Luis Español, ayer junto a un comercio de la plaza Donantes de Sangre, que ha echado la persiana por jubilación. JUSTO RODRÍGUEZ

«Más que de los alumnos brillantes me acuerdo de los que murieron jóvenes»

Luis Español | Profesor honorífico de la Universidad de La Rioja ·

La UR rinde un homenaje por su jubilación a Luis Español, profesor de Matemáticas y la persona que lideró la conversión del Colegio Universitario en universidad

África Azcona

Logroño

Miércoles, 20 de mayo 2020, 08:24

Fue uno de los profesores a quien la Universidad de La Rioja despidió el lunes por su jubilación. Luis Español (Zaragoza, 1950) recibió de forma virtual un homenaje por su larga trayectoria como profesor de Geometría y Topología en el Departamento de Matemáticas. Pero no ... solo eso, la comunidad universitaria despedía a uno de los protagonistas fundamentales en los inicios del campus, la persona que lideró el proceso de conversión del colegio universitario en universidad.

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– Una despedida en formato digital. ¿Sustituye el calor de un aula magna llena?

–Los formatos digitales valen más que nada, pero, claro, no es lo mismo que verse las caras, saludar a otros compañeros que se jubilan. Pero, bueno, desde que dejé de impartir clases en septiembre, he ido de homenaje en homenaje. El último ha quedado algo descafeinado, pero no pasa nada.

«Me lo he pasado muy bien dando clases, ha sido una jubilación forzosa al cumplir 70 años»

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«Fue apasionante, pero difícil, desde el Ministerio no hubo un compromiso económico»

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–Tendrá ocasión de recibir los apretones de mano, porque no ha roto su cordón umbilical con la UR.

–Sí, desde octubre soy profesor honorífico de la UR. Estoy con dos actividades en mente: seguir trabajando en investigación y limpiar mis estanterías y armarios. Muchas cosas las guardaba por si acaso, pero cuando te jubilas, ya no hay por si acaso, así que las estoy retirando. Muchos libros los donaré a la UR. Estaba en plena organización cuando llegó el COVID-19, se lo ha llevado todo por delante, también una conferencia el 18 de marzo, la organización de dos congresos...

–Vamos, que está jubilado, pero no retirado.

– Yo, por mí, no me hubiera jubilado. Lo he hecho al cumplir los 70 porque no tenía otro remedio. Siempre me lo he pasado muy bien en mi trabajo, igual últimamente terminaba un poco más cansado el curso, pero con una pequeña acomodación de horarios hubiera continuado... Seguía teniendo cuerda.

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–Fue uno de los 'padres' de la UR. ¿Cómo vivió los primeros balbuceos del campus?

– Fue un periodo espléndido. Todos participábamos del mismo sueño, aunque también es verdad que no siempre con el mismo criterio. Recuerdo, por ejemplo, las primeras reuniones con Industriales para tantear unos posibles estudios de Enología... Sobre el mapa de titulaciones, había dos criterios. Por un lado, estaban los que apostaban por una universidad con carreras generales para atender las necesidades de La Rioja. Y, por otro lado, estaba la tendencia encabezada por el entonces rector de la Universidad de Zaragoza que quería montar una universidad altamente especializada que recibiera estudiantes de toda España y, si podía ser de Europa y de todo el mundo, mejor.

–¿Y de qué lado se posicionó?

– El debate se resumía en: Universidad de La Rioja o Universidad en La Rioja. Yo era de los primeros. Apostaba por atender las necesidades del entorno. Atraer estudiantes de todo el mundo era como idea algo atrayente, pero peregrina. Creo que lo que hicimos fue lo más adecuado como se puede comprobar hoy en día.

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–Y en lo urbanístico, ¿hubo unanimidad?

– Tampoco. El consejero de Educación, que entonces era Ropero, quería llevar el campus a la salida de Logroño, hacia Varea, incluso montó una maqueta con un arquitecto que se expuso en El Espolón. Hubo quien decía que había que aprovechar el edificio de la colonia de Albelda. En cambio otros y de acuerdo con el Ayuntamiento de Logroño, defendimos que lo mejor era aprovechar la zona externa de la ciudad donde ya estaban las escuelas industriales, existía transporte urbano...

–No fue fácil ajustar todas las piezas del engranaje de la UR. Como protagonista de aquella primera etapa, ¿qué poso le ha quedado de aquellos años?

– Fui vicerrector de campus y miembro de la Gestora después, pero a mí me gusta decir que solo puse cara a un esfuerzo colectivo. Fue una etapa dura, pero muy creativa e ilusionante. Y ahora recuerdo con agrado todas las discusiones.

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–Pero los primeros fueron años difíciles y de confrontaciones...

– Sí, bueno, yo de hecho, dimití de la Gestora. Dije que poner una Comisión Gestora nombrada por el Ministerio de Educación era despotismo ilustrado, pero, bueno, ni siquiera ilustrado porque no ponían ni un duro para impulsar la Universidad riojana. Yo pedí volver al sistema democrático que habíamos tenido hasta entonces y, efectivamente, después de irme, se convocaron las primeras elecciones. Es un hecho que la Universidad nació con pocos recursos, muy pocos. Luego las cosas mejoraron. Pensamos que íbamos a tener un apoyo económico especial, pero no fue así, tuvimos lo justo. Había que arañar cada céntimo en las negociaciones con Zaragoza. Pero es cierto también que hubo cosas emocionantes como la fundación de la facultad de Derecho, los primeros edificios. Los primeros años los recuerdo con verdadero entusiasmo y eso que mi dedicación me perjudicó como matemático porque, prácticamente, abandoné la disciplina durante seis años.

–Luego se dedicó de pleno a la docencia, ¿no le tentó ocupar un cargo de responsabilidad en el equipo de gobierno?

–Bueno, fui director de Departamento. No, porque no fue fácil volver y retomar el ritmo docente después de dejarlo colgado tanto tiempo. Después de arrancar el proyecto, me di cuenta de que había terminado una etapa y yo tenía que volver a lo mío, que eran las clases, la investigación y organizar congresos.

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–¿Cuál es es la clave para seguir viviendo con tanta pasión su trabajo y no querer jubilarse?

–La universidad puede ser un medio de vida, pero yo lo vivo con un temperamento más parecido al de los artistas o los creadores. Me ha apasionado siempre todo el aspecto cultural que hay alrededor de las Matemáticas. Cuando buscaba un entretenimiento para descansar de las Matemáticas, me ponía a leer libros de Historia. He participado en muchas actividades sobre Historia de la Ciencia y en particular sobre la trayectoria de Rey Pastor, del que estoy escribiendo una biografía actualizada.

–Echando la vista atrás, ¿de qué se siente orgulloso?

–Más que de los alumnos brillantes, lo que más emoción me produce cuando echo la vista atrás es recordar a los alumnos que se han quedado por el camino, tanto los que han fallecido muy jóvenes, algunos en accidentes de coche, como los que murieron porque la salud no les respetó. También me acuerdo de compañeros que han formado parte de mi vida personal y universitaria y que ya no están.

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