José Manuel Vallejo, usuario de Cáritas, en el Seminario G. L.
José Manuel Vallejo | Usuario de Cáritas

«Si no fuese por su apoyo, me sentiría excluido de la sociedad»

Arruinado por la crisis de 2008 y tras sufrir un ictus hace 5 años, pide a los riojanos que «echen una mano» a la entidad, porque «qué sería de tanta gente sin ella»

Jueves, 8 de junio 2023, 07:52

«Pedir no es una vergüenza, es una necesidad». José Manuel Vallejo, 58 años, no quiere esconderse, tiene mucho que agradecer a Cáritas La Rioja y quiere devolver a la entidad, aunque solo sea con su testimonio, parte de lo que le han dado desde ... que llamó a sus puertas para evitar que el infortunio lo arrastrara al más negro de los abismos. Y con él, a sus seres más queridos, su esposa y sus dos hijos, una familia que se vio devorada por la crisis económica de 2008 y algunos problemas de salud. Un destino del que nadie está a salvo.

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«Yo era carpintero ebanista profesional, tenía un negocio propio, una carpintería, y no me faltaba el trabajo, pero con la crisis de 2008 me desapareció todo. No me quedó más remedio que trabajar de barrendero o de lo que saliese, tiré para adelante como pude, pero hace cinco años me dio un ictus y, claro, con mi edad no encuentras un trabajo estable», inicia su relato José Manuel.

Con el agua al cuello, la supervivencia es imposible. «Mi mujer es asmática de mucho riesgo y no puede trabajar, tenemos dos hijos de 14 y 18 años y en casa entran menos de 900 euros al mes, los 229 de mi subsidio de desempleo y los menos de 700 del Ingreso Mínimo Vital familiar a nombre de mi esposa, pero el alquiler se lleva 643 euros, a lo que hay que sumar suministros y necesidades. Es imposible llegar».

Acudió a los Servicios Sociales pero, recuerda, «te dan un ayuda puntual para todo un año que no llega a 600 euros y ellos mismos te derivan a Cáritas». Así llegó ante las puertas de la entidad de la que habla con un cariño y una emoción incontenible. «A mí me costó por vergüenza, pero llega un momento que tienes que pedir socorro. Llamé a su puerta y me ayudaron. Todos los meses me dan alimentos, alguna vez que no hemos podido pagar el alquiler he ido a la parroquia y me han ayudado con lo que buenamente han podido, lo mismo con algún recibo de la luz... Sin ellos estaría perdido», asegura tajante, para añadir: «Ellos se vuelcan, me llaman todos los días, los quiero mucho. A Pepín, Patricia, Dani, Vanesa... Los quiero tanto que hasta me emociono».

Un sueño muy simple

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El año pasado la entidad lo incluyó en su bolsa de empleo y pudo trabajar tres meses en una residencia de mayores y ahora ha logrado un contrato en una empresa de limpieza, aunque solo ocho horas a la semana. «Es muy doloroso, de verdad, tener que ir a una puerta a que te den alimentos, a pedir socorro porque yo tengo 58 años y un ictus, pero me siento joven para trabajar. Muchas veces estoy sentado en casa y mi mujer me ve llorando y me tiene que animar. A veces hablo con los de Cáritas porque no me siento persona, porque alguien que no puede llevar el sueldo a casa para mantener a los suyos se siente inútil», se confiesa José Manuel, empeñado en mantenerse firme, luchar y no dejarse caer. «Pese a todo, la esperanza no se pierde nunca. Si no fuese por Cáritas me sentiría absolutamente excluido de la sociedad. Por eso siempre digo, no vienes a pedir ayuda, sino socorro, porque estás con el agua al cuello y no sabes a dónde ir ni qué hacer».

Su sueño es tan simple que escucharlo casi sonroja. «Solo pido un pequeño trabajo estable, de lo que sea y con el salario mínimo, porque con eso y el Ingreso Mínimo Vital podríamos pagar el alquiler, comer y vestir», señala con una sonrisa de tristeza antes de proseguir: «Mi sueño es encontrar ese pequeño empleo y poder ayudar a Cáritas, devolverle algo de lo que me ha dado, en lo que necesiten porque sin ellos qué sería de la gente que está excluida. Muchos acaban quitándose la vida. Yo vivo en un tercero y a veces me asomo a la ventana y pienso si se acabaría todo ya... Pero de inmediato miro para atrás, veo a mi familia y me doy cuenta de que tengo que luchar por una vida, sabiendo además que tienes contigo a gente que te quiere y que no te va a dejar sola».

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Una caja de leche fuera del reparto para que sus hijos no vayan al colegio sin desayunar, lapiceros y cuadernos para sus estudios... «Vas a Cáritas y a la parroquia y siempre te ayudan en lo que pueden, pero no llegan, porque somos tantísimos...», destaca José Manuel, que lanza un mensaje a la sociedad: «A los riojanos les pediría que le echen una mano porque qué sería de tanta gente sin ellos. Cómo te atienden y ayudan, te escuchan, lloran y ríen contigo... Cáritas está haciendo el trabajo que tenía que hacer otros, los políticos y las administraciones. Ojalá mañana no tenga que volver a llamar a su puerta, sino venir no para pedir sino a ofrecerles mi ayuda».

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