Uno de los puntos negros de las carreteras riojanas. Sonia Tercero

Alcohol y drogas han causado 110 accidentes con víctimas desde 2019

El pasado año 1.821 conductores en La Rioja fueron sancionados por superar la tasa permitida o dar positivo en estupefacientes

Víctor Soto

Logroño

Sábado, 26 de octubre 2024, 08:19

Distracciones, velocidad, maniobras irregulares, invasiones del sentido contrario... son las causas más comunes de accidentes en La Rioja. Pero de esa trágica estadística siempre hay un epígrafe que destaca por su persistencia como fuente de desgracias al volante: el alcohol y las drogas.

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Su ... consumo, asociado a la carretera, es un hecho que no deja de sorprender a los expertos y que ha motivado la toma de medidas que ahora se debaten en el ámbito político pero que derivarán en una modificación del Reglamento de Circulación y que rebajarán de las tasas máximas permitidas de 0,5 gramos de alcohol por litro de sangre (0,3 para profesionales y noveles) a 0,2.

Las estadísticas de siniestralidad, así como las decisiones tomadas ya en otros países europeos apuntan a un endurecimiento de los límites que redunde en una mayor seguridad vial. En La Rioja, el consumo de alcohol o de estupefacientes es una de las principales causas de accidentes en la red interurbana. Analizando los datos de la Dirección General de Tráfico del último lustro, en 110 de los 1.100 accidentes con víctimas contabilizados desde 2019 se detectaron estas sustancias en los conductores implicados. Y la tendencia no baja, sino que se mantiene muy estable.

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Guardia Civil y policías locales de la comunidad mantienen un pulso contra esa tendencia de ponerse al volante tras consumir tóxicos. Pero hay un porcentaje importante de la población refractaria no solo a los mensajes de precaución o a la propia seguridad personal y del resto de usuarios de la vía, sino también a la económica, multa mediante.

Solo en 2023, 1.821 fueron sancionados en las carreteras o calles de La Rioja por este motivo (967 por positivos en alcohol y 780 en drogas). Pero el año anterior fueron 1.331, el anterior 2.011... Cifras abultadas para explicar esa necesidad de vigilar (solo el año pasado se realizaron casi 103.000 alcoholemias en la red interurbana racional y más de 1.700 pruebas de drogas) y concienciar, que se extrema cuando se producen accidentes de tráfico que conmueven a la opinión pública, pero que se olvidan en el día a día y que acaban en repetición de comportamientos incívicos y potencialmente mortales.

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«Sigue habiendo mucho alcohol y muchas drogas al volante. La primera campaña de 'Si bebes, no conduzcas' fue en 1985. Casi 40 años después, aunque sorprenda, hay que seguir insistiendo», indica Beatriz Zúñiga, jefa provincial de Tráfico.

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Distracciones mortales

A pesar de la continua presencia de ese cóctel en los pulmones o la sangre de demasiados conductores, las distracciones, somnolencias o el malestar súbito son la principal causa de accidentes en las vías interurbanas. En el último lustro, casi el 40% de los siniestros con víctimas ha sido provocado fundamental o accesoriamente por estos despistes en los que el móvil comienza a reinar.

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A pesar de su prevalencia, solo una de las once víctimas mortales del pasado año se debió a distracciones (que provocaron 58 heridos de distinta gravedad). La gran causa de muertes en vías interurbanas fueron las invasiones del sentido contrario, con nueve víctimas mortales y 39 heridos.

Reaparece la conducción en sentido contrario

En 2023, tras años en los que la estadística de accidentes con víctimas por circular en sentido contrario marcaba ceros en La Rioja, reapareció ese tipo con dos accidentes que dejaron cuatro heridos graves y siete leves. El pasado domingo, el debate sobre se reabrió tras la muerte de una embarazada en la AP-68. «Es más correcto hablar de conducción contraria que de kamikaze, que conlleva un componente suicida», explica Bernardo Hernández, periodista y divulgador de seguridad vial. «En España se suelen producir anualmente entre 17 y 20 accidentes de este tipo», añade para explicar que «la mayoría están relacionados con alcohol y drogas, aunque también por huidas, apuestas o tendencias suicidas», sin olvidar despistes o mala señalización. Para Hernández, uno de los problemas con estos delitos es que, si el conductor no tiene antecedentes puede que no acabe desde un primer momento en prisión. «Si va a juicio, como mínimo, son cuatro años de cárcel, pero muchas veces no se aplica la alarma social», concluye.

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