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Un año para celebrar otros 135
Aniversario

Un año para celebrar otros 135

La entrega de los primeros Impronta marca el tramo final de un año en el que Diario LA RIOJA celebra el 135 aniversario de su nacimiento

Pablo Álvarez

Logroño

Domingo, 24 de noviembre 2024, 08:55

Se nos está acabando el cumpleaños. Al menos, este cumpleaños redondo: tenemos la costumbre de celebrar cada lustro como si fuera, que lo es, algo especial. Cada vez que lo hacemos miramos hacia atrás y nos da algo más de vértigo. Y es que esta casa lleva contando lo que pasa en La Rioja 27 lustros. Son 135 años, ya casi 136. Si usted está leyendo esto en papel, tiene entre sus manos el ejemplar número 44.518. Si lo lee en internet, el recorrido ha sido algo más modesto, pero ya empieza a ganar su propia altura en años, que ya son 27 contando nuestras cosas, sus cosas, en la web.

Como en esas fiestas en las que hay que estrenar algo para tener suerte, este año hemos estrenado los Impronta. Que no son flor de un cumpleaños, no: la idea es que, como ocurrió ya el viernes, se conviertan en la gran noche en la que los riojanos se reconocen y premian a los suyos a través del periódico que les lleva acompañando desde (no me nieguen que da vértigo) el 15 de enero de 1889.

Muchas vidas en papel

Algunas de las portadas que acompañan estas líneas ya las vieron ustedes, si tuvieron la oportunidad de pasar por la exposición que mantuvimos abierta en El Espolón logroñés este otoño.

Pero nuestra hemeroteca es inagotable. Por cierto, los suscriptores de la web pueden verla prácticamente entera: una gozada auténtica. Con esa hemeroteca como guía, podemos recorrer las huellas de esos 135 años que empezamos. Que no es malo hacer memoria.

Todo empezó con cuatro páginas y un folleto volandero, en un Logroño repleto de periódicos. Hubo hasta 50 en La Rioja del último tercio del siglo XIX. Algo debía tener LA RIOJA, el hijo de don Facundo Martínez Zaporta, para que los lectores la bendijesen con su favor, para que sobreviviera a todos durante esos años finales del siglo XIX.

La cuna de LA RIOJA era Logroño, aunque éste fue siempre un periódico de toda la provincia, luego Comunidad Autónoma: recibir las noticias de cada pueblo, desde el más grande al más pequeño, fue y es una tarea no pequeña.

Pero volviendo al nacimiento: todo empezó en la casa que llamaban «del Correo», primera sede de LA RIOJA (primero subtitulado «Diario político», luego «Diario imparcial de la mañana»). Lógico, siendo don Facundo un antiguo oficial de Correos. Como un fugaz homenaje, pareciera, a quien uno fue. Porque un año después, el periódico ya estaba en el número 9 de la calle Sagasta, que por entonces era una vía bastante nueva que acababa en un puente bastante nuevo: el de Hierro, que aún brillaba, apenas ocho añitos después de ser inaugurado. No busquen en el número 9 si pasan por allí, porque años después los números de la calle cambiaron y aquel edificio pasó a ser el 25.

Un periódico siempre ha sido una pequeña obra de arte cotidiana, pero en aquellos entonces era una cosa de artesanía, de tipos encajados y tinta chorreante, de seis columnas de texto apretadas, seguidas, casi embarulladas en un chorro de noticias que lo mismo viajaba a China que a Fuenmayor.

Los cambios en un periódico no siempre son graduales. Vistos desde el balcón de los 135 años, hay algunos saltos mortales. El primero siempre es la muerte del padre: don Facundo nos dejó en 1911, dejando también para el recuerdo una portada-esquela, un doble recuadro que resulta, vista desde hoy, insólita. Aunque no era tan raro por aquella época ver esquelas en la portada.

Felipe, hijo de Facundo, fue su sucesor. No es el Martínez-Zaporta que da nombre a la plaza logroñesa a la que se trasladaron en 1914, ocupando parte de un edificio que aún sigue ahí, aledaño y compañero del Teatro Moderno. Esa plaza lleva el nombre de Francisco, otro de los hijos de Facundo, político y filántropo.

Hasta la guerra

LA RIOJA fue girando a la vez que giraba el mundo., con el mismo carácter liberal-reformista que le había conferido su fundador, republicano sin duda a partir de 1931, en un Logroño que, como todo el país, estaba cada vez más esquinado, incluso entre periódicos de distinta tendencia y mando.

Chispa, libertad y confrontación, quizá demasiada. Pero mejor que lo que vino después: el pie del régimen se posó sobre la prensa en 1938, reuniéndola en una sola cabecera bajo el epígrafe de Nueva Rioja y el peso, por primera vez, de una censura de prensa sin piedad.

43 años después, en 1981, LA RIOJA recuperó su nombre, el que se quería para la Comunidad, el que mantenemos en este cumpleaños (y muchos que vendrán).

Vértigo, pues, sí. Mucha historia que defender, y mucho futuro que contar. con todos ustedes.

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