Cuando los anillos no se caen
A fuerza de tiempo ·
Varias trabajadoras hablan de cómo se rompen las barreras a base de trabajo y costumbreA fuerza de tiempo ·
Varias trabajadoras hablan de cómo se rompen las barreras a base de trabajo y costumbreNo es por aburrir, pero la naturalidad de las cosas está en el que mira. Si uno convive desde pequeño en el terreno de la igualdad, ni estas entrevistas ni este suplemento tendría razón de ser. Si alguien vale, qué más da si pone M ... o H en los papeles. En el caso de estas cuatro trabajadoras, el tiempo y su esfuerzo les ha dado la razón en labores que un día fueron masculinas. Familia, oportunidad y necesidad.
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Chuni Gómez. Asunción Gómez, 'Chuni' había estudiado Psicología, pero al final ha acabado en la empresa familiar, 'Fundiciones Gómez'. Ahí maneja un torno numérico multitarea mientras sus manos fibrosas sujetan la 'T' de apriete y un calibre. «Me cansé de esperar una oportunidad en lo mío y me quedé aquí, con mi familia. Siempre me he sentido muy protegida por ellos», declara. Hermanas y primos también han hecho carrera, como Cris y Charo, pero al final, el nido familiar que un día crearon padres y tíos se ha convertido en refugio y legado familiar. «La maquinaria es cada día más compleja porque las piezas exigen una mayor precisión, pero a mí siempre me ha gustado estudiar y estar a la última», zanja Chuni sin perder de vista los datos numéricos.
Karitta Silva. Dejó Brasil en busca de una vida mejor y parece que lo ha conseguido. Está feliz en Logroño. Se levanta a las 05.00 horas para ir a la fábrica de cárnicas Alejandro Miguel en Nalda. «Trabajo con una sierra en el área de despiece. El trabajo es muy físico y la mayoría son hombres». Karitta tiene una hija de 13 años y necesitaría días de 30 horas para cumplir con todas sus tareas, pero su sonrisa delata que está feliz.
Leticia y Mariola. Aunque comparten el Martínez, no son familia. Venden motos. Literal. Son responsables en Hogar Ciclos de Logroño. Leticia desde 2001. «Pasé de vender perfumes a perfumarme con gasolina. Es (precisa) 'era' un mundo muy machista. Al principio hubo quien me dijo. 'Oye, nena, dile a tu marido que venga y que venga el mecánico' y yo respondía, ¿mi marido? Me está preparando la comida», dice divertida. «No me costó. Fui a por ello y ahora, con tanta electrónica, estamos muy al día».
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Mariola entró por invitación de Leticia en 2019 y por el accidente del dueño Lolo Calleja. Motera desde niña, invita a las chicas a «dejar de ser muñecas y de agarrarse a nadie y hacerlo al manillar. Venía de vender calzado en la empresa familiar 'La Cadena', pero mi padre se jubiló. Me llamó Leticia y aquí estoy. Nos sentimos valoradas y como este mundillo se mueve a toda velocidad, estamos en constante formación. Trabajar aquí es fácil», explica.
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