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Finalmente, el juzgado ha concedido una semana más de plazo para que Diana Carolina, sus hijos de 5 años y 7 meses, y su pareja abandonen la vivienda en la que residen. Siete días para buscar una nueva residencia y para poder llevarse todos sus ... enseres. El plazo concedido inicialmente a la familia que reside en la primera planta del número 6 de la calle San José de Calasanz de Logroño vencía a las 13 horas de ayer. Ese era el desenlace previsto de una historia que comenzó hace un año y que ha atrapado a Diana Carolina en una red de la que no puede escapar y en la que nada ha sido lo que parecía ser.
Hace un año alquiló la vivienda a quien decía ser su propietaria. 500 euros al mes y una duración estimada inicial de un año. En B. Sin contrato de por medio. «Me iba dando largas diciéndome que ya lo haríamos, pero finalmente no se hizo nada. De todas formas, tengo los justificantes de las transferencias que le he hecho y he pagado la luz y el agua», explica hora antes de que venza el plazo dado por la justicia. Pero aquella mujer no era la propietaria de la vivienda, era la arrendataria que, después ha sabido, alquiló el piso al verdadero dueño por 300 euros y posteriormente se lo realquiló.
En febrero las cosas empezaron a torcerse. Embarazada de siete meses, la presunta propietaria le dijo que se tenía que marchar del piso y presentó una denuncia contra ella para que abandonaran la vivienda. «Hubo un cruce de denuncias, pero aún no hay sentencia de aquel proceso», dice, algo que corrobora el abogado de oficio que ha llevado su caso y que aún sigue ayudándole.
Pero la sorpresa mayúscula llegó después de una avería en la vivienda. «Vino un técnico del agua y me dijo que el propietario de la vivienda no era la mujer a la que le había alquilado el piso, sino otro señor que yo no conocía. Hablé con él y me dijo que no sabía que yo estaba viviendo en el piso y que había iniciado un proceso de desahucio contra la arrendataria porque no le había pagado nada, ni siquiera los gastos de luz y de agua. Yo le pagaba 500 euros al mes y ella no pagaba nada», dice angustiada.
Así, fueron pasando los meses hasta que a la vivienda llegó una orden de lanzamiento (de desahucio) en el que fijaba las 13 horas del 4 de noviembre como hora límite para abandonar la vivienda. «Pero el desahucio con es contra mí, es contra ella, contra la mujer que me alquiló el piso», explica sin comprender cómo se va a ejecutar contra ella pese a que ha hecho frente a todos los pagos que le correspondían.
«El dueño de la vivienda me dijo que quería recuperar el piso, que no quería alquilármelo y le pedí un mes de plazo, pero no me lo ha concedido», dice comprendiendo también su situación. Jesús Crespo, su letrado, añade que solicitó un incidente de nulidad de las actuaciones al no dirigirse el desahucio contra su cliente y alegando también su situación de vulnerabilidad. «El juzgado en una mera providencia que no viene ni firmada por el juez lo ha descartado y dice que no procede paralizarlo al no tratarse de la arrendataria sino de una mera ocupante de la vivienda. Creo que es mejor que pelee, pero...», decía Crespo.
A pie de inmueble, el propietario de la vivienda explicaba que su única pretensión era recuperar un inmueble del que ha estado pagando los suministros básicos desde que lo alquiló y por el que no ha recibido renta alguna. «La persona a la que se lo alquilé no podía subarrendarlo y no me ha pagado. Ella dice que quien ocupa ahora la vivienda, tampoco le ha pagado ninguna renta, sólo la del primer mes», argumentaba lamentando que es la segunda vez que se encuentra en una situación similar, si bien en la primera no fue necesario acudir a la justicia.
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