El alma del Alameda
Riojanas extraordinarias ·
Esther Álvarez | Cocinera del restaurante Alameda (Fuenmayor)Secciones
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Esther Álvarez | Cocinera del restaurante Alameda (Fuenmayor)Alameda es uno de esos restaurantes icónicos. Parrilla y cocina. Tomás y Esther. El genio del fuego y las manos inquietas y delicadas de una mujer que mima el producto, que conoce la técnica y que ha sido capaz de dotar a su restaurante ... de una profundidad gastronómica nítida y bastante menos valorada de lo que se merece. La razón estriba en el foco que se coloca en una brasa que Tomás maneja como nadie y que sus chuletones se han situado en la misma cúspide de la cocina española. «Todo muy bueno, pero la carne es insuperable». Así se despiden la mayoría de los clientes tras el disfrute de una sesión en el Alameda. «Lo sé y me alegro, porque Tomás es muy bueno y no se consiente fallar en nada; en el producto ni en la técnica», cuenta Esther, que vive para su oficio y su restaurante: «Es lo que más me hace disfrutar. Cuando no cocinamos estoy pendiente de este o aquel producto y en cuanto podemos, viajamos par ver cómo trabajan los mejores para aprender todo lo que podamos. Me gusta cocinar y lo llevamos en la sangre desde que éramos críos, por mi familia y también porque Fuenmayor ha tenido fama desde siempre por la calidad de sus restaurantes».
La cocina de Esther es suculenta, de hondo acento riojano, y devota de la verduras: «Amo el cardo, las alcachofas y las habitas», explica Esther, que hace maravillas como su ravioli de carabinero con salsa americana o los garbanzos con bogavante, dos verdaderas obras maestras que definen a la perfección la singularidad de su culinaria. «Me gustan muchos restaurantes, pero te digo tres: Ibai, Zuberoa y Elcano. Me siento muy reflejada en lo que hacen, es que es puro mimo, un producto que te hace llorar; es la cocina sincera que tanto adoro», subraya Esther.
Dice Tomás que sin ella no es nada. «¡Y es verdad!», insiste, porque es la que cocina, la que le da sentido a todo lo que hacemos. «Dicen los críticos que yo soy muy fino asando; pues bien, ella me supera porque tiene una mano soberbia, sus puntos de cocción, la elegancia con la que envuelve sus recetas. Me encantan sus carpaccios, de cigala, de carabinero o de carne. Es que hay que probarlos», insiste.
Y es que a Esther no le gusta mucho mezclar demasiados ingredientes: «Es que si son bueno les tienes que dejar a ellos que se expliquen. Le tengo mucho respeto al trabajo y me gusta cocinar en silencio. Pensar los platos, cuidar las verduritas con el mismo mimo que a unas angular. Y desafiar a Tomás, que cuando se propone asar como nadie es que le sale como a nadie...».
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