Pedro Sánchez, tras la Conferencia de Presidentes del miércoles. AFP
EL REPASO

El arte de no hacer lo que se debe

De cómo los gobiernos se deciden por medidas inútiles y evitan lo que saben que será mejor

Pablo Álvarez

Logroño

Domingo, 26 de diciembre 2021, 01:00

MIÉRCOLES | MASCARILLAS

Es mejor hacer caso a los que saben

Convengamos una cosa a estas alturas del sainete: es mejor hacer caso a los que saben. Es lo que les repetimos a los antivacunas una y otra vez: zoquetes, haced caso a la ciencia, que es la que nos ha sacado de múltiples entuertos y ... la única que nos puede sacar de este, aunque cueste.

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Pero claro, si luego cuando toca que nosotros hagamos caso a esos expertos pasamos de ellos y nos dedicamos a tirar fuegos artificiales (a ver si distraemos a la peña) pues lo cierto es que nuestra autoridad moral no se sostiene.

Me explico, si no les importa. Los expertos que asesoran al Gobierno central y a las comunidades autónomas llevan tiempo diciendo que conviene ponerle freno a esta pandemia. Y recomendando haber hecho, incluso antes del puente, lo que sabemos que funciona: o sea, restringir las cosas donde se reúne la gente sin mascarilla.

Sí, es verdad, es la pobre hostelería, que lleva tantas bofetadas que ya ni las siente. Mentira, claro que las siente, y para eso deberían estar las ayudas públicas para los que más sufren. Pero esa era la recomendación de los expertos: limitar primero barras, luego interiores, aforos por supuesto y ocio nocturno donde, como está comprobado, la distancia y la mascarilla son una leyenda urbana.

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La decisión del Gobierno de Sánchez, y con ella la de nuestra presidenta Andreu, fue meritoria: no se me ocurre nada más inútil ahora mismo. O sea, no hacer caso de nada de lo dicho por los que saben, y volver a poner la mascarilla obligatoria en la calle. No sé si ellos pasan por las mismas calles que yo, pero sinceramente veo a casi todo el mundo con mascarilla en las ciudades. Y a casi nadie con ella en los interiores de los bares. Tiene mérito: convocar una conferencia de presidentes con boato y tres días de antelación para luego decidir una absoluta inutilidad. Incluso el único beneficio que se me ocurre, el de su efecto psicológico de advertir a la gente de que las cosas van mal, queda aplanado por todo lo que se ha dejado de hacer.

Ese arte de hacer lo que no se debe (y por tanto de no hacer lo que se debe) nos va a llevar esta Navidad a cosas bien curiosas. Lleven ustedes mascarilla por la calle, porque hay mucho contagio. Pero a la vez, si quieren, pueden pasarse por un cotillón de 1.000 personas en Logroño. O salir en Nochevieja hasta las siete, que seguro que se ven muchas mascarillas por la calle y más en los interiores.

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En fin. Cuídense. Ustedes saben cómo se hace. Y vacúnense si aún no lo han hecho.

JUEVES | ACTUAL

Actual sin pasaporte

Según se acercan las fechas y se pone peluda la cosa sanitaria, choca más la celebración de Actual 2022. Lo cual es una lástima auténtica, porque este festival tiene una pinta brutal, la mejor desde hace muchos años.

Pero ustedes me perdonen si hay cosas que no entiendo. Veamos. La organización ha decidido dejar de celebrar un evento nocturno con comida y bebida por razones sanitarias.

Bien, claro. Me parece buena idea. Así disminuye la posibilidad de contacto sin mascarilla, que aumenta por supuesto la transmisión.

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Pero a la vez, la normativa actual del Gobierno se ha cuidado mucho de hilar fino para que en el festival no se tenga que pedir el pasaporte COVID. O sea, para que nadie deje de ir por el detalle ese de no estar vacunado.

Confiemos en que realmente todo el mundo que vaya a Actual se cuide, y aguante un concierto con su mascarilla y tal. Y que si no, haya ahí dentro más control del que hay en las discotecas, pongamos por caso. Que es cero. Y lo que no entiendo, en fin: ¿Tan difícil era obligar al pasaporte COVID para entrar en los grandes actos de Actual?

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MIÉRCOLES | LOTERÍA

Suerte y suerte

Como siempre, el 22 de diciembre me deja como descompuesto. Porque no me ha tocado, claro, pero luego también porque pienso en toda esa gente a la que la suerte ha forrado el bolsillo de un día para otro. Es curioso: por cada historia de grandes premios en sitios insospechados hay otra de desastres económicos en premiados con menos cabeza que fondos.

En fin, la suerte es caprichosa, pero siempre me ha interesado mucho ese momento en que una cosa así te cambia la vida de esa manera, se supone que para bien. Tras el golpe de la suerte, hace falta otro: para mantenerse un poco cuerdo.

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