En el interior del Jardín Botánico de La Rioja se esconde un tesoro oculto, que puede resultar desconocido a pesar de su relevancia. «Lo más importante de esta casa no está en lo que se puede ver aquí en el jardín ni en la colección ... de coníferas, que es la más importante que existe de pinos en España; sino en lo que está dentro de los congeladores, como es nuestro banco de semillas», expone Antonio Bartolomé, fundador y director del Jardín Botánico de La Rioja.
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En ellos, de hecho, se encuentra el «corazón» de este enclave tan especial, que «está pensado para los más pequeños». «En esta casa todos los visitantes son importantes, pero los nietos constituyen nuestro punto de partida, de ilusión y de preparación de todo lo que hay aquí», resalta Bartolomé. Todo debido, en parte, a que entre las bases de este dilatado proyecto se encuentran «divulgar y conservar» y por eso, en cada paso que se da desde la Fundación El Botánico «se piensa en dejar lo máximo que podamos para los que vienen después», asegura.
El objetivo no es baladí. «Cuando te vayas a la cama habrá entre diez y quince especies vegetales que habrán desaparecido de la tierra», expone el fundador del citado jardín botánico antes de apuntar que esta ausencia se producirá «cada día». Por todo ello, desde su banco, cuando se necesitan o se solicitan semillas «en cualquier parte del mundo», «las enviamos para que otras entidades sin ánimo de lucro puedan repoblar sin cobrarles nada», afirma Bartolomé antes de añadir que «a veces también recibimos nosotros, pero principalmente somos donantes».
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