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Representantes de ARAD, Arsido, ARER, AFA, Salud Mental La Rioja y ACAB.
Ayudas para los que más ayudan ante la pandemia

Ayudas para los que más ayudan ante la pandemia

Reinvención. Las entidades riojanas que atienden a colectivos vulnerables han visto multiplicada la demanda en paralelo a la merma de recursos y restricciones limitantes

Teri Sáenz

Logroño

Martes, 6 de abril 2021, 07:32

La irrupción del COVID y el drástico vuelco que ha supuesto para la inmensa mayoría ha impactado con especial intensidad en los más frágiles. Si para el ciudadano de a pie la crisis sanitaria y económica ha supuesto un revés a veces insalvable, en el caso de los colectivos más expuestos a la vulnerabilidad amenaza además su delicado equilibrio. Uno de los escudos esenciales para contener la situación han sido (lo siguen siendo) las asociaciones que velan por su atención. En cualquier frente, para distintos segmentos de la población. Con problemas sobrevenidos o arrastrados por su propia condición.

El resultado es que esa red de contención se ha estirado al máximo con la eclosión del virus y la cadena de dificultades generada. Entidades que ya sin pandemia daban el máximo de sí han visto cómo la demanda de sus servicios se ha disparado aunque, al mismo tiempo, se han estrechado sus posibilidades. Unas veces por razones económicas y casi siempre por la complejidad de adaptación a las obligadas restricciones. Con un añadido:la singularidad de sus usuarios, para quienes colocarse una mascarilla, frotarse las manos con gel a cada rato o no poder interactuar durante semanas en su entorno reconocible llega a suponer un desafío descomunal.

Los ejemplos recogidos en relación a las asociaciones centradas en el síndrome de Down, el Alzheimer, las adicciones o la salud mental son solo una mínima muestra de esa paradoja del más con menos. El patrón que se repite prácticamente en la totalidad de entidades de La Rioja con afán de apoyo y que han superado con una forzosa reinvención.

Da igual el área de actuación. En todos los casos se repite una secuencia pareja, trabas análogas. Entre ellas, los gastos derivados de la adecuación de las instalaciones por una parte, y por otra, la compra e implementación de los recursos de protección. Mamparas de seguridad, mascarillas, gel hidroalcohólico, alfombrillas, sectorización de espacios, desinfección, control de accesos... Necesidades que han constituido una carga extra para economías nunca holgadas y que no siempre han podido sufragarse con ayudas o subvenciones que reclaman mejoras. Iniciativas ya tradicionales para recaudar fondos en forma de festivales o mercadillos han sido además inviables, coartando así una fuente de ingresos en ocasiones irremplazable. No repercutir el coste en los asociados ha arrastrado otra consecuencia común:la aplicación de ERTE en plantillas donde los profesionales no son uno más, sino la referencia imprescindible para quien recibe apoyo psicológico, estimulación precoz o cualquier clase de terapia.

Lejos de acomodarse o aparcar en la resignación, las asociaciones de la comunidad han tomado el camino de adaptarse. Las nuevas tecnologías han jugado aquí, como en otros tantos sectores, un papel decisivo, aunque siempre insuficiente. Porque el trato directo, el contacto físico, la palabra sin filtros, son una parte esencial del tratamiento para las personas que tendrían más difícil todavía superar la coyuntura sin el respaldo de su asociación. Las mismas que ahora reclaman algo más de ayuda propia para seguir sin fallarles.

ASOCIACIÓN RIOJANA PARA EL SÍNDROME DE DOWN ARSIDO

«Los chavales han llevado la situación mejor que los padres»

Miembros de Arsido, durante una jornada celebrada en el 2018. J. H.

Arsido ha encarado las restricciones con una mezcla de entereza y cambios operativos. «Económicamente no hemos sufrido demasiado aunque las subvenciones no han mejorado, pero hemos tenido que adecuarnos en muchos niveles», explica su presidenta, Milagros Portillo. Ajustes que se tradujeron en un ERTE de dos meses durante el confinamiento para once colaboradores –el mantenimiento de las sedes de Logroño y Calahorra recayó en el gerente y una administrativo en teletrabajo– y luego, en la suspensión de actividades esenciales para los usuarios de la entidad. Desde los talleres de vida independiente, hasta los de habilidades sociales, ocio, teatro, baloncesto o apoyo educativo. «Poco a poco vamos retomando la presencialidad en tareas que son fundamentales para este tipo de chavales que necesitan el contacto directo como estímulo», sigue explicando sin dejar de destacar la naturalidad con que han asumido el escenario. «Lo han llevado incluso mejor que los padres, y eso que la modificación de las rutinas no es fácil para ellos», señala la responsable de una entidad que agrupa a 65 familias de personas con síndrome de Down y empieza a recibir otros usuarios con discapacidad intelectual. El frente laboral han sido uno de los más trastocados. «Al reducirse los integrantes en cada grupo, hemos debido contratar a más profesionales para llegar a todo, pero a la vez los contratos han sido breves por las variaciones en la normativa y la incertidumbre», añade.

SALUD MENTAL LA RIOJA

«Se deben habilitar más ayudas para garantizar la liquidez»

Ercilla, junto a otros miembros de la asociación. MIGUEL HERREROS

El alza de la demanda en Salud Mental La Rioja ha sido ingente. A los usuarios habituales de sus cuatro centros y los múltiples servicios de atención psicosocial y laboral que atienden a 800 personas se ha sumado durante la pandemia un nuevo contingente nada menor. «El virus ha provocado no solo secuelas en la salud física, sino un gran aumento de los problemas en la salud mental, y especialmente entre quienes han superado el COVID», confirma su directora, Mariví Ercilla. Cuadros de estrés, ansiedad o depresión que, entre quienes ya tenían diagnosticado un trastorno mental, se ha traducido en un 6% más de ingresos en la unidad de agudos y un alza del 21,4% de los casos que han precisado elevar la medicación para prevenir la aparición de una virtual crisis. En este contexto, el criterio durante y después del confinamiento ha sido dar continuidad a la atención, unas veces reorganizando los servicios y otras por medios telemáticos y telefónicos, articulando también un servicio de comida diaria a domicilio. La coyuntura ha llevado a Salud Mental La Rioja no solo a mantener a todo el personal, sino a contratar a más pese a las limitaciones económicas. «Deben habilitarse soluciones de financiación a corto, medio y largo plazo para garantizar la liquidez de las organizaciones», avisa Ercilla al recalcar los sobrecostes generados por el COVID o el «injustificado» recorte en el convenio para las obras de una residencia para el colectivo que atienden.

ASOCIACIÓN RIOJANA DE ENFERMEDADES RARAS ARER

«El teléfono no puede suplir las necesidades que se nos presentan»

Echeita, con otros dos miembros de ARER en su sede. JUSTO RORÍGUEZ

La Asociación Riojana de Enfermedades Raras no es ajena al vuelco que ha supuesto la pandemia para el devenir de las entidades que apoyan a los colectivos más vulnerables. En el caso de la ARER, el impacto no se ha notado tanto en su actividad como en el pulso que día a día imprime a sus asociados. «Para personas que sufrimos patologías tan especiales y muchas veces incomprendidas, la socialización que nos ha arrebatado esta situación es vital», comenta Miguel Ángel Echeita, presidente del ente que aglutina a 60 de los casi 10.000 riojanos que se estima que sufren alguna de las más de las 7.000 enfermedades catalogadas como raras por su mínima incidencia. «Juntarnos, compartir nuestras experiencias y encontrar en el otro un apoyo supone un valor fundamental que ahora no es posible por las restricciones», apunta. Una circunstancia a la que añade otra puramente sanitaria: la fragilidad de un tipo de pacientes en los que el contagio por COVID puede acarrear secuelas muy severas. La sede que ARER comparte en Logroño con la asociación de vecinos La Cava-Fardachón y el grupo scout Monte Clavijo permanece así bajo mínimos. Tan limitada como la atención por parte de los servicios de salud. «Nuestra cuadros son muy particulares, y algunos pluripatológicos», prologa. «Las necesidades son por tanto muy específicas y la asistencia telefónica que se ha prestado estos meses no siempre la ha suplido», concluye Echeita, afectado del síndrome McLeod.

AFA-RIOJA

«El mayor problema ha sido adecuar el espacio para grupos burbuja»

De Pablo, en las instalaciones de AFA-Rioja de la calle Somosierra. S. T.

La casuística de la Asociación de Familiares de Enfermos de Alzheimer de La Rioja difiere en parte de otras entidades volcadas en colectivos vulnerables. Las inversión que supuso adecuar las instalaciones de las calles Somosierra y Manresa y hacerse con el material de protección requerido –7.900 euros en total– fue cubierto con ayudas de la ADER. «Concurrimos a la convocatoria del plan estratégico y al de prevención de riesgos laborales y, afortunadamente, sufragamos el coste extra», confirma Alberto de Pablo. Superado ese trance, la principal traba devino de las restricciones de espacio para mantener los grupos burbuja. «La obligación inicial de reducir de diez o ocho personas cada actividad fue muy limitante, y aunque nos prestaron durante un mes una sala en la zona Oeste para grupos de apoyo, luego fueron virtuales». La coyuntura obligó a cerrar la sede tres meses, prescindiendo temporalmente de 14 de los 17 trabajadores, si bien se mantuvo siempre la presencialidad en los talleres de estimulación cognitiva. Las plazas se redujeron un 15%, una caída sobrellevada por la minoración de las derivaciones que Neurología hace a la asociación para informar a las familias afectadas y los recursos disponibles. «La gente tiene miedo al virus, aunque sí ha crecido la demanda a nivel psicológico», añade al subrayar el perfil de los enfermos de alzheimer «que asumen con dificultad los cambios y ponerse una mascarilla o una pantalla les resulta muy complicado».

ARAD

«El encierro ha hecho aflorar muchos casos de adicciones ocultas»

Carmen Castroviejo, a las puertas de la sede de ARAD. MIGUEL HERREROS

No dejar de atender a nadie por muy adversas que sean las circunstancias. Esa es la consigna que guía la labor de la Asociación Riojana para la Atención a personas con problemas de Drogas y que se ha reforzado más si cabe durante la pandemia. «Al tratarse en su mayoría de perfiles con debilidades psicológicas, resulta crucial que perciban un apoyo constante», razona Carmen Castroviejo, la presidenta de ARAD que durante unos meses mantuvo ese vínculo vía telefónica o telemática y el 25 de mayo retomó la asistencia presencial. «Dentro de lo posible», matiza, «porque hemos tenido que prescindir de los grupos terapéuticos por la distancia social, pero multiplicando las atenciones individuales». De esa forma han respondido a la necesidad de los usuarios habituales y también de no pocos nuevos. «El encierro ha hecho aflorar muchos casos de adicciones ocultas», relata. «Personas que abusaban del alcohol o del juego 'on line' fuera y que, al estar en casa, ellos o sus familiares se han hecho conscientes de la situación». Con esa sobrecarga, Castroviejo estima que el millar de personas a las que da cobertura ARAD superará este ejercicio las 1.200 a pesar de los costes añadidos. «Por un lado hemos tenido que sufragar las medidas de protección, y por el otro, además de que las subvenciones no han crecido ha resultado inviable realizar los festivales y otras actividades con las que solíamos obtener donaciones».

ACAB RIOJA

«El confinamiento ha elevado los trastornos alimentarios un 20%»

La presidenta de ACAB Rioja, Gloria Martínez. SONIA TERCERO

La Asociación de Trastornos de la Conducta Alimentaria (ACAB Rioja) prescindió de la sede de que disponía en la calle Muro de la Mata de Logroño en febrero del año pasado. Lejos de que la clausura implicara un descenso de actividad, su tarea se ha redoblado durante la pandemia. «Tuvimos que cerrar por falta de recursos a puertas del confinamiento, pero seguimos trabajando igual», explica su presidenta en la comunidad, Gloria Martínez. El grueso de los servicios que antes del COVID se prestaban de manera presencial son ahora ofertados 'on line' y a través de una página web completamente actualizada. «Nuestro equipo de psicólogos –uno para Rioja Baja y dos en Logroño– y yo misma seguimos trabajando de igual manera», detalla. «No hemos dejado nunca de prestar ayuda», abunda avisando de que los trastornos alimentarios se han elevado un 20% por razón del encierro y la presión acumulada en un estado de incertidumbre. «Las conferencias que realizábamos por toda La Rioja así como los talleres grupales de autoayuda y psicoeducación se han pospuesto, lógicamente, pero las terapias individuales se mantienen en la mayoría de los casos con la esperanza de alcanzar la normalidad», expone explicando cómo ACAB ha soslayado en parte la mengua de las ayudas para su labor con el donativo prestado por una familia de los más de 300 pacientes que la entidad atiende al año.

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