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Miguel Ángel Muñoz se prepara para la extracción. Juan Marín
«Quién sabe si algún día me hará falta una transfusión»

«Quién sabe si algún día me hará falta una transfusión»

Miguel Ángel, Alexandra e Ingrid relatan su experiencia en el Banco de Sangre y animan a los riojanos a donar

Iñaki García

Logroño

Viernes, 4 de octubre 2024, 07:31

La unidad móvil del Banco de Sangre va moviéndose por diferentes puntos de la geografía de la región, entre ellos la Universidad de La Rioja. Enfrente del Quintiliano, recibe a posibles donantes. Jóvenes y mayores. Miguel Ángel Muñoz es uno de ellos. Ronda los 60 años y es la primera vez que se acerca al autobús. «Hay que ser solidario, quién sabe si algún día me hará falta una transfusión», señala. «Si ocurre eso, me gustaría que alguien hubiese donado antes», añade.

Muñoz ya ha hecho todos los trámites. Se ha reunido con Steffany Aldaz, la médico responsable de la unidad, y ha pasado todas las pruebas. «Rellenan un cuestionario, le miramos la hemoglobina y la tensión, valoramos su estado de salud general y pasan a la zona de extracción», enumera Aldaz mientras el donante se acerca a la camilla. Se tumba y en poco más de diez minutos ya se puede marchar. «No te hace daño ni nada y la gente es muy amable», destaca poco después que por la puerta aparezcan dos chicas: Alexandra Velázquez e Ingrid Suárez, de 21 y 20 años, respectivamente.

Antes de su llegada Aldaz ya había avisado de la conciencia que en este aspecto tienen los más jóvenes. «Nos sorprende gratamente que vengan a donar:son gente muy altruista, muy comprometida e inquieta;quieren saber y colaborar», se congratula. «La conciencia va, además, de generación en generación: a muchos les han transmitido esos valores en la familia y otros vienen porque, desgraciadamente, han tenido algún evento en el que un ser querido ha necesitado sangre», señala.

A Alexandra Velázquez le ocurrió esto último. «He tenido a varios familiares que han precisado donaciones y yo me he animado para que a nadie le falte», cuenta la joven, que ya es la tercera vez que se presta a estas lides. En esta ocasión, tiene que esperar un poco más. En las pruebas le ha salido la tensión un poco baja. Necesita comer un emparedado y beber un refresco para ver si se le sube y puede tumbarse en una de las camillas de la unidad móvil.

En otra de ellas, ya está tumbada su amiga Ingrid. Ella no ha tenido ningún problema en las pruebas previas y ya se puede comenzar con la extracción. Las enfermeras la preparan y ella ya está acostumbrada a este proceso. «Es la tercera vez que dono», apunta. «Lo hago porque me gusta ayudar», añade. En su caso, afirma que el pinchazo duele «un poquito», pero reconoce igualmente que a ella le dan «un poco de miedo» las agujas. Aun así, eso nunca le ha echado atrás a la hora de donar sangre. Tanto es así que se muestra convencida de que lo volverá a hacer por una cuarta vez. «Seguro que sí», sentencia.

Para unos es su estreno, otros ya están acostumbrados. Unos son más jóvenes y otros acumulan más años. Da igual. Todos son bienvenidos en el Banco de Sangre, tal y como recalca Steffany Aldaz. «La sangre es un producto muy necesario y siempre estamos un poco escasos;en un bien que se necesita mucho y diariamente», resalta. «Diez minutos de tiempo pueden salvar más de tres vidas», finaliza.

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