómoda porque entendía la reivindicación como una parte inseparable de la vida. Es la razón de ser de esta mujer, a la que el destino trajo a La Rioja con un propósito claro que ahora el Ejecutivo regional reconoce con la Medalla de La Rioja.

Allá por 2014, un joven Javier García Martínez se hacía merecedor del Premio Jaime I, un galardón que se concede a los investigadores más prometedores y con más futuro del panorama científico español. Aquel acicate recibido de manos de la reina Sofía propició que este químico villametrense creciera en su carrera profesional y, por ejemplo, haya conseguido acceder a la presidencia de la Unión Internacional de Química Pura y Aplicada (IUPAC) para el periodo 2022-2023.

Dedicado en su laboratorio alicantino a la fabricación de nanomateriales destinados a aplicaciones energéticas, tratamientos de aguas, producción y uso adecuado de la biomasa y a las técnicas de separación de gases, García Martínez es el primer español desde 2015 en recibir el Premio al Investigador Emergente de la de la American Chemical Society. Otro de sus logros llegó en verano de 2017 con el reconocimiento por la misma organización como el mejor emprendedor de EE.UU. en el sector químico. También es miembro del Consejo de Tecnologías Emergentes del Foro Económico Mundial, de la Global Young Academy y Fellow de la Royal Society of Chemistry.

Además, se suma a su brillante currículo la autoría de varios libros y artículos especializados sobre nanomateriales, la pasión de este científico que, pese a estar afincado en Alicante, no se despega de sus orígenes riojanos y contribuye siempre que tiene un hueco a divulgar la ciencia, hacerla más cercana y colaborar con cuantas iniciativas le surgen aquí en La Rioja. No en vano, ha visitado en muchas ocasiones la Universidad de La Rioja, entidad con la que el químico riojano y director del Laboratorio de Nanotecnología Molecular de la Universidad de Alicante participa asiduamente tanto en cursos como talleres y otros eventos académicos.

Catorce años han transcurrido desde aquel 2008 en el que la Asociación La Barranca tomara forma institucional y comenzara su andadura de forma oficial con el único objetivo que ha movido siempre, incluso antes de su fundación, a sus miembros: «Recuperar y preservar la memoria de los asesinados y represaliados en La Barranca y en toda La Rioja a raíz del golpe militar del 18 de julio de 1936».

Constituida bajo el nombre de 'La Barranca, Asociación para la Preservación de la Memoria Histórica en La Rioja', la tarea por delante es ardua: seguir investigando y dando a conocer lo que ocurrió, nombrar y documentar los nombres de todos los que murieron asesinados, fusilados o a consecuencia de la represión franquista, enterrar a los riojanos que puedan encontrarse en cunetas y fosas comunes...

La Rioja cuenta con un memorial a las víctimas del golpe militar de 1936, el Memorial La Barranca, que se ubica en el municipio de Lardero sobre el barranco de Barrigüelo y es un lugar único de memoria en nuestro país. Este memorial, creado como cementerio civil en 1979, forma parte del patrimonio de la Comunidad Autónoma de La Rioja desde 1980. Dicho emplazamiento fue inicialmente un lugar donde muchos riojanos fueron ejecutados y sepultados en una fosa común, y ha sido resignificado como símbolo de memoria y reconocimiento de las víctimas gracias a la incansable lucha de las llamadas mujeres de negro y a la Asociación por la Preservación de la Memoria Histórica La Barranca.

Con este memorial como centro neurálgico del recuerdo a las víctimas, la Asociación está abierta a todos los riojanos con el ánimo de que la memoria histórica de la sociedad no deje atrás unos años oscuros que marcaron las vidas de muchas familias riojanas.

La formación y lo lúdico se dan la mano en esta entidad que desde 1994 lleva prestando a los ciudadanos de Logroño un servicio fundamental tanto en lo educativo como en lo social. La infinidad de cursos, talleres y clases que ofrece la UPL despliega una labor callada pero básica en el tejido social de la ciudad de Logroño, que se nutre igualmente de la actividad expositiva y cultural aparejada a tan variada oferta formativa.

La Asociación Universidad Popular, encargada de gestionar la entidad, está constituida por «personas que creen y apoyan la educación, que consideran que la Educación es la mejor inversión que puede hacer la sociedad, porque nos hace crecer plenamente conscientes y comprometidos con nuestro destino individual y colectivo», cuenta la institución en su razón de ser. Sumado a este fin pedagógico, la UPL también se muestra solidaria y movilizada contra la desigualdad social. Por eso, subvenciona acciones de carácter educativo en Latinoamérica y, a través de su comisión de cooperación al desarrollo, gestiona los recursos, lleva a cabo tareas de sensibilización y evalúa los proyectos.

En definitiva, la UPL encarna un trabajo multidisciplinar que pone a las personas en el centro de sus inquietudes para ofrecerles, año a año, y ya van 28, un proyecto que pretende, a través de la magia de la enseñanza, compartir experiencias y vivencias para enriquecer más la vida de los alumnos y del resto de ciudadanos.