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Qué difícil es escribir de esto. De nada sirven los 33 años de profesión. Cuando se apaga la luz, uno se queda a oscuras, inseguro, desorientado... Y eso eras tú, Sandra, pura luminosidad. De tu profesionalidad poco hay que decir, nadie dudó jamás. Pero tu fortaleza eran tu generosidad y bondad, y esas las llevabas inscritas en ese rostro de perpetua sonrisa que irradiaba de tu boca y del brillo de tus ojos.

Nada era capaz de alterar ese optimismo, esa contagiosa alegría permanente. Cualquier reto, la más insólita petición, muchas de ellas, por no decir casi todas, para ya, para ayer (es lo que tiene el periodismo), eras capaz de conseguirlas. O lo lograbas tú o nadie.

Nuestro último día de trabajo como compañeros en Diario LA RIOJA fue el domingo 20 de septiembre de 2020, una jornada eterna de teletrabajo. No me importó, sabía que los temas de salud iban a mantener el lazo: yo, donde siempre; y tú, en una consejería que pronto se rindió a tu buen hacer.

Nuestras conversaciones por WhatsApp, teléfono o personales han sido eternas y quedarán para siempre, en mi teléfono o en mi memoria. Las últimas, el miércoles. Hablamos seis veces, de lo profesional y de lo personal. Tu última frase fue: «Ánimo, Rober, tu puedes con todo, corazón». Lo intentaré, de verdad, pero nos has roto, colega. Nos has dejado a todos a oscuras.

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larioja «Ánimo, corazón»