La Aneca tumba el grado que se anunció como puntal de Valle de la Lengua

Es precisamente esta agencia la que tiene que autorizar que se imparta o no un determinado grado, máster o doctorado siempre teniendo en cuenta la memoria sobre los estudios que presente la institución interesada en impartirla.

El nuevo grado se enmarcaba en el proyecto Valle de la Lengua que a su vez formaba parte del Perte Nueva Economía de la Lengua, financiado con fondos europeos, que tiene como objetivo ubicar el español en el centro del desarrollo tecnológico y digital e impulsar proyectos transformadores basados en el idioma español.

Entre otras particularidades, la nueva carrera universitaria destacaba porque sus estudiantes –estaban previstas 25 plazas como máximo– podrían compatibilizar su aprendizaje con un año y medio de prácticas remuneradas en empresas tecnológicas. Compañías como Bosonit, Hiberus o Gnoss que, por cierto, ya se habían involucrado en el proyecto.

El nuevo título a impartir en le UR, según dijo entonces la mandataria, sería pionero en España, pero también sería el primero que se crearía en la institución académica pública riojana en 22 años y el primero dual. El fin era ofrecer formación puntera para las nuevas profesiones ligadas al español y a la inteligencia artificial para formar profesionales que se especialicen en este ámbito.

Al anuncio del nuevo grado, cuya presentación se hizo en el Palacio de Gobierno, le siguieron otros. Incluso, Andreu se refirió a él y avanzó que comenzaría en septiembre durante la presentación del proyecto Valle de la Lengua en Casa de América, en Madrid, en presencia de cinco ministros del Gobierno de España. Más tarde se ofreció información sobre el nuevo título en institutos.

Desde la UR, su vicerrectora de Calidad y Ordenación Académica, Montse Mendoza, sostiene que pese a que se anunció porque estaba dentro del Valle de la Lengua, en todo momento se dijo que estaba pendiente de Aneca, la agencia de acreditación que, según precisa, aunque ha emitido dos informes, los dos son relativos al mismo proceso. El primero, en la práctica, fue una respuesta provisional en la que se daba un plazo a la institución académica para corregir los defectos detectados. En el segundo, la Aneca no autorizó el grado.

Se trata, explica Mendoza, de un grado innovador que conjuga dos disciplinas muy diferentes pero complementarias, como son la lingüística y la informática. Y si a esto se suma que es una formación dual –incluye un año de prácticas remuneradas en empresas– en la que los alumnos, una vez que estén en el periodo de prácticas, tienen que adquirir las mismas competencias que en la universidad, «definir las competencias es complejo y al final por aquí ha venido el problema», explica.

En cualquier caso, «es un proceso de verificación que a veces sale bien y otras mal, no es algo raro, pero no por eso vamos a tirar la toalla». De hecho, en el Consejo de Gobierno de la UR del pasado 20 de marzo se volvió a designar a los miembros de la comisión del plan de elaboración de estudios de este grado para continuar con él.

La idea es iniciar de nuevo el proceso, aunque, por plazos –suele durar seis meses– no será posible para el próximo curso, sí para el 2025-2026.