El diagnóstico del cáncer no llega sólo. El impacto que supone confirmar la enfermedad trae adjunto una avalancha de miedos y emociones, de dudas y depresiones. Pero quienes ingresan en ese trance no están solos. Para ayudarles a gestionar todos los temores y las ... necesidades (materiales y personales) la AECC dispone de una red de profesionales encargados de dar las herramientas para despejar los obstáculos. Durante la detección y el tratamiento de la patología, pero también una vez superada. Orientada a los pacientes, pero sin descuidar tampoco a los familiares que sufren la enfermedad junto a los suyos.
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«El cáncer afecta a todas las parcelas de la vida», advierte Ariane Juan Higueras, trabajadora social cuya tarea consiste en realizar un primer triaje detectando qué precisa la persona que acude a la asociación y orientándole sobre todos los recursos disponibles. ¿Qué requiere una afectada de cáncer mamá? «Si acaba de ser diagnosticada, en primera instancia busca información fiable sobre la enfermedad, conocer qué pasos debe dar a partir de entonces», explica. En ese acompañamiento «constante e individualizado», la trabajadora social expone cuáles son las herramientas propias o en colaboración con otros entes que la AECC pone a disposición gratuitamente. Desde el préstamo de material ortopédico incluidas pelucas, hasta posibles ayudas económicas, los pisos de acogida existentes en otras comunidades cuando el tratamiento debe hacerse fuera de La Rioja o la opción de contar con voluntarios, la mayoría de los cuales ha vivido una situación similar y su ayuda sirve también de respiro para los acompañantes.
En paralelo discurre la tarea de los psicólogos. «Tanto en el primer momento como durante el tratamiento y en la fase de supervivencia se genera ansiedad», relata Belinda Sampedro. «Al principio por el shock de lo desconocido; después por los cambios que se operan con la medicación; más tarde por el temor a recaer». En todas, la receta es similar: «Se trata de apaciguar esa ansiedad, pero instándoles también a que verbalicen esos miedos, que pongan palabras a la situación y vivan el presente», resume Sampedro, que apunta el aislamiento como otro de los cuadros habituales. «El bloqueo, no saber cómo comunicar la enfermedad o el temor a qué responder cuando alguien pregunta puede llevar a la soledad, y también eso hay que combatirlo», agrega resumiendo en dos las claves fundamentales: normalización y un pensamiento en positivo.
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