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De cómo la cercanía de las urnas vuelve locos a los gobiernos... y a sus impuestosJUEVES | IMPUESTOS
Estoy seguro de que acordarán conmigo que no hay momento bueno para una crisis. Pero igual resulta que sí hay uno especialmente malo: el año preelectoral. Porque si ya es difícil que un gobierno o una oposición reaccionen con raciocinio a una tormenta, cuando en ... el horizonte se ve una urna ya es el despiporre: mejor ponerse a cubierto y practicar el sano deporte de no creerse nada.
Lo vivido en las últimas semanas con los impuestos en España es una buena muestra de ello. Primero abrió fuego el andaluz Moreno, tomando una extraña medida anticrisis: bajar impuestos a las rentas altas. Cierto que el impuesto de Patrimonio es un tributo discutible, por eso de volver a tasar lo que ya pagó en su momento. Pero aún así, tocarlo en estos momento es cuando menos curioso. Como lo es hacerlo apelando directamente a estropear otra comunidad autónoma española. Eso es lo que creíamos hasta la fecha que era Cataluña, aunque oyendo al presidente andaluz quién lo diría. Gran argumento para indepes, eso de que España (o una parte de ella, al menos) aspire directamente a robarles riqueza.
Luego vino Valencia a hacer otra cosa por su cuenta (bajar impuestos también, pero por el lado contrario) para cabrear a Sánchez, que inmediatamente procedió a hacer básicamente lo mismo mientras, oh casualidad, desactivaba lo andaluz con un impuesto especial «de solidaridad» a los más ricos.
No hay ninguna explicación económica en todos estos movimientos. Lo de bajar impuestos a los ricos para pensar que el dinero acabará goteando a toda la economía es un cuento chino que a estas alturas no tiene ni media credibilidad económica. Pero lo de bajar impuestos en general en un momento en el que se impone el gasto público en un buen puñado de medidas (los veinte céntimos de la gasolina, recuerdan, por ejemplo) y cuando le estamos pidiendo a Bruselas 140.000 millonacos es como poco curioso. Y apunten: esas regiones que ahora rebajan su fiscalidad vendrán dentro de diez minutos a pedir más financiación autonómica. Porque no les llega, oiga, qué raro.
En fin, al menos no hemos llegado al extremo de los ultraliberales del 'brexit', que se acaban de apuntar una para los anales: bajar impuestos a los ricos y financiar la cosa con un motrollón de deuda pública. El batacazo se ha oído en China.
VIERNES | VISITAS
Si Pedro Sánchez pierde un día de estos un ministro, que llame a Concha Andreu. Lo más seguro es que ande de rule por La Rioja. Qué cosa. Desde que el mundo es mundo no se recuerda un desfile así de gente con cartera por estas campiñas.
Lo bueno es que los riojanos nos vamos acostumbrando. Malos eran los tiempos en que aparecía un ministro por estas tierras y daban ganas de sacar el palio y mandar al párroco de La Redonda a repicar campanas. Raro era.
Lo malo es que en la mayoría de esas visitas haya más brillo de flash que contenido de verdad. El viernes, por ejemplo, el 'exterior' Albares cayó por aquí y lo más sabroso que pudimos sacarle era que iban a contratar a diez tipos. Eso lo hace Andreu cada semana (previos diez descabezamientos) y sin darse tanto pisto.
El objetivo principal es, claro, seguir acelerando en la campaña electoral que el PSOE riojano se ha marcado con tanta aceleración como fijeza. Hacen bien, porque para cuando el PP se ponga a correr (si es que lo hace algún día) la candidata Andreu estará ya a la altura de Fuenmayor. De la mano de algún ministro, seguramente.
MIÉRCOLES | ELA
El miércoles publicábamos por aquí la historia de la primera asociación riojana de enfermos de esa terrible enfermedad que se llama ELA. Una de esas cosas que parecen un castigo divino, un mal que te va quitando poco a poco tu cuerpo hasta que, al final, te mata sin remedio.
Desde su silla de ruedas nos hablaba Francisco. Y ya de paso dejaba una de esas frases que te dejan un poso de pasmo cerquita del corazón: «Sé el final, pero ahora estoy aquí».
Francisco está aquí, aprovechando sus alientos del primero al último. Buen ejemplo, se me ocurre, en estos tiempos de tribulaciones. No olvidemos las cosas que importan.
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