Rafael Matesanz (Madrid, 1949) levantó de la nada un edificio asombroso: la Organización Nacional de Trasplantes. En solo tres años, del 89 al 92, la ONT consiguió que España liderase la clasificación mundial de donantes y se convirtiese en un modelo universal. Jubilado desde hace ... dos años, acaba de publicar Gestión con alma, un libro en el que describe su aventura al frente de la ONT. El pasado lunes, recibió en Logroño el reconocimiento de la asociación 'Vida por vida'.
- La asociación 'Vida por vida' nace con la idea de incrementar la concienciación social sobre la donación. ¿Todavía es necesario?
- Siempre es necesario. Hay que insistir. Las sociedades son cambiantes, llegan nuevas generaciones y hay que explicarles en qué consiste la donación y por qué es necesaria.
- En España hay un 15% de negativas familiares a la donación de órganos. ¿Qué porcentaje podríamos considerar aceptable?
- En algunas comunidades a veces se ha llegado al cero por ciento: País Vasco, Navarra, La Rioja..., regiones pequeñas en las que este objetivo es más fácil de alcanzar que en otras. Lo ideal es estar por debajo del 10%. Pero hay que aspirar al máximo.
- En un país polarizado y con graves tensiones territoriales, ¿cómo se ha conseguido que la Organización Nacional de Trasplantes haya quedado al margen?
- Con organización. La ONT es un sistema muy pequeñito, con apenas 40 personas, que se ocupa de coordinar de forma horizontal a las 17 comunidades, a cientos de hospitales y a todas las personas que intervienen en el proceso. Es una metodología que se basa en los acuerdos y que ha dado muy buenos resultados. Este sistema se ha ido perfeccionando durante 30 años y ahora es uno de los elementos de cohesión del sistema nacional de salud más potentes. Cerca de la cuarta parte de los órganos que se trasplantan en España proceden de una comunidad distinta: en Madrid la tercera parte, en Cataluña la cuarta parte... Ninguna comunidad por sí sola conseguiría los mismos resultados que las 17 yendo en la misma dirección.
«Ninguna comunidad conseguiría por sí sola lo que logran las 17 yendo juntas»
- Los datos por comunidades autónomas son muy diversos. De los 80 donantes por millón en Cantabria o La Rioja a los 30 en Aragón o Madrid. ¿A qué se deben estas diferencias tan grandes?
- No son tan grandes. En España siempre hay una zona (de Asturias a La Rioja) que alcanza los mayores índices de donación. Por varias razones. En primer lugar, porque están muy bien organizadas. Y en segundo término, porque son las comunidades más envejecidas de España. En estos momentos, el donante español es un donante envejecido: el 30% tiene más de 70 años y el 9% tiene más de 80. Se han trasplantado órganos de personas con 94 años. En las zonas donde la edad media de la población es mayor, fallece más gente como consecuencia de accidentes cerebrovasculares, que son la inmensa mayoría de nuestros donantes. Pero si cogiéramos las comunidades españolas y las metiéramos en un ranking mundial, las 17 estarían entre los 20 países con los índices de donación más altos del mundo.
- Usted tuvo sonoras discrepancias con algunos ministros: Celia Villalobos (PP), Bernat Soria (PSOE)... ¿Cuál debe ser la actitud de un ministro de Sanidad ante una organización tan engrasada?
- Primero entenderla y luego potenciarla. Y no pretender apropiarse de ella, que es lo que ha ocurrido en alguna ocasión. Deben dejar trabajar a los profesionales.
- Su libro se titula Gestión con alma, pero veo que concede más importancia a la gestión que al alma.
- Es que es así. La Rioja es un ejemplo. Hasta el año 2004, era sistemáticamente la última comunidad española en donaciones. La última. Entonces se decía que era porque en La Rioja no había Neurocirugía y los pacientes que sufrían accidentes eran derivados a Zaragoza, a Pamplona... Pero en el 2004 asume la coordinación el doctor Martínez Soba, establece un sistema pionero en ese momento y de tener una tasa de 3,5 por millón de donantes se pasa a 10, a 20... Y en cuatro años está en 70 donantes por millón. Pretender que un virus solidario haya contagiado de repente a tantos riojanos es absurdo. Que la gente sea generosa es condición sine qua non para que esto funcione; pero si eso no se organiza de forma adecuada...
- Usted se jubiló hace dos años, ¿teme que sin su impulso el edificio se tambalee?
- No. Me siento orgulloso de que se haya creado un sistema muy fuerte. Y también de haber asegurado una sucesión exitosa. Eso me preocupó mucho tiempo. La persona que ha ocupado mi lugar, la doctora Domínguez Gil, llevaba ya once años trabajando en la ONT y no solo lo está gestionando bien, sino que lo está mejorando.
- Dice que la confianza en el sistema es esencial. ¿Cómo es posible que en 30 años (y en España) no haya habido ni una sospecha de corrupción, un 'cuélame en las listas' o algo semejante?
«En los trasplantes, el sector privado no debe entrar; pero sí puede contribuir a la donación»
- Al principio, sí hubo presiones. Pero cuando se dieron negativas claras y tajantes, aquello se acabó. Y en el sistema intervienen muchas personas, así que es muy difícil que haya fraude porque el propio sistema lo evita. En 30 años nadie nos ha cogido en el más mínimo renuncio. En un país que ha estado afectado por una grave epidemia de corrupción, tiene mucho mérito.
- ¿Temió usted que el 'caso Abidal' pudiera extender una cierta mancha sobre el sistema?
- El 'caso Abidal' no hay quien lo entienda. Desde el punto de vista objetivo, el trasplante se realizó con todos los controles judiciales habidos y por haber. Lo que planteó dudas fue una escucha telefónica siete años después y que yo no llego a entender. Que se investigue hasta el final, pero es muy difícil pensar que haya habido pagos bajo cuerda. No veo la posibilidad.
- ¿El altruismo es la clave de bóveda del sistema?
- Absolutamente. Sin altruismo no funcionaría.
- Treinta años después, ¿lo más difícil sigue siendo convencer a los familiares de la necesidad de donar en momentos tan delicados?
- El momento más complicado es explicarle a un hijo, a un padre, a un hermano..., que esa persona a la que todavía le late el corazón en realidad está muerta. Eso es muy difícil, pero mucho menos que hace 30 años. Cuando empecé, me di cuenta de que había donaciones o no en función de la persona que pedía los órganos. Si estaba entrenada o tenía habilidad para ello, la familia decía que sí. Eso está en la base de todo el sistema: se trata de poner a la persona adecuada en el sitio adecuado.
- ¿Es el sector privado la asignatura pendiente para el sistema de trasplantes?
- Tenemos muy claro que, en cuanto a los trasplantes, el sector privado no debe entrar. De hecho, solamente hay tres hospitales privados que trasplantan, pero con las reglas del sistema público: la Fundación Jiménez Díaz, la Clínica Universitaria de Navarra y la Fundación Puigvert. Pero sí podemos entrar en el capítulo de las donaciones. Los hospitales privados pueden contribuir más a la donación de órganos. Encontrar un acuerdo entre lo público y lo privado para la donación es muy importante; pero no para el trasplante. Eso distorsionaría mucho el sistema.
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