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En un contexto de escalada de precios, tanto de la electricidad como de los alimentos y los combustibles, las autoescuelas riojanas afrontan con «bastante preocupación y complicaciones diarias» el desempeño de su actividad. Sobre todo porque, al igual que los transportistas, también se ven afectadas por unos altos costes que, de seguir así, solo provocarán pérdidas dentro del sector.
Sin ir más lejos, y según las estimaciones de José Antonio Rodríguez, presidente de la Asociación Riojana de Autoescuelas (ARAE), llenar el depósito de los turismos y motos que destinan a la formación práctica les supone ahora 20 euros más que hace dos meses. Un notable incremento que, según Rodríguez, «nos agobia todavía más, ya que hace que nos encontremos en una situación muy complicada».
«Después de este periodo tan malo por la pandemia, en el que no realizamos ninguna subida en los precios, esperamos que nuestra continuidad no se vea afectada. Somos un sector en el que, año tras año, surgen complicaciones, y nos meten palos entre las ruedas, pero trataremos de superar estos altos costes, al igual que el resto de la sociedad», sentencia el presidente.
Sobre todo porque, en el caso de las autoescuelas, no hay ninguna horquilla fijada para el sector. Así, y a pesar de que los clientes se matriculan con un contrato en el que se establece un precio fijo, algunas autoescuelas de la capital riojana, como Servando o Aída, ya están pensando en los resultados de las cuentas del primer trimestre para saber cómo les ha afectado esta subida y ajustar sus precios. «Ahora mismo el incremento de los carburantes está repercutiendo en nuestros costes, porque tenemos menos ingresos y más gastos, pero no en los alumnos. Dentro de unos días podré hacer números y, ya en Semana Santa, tomaré medidas en función de los resultados», explica José Ramón Ochoa, administrativo de la Autoescuela Aída. En este sentido, «si son muchas las pérdidas, tendré que incrementar el coste de las clases, tratando de repercutir lo mínimo posible en los clientes».
Una situación que, como advierte Rodríguez, es extrapolable al resto de las autoescuelas, ya que, si esta escalada de precios no llega a su fin, «no nos quedará más remedio que aumentar las tarifas, sobre todo en las prácticas de coche y moto, porque si no la situación es insostenible».
Ninguna se muestra partidaria de este incremento, «porque el carnet es un bien para poder ir a trabajar» y porque «retrotraería la edad de obtención del permiso de conducir», pero son conscientes de la gravedad de su situación. De ahí que, de darse un aumento en los precios, este no será «nada desorbitado» para los alumnos, ya que solo «se ajustará a los tiempos que corren para mantener el nivel adquisitivo que teníamos antes de esta subida tan brutal de los combustibles».
El Gobierno aprobó el lunes un plan de choque para mitigar los efectos de la guerra, que beneficiará de manera directa al sector del transporte, pero no al de las autoescuelas. «Estamos acostumbrados a ser un sector apartado; no pertenecemos ni a la enseñanza ni al transporte, por lo que nos encontramos en tierra de nadie dentro del mundo laboral», lamenta el presidente.
Ante esta situación, y para paliar la escalada de precios, Rodríguez reclama la inclusión de las autoescuelas en el paquete de medidas adoptado por el Ejecutivo central, reducir el IVA de los carburantes, así como ayudas directas que «beneficien a todos, ya que solo así evitaremos subir los precios del carnet». Porque, como resalta el administrativo de la Autoescuela Aída, «las autoescuelas son necesarias, ya que sin ellas no habría transportistas que acuden a trabajar».
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Mikel Labastida y Leticia Aróstegui (diseño)
Óscar Beltrán de Otálora y Gonzalo de las Heras
José A. González y Álex Sánchez
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