Corresponsal de El País durante casi cuatro décadas, Ángeles Espinosa (Santo Domingo de la Calzada, 1963) es una de las profesionales con un conocimiento más profundo y directo del mundo árabe e islámico. Mañana martes diserta en Logroño (Biblioteca Almudena Grandes, 18.30 horas) ... sobre la realidad de las mujeres en Irán y el resto de la zona.
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– ¿Cuál es a día de hoy la situación de la mujer en Irán?
–La misma que los últimos 20 años. Existe un choque entre las normas sociales y morales impuestas por la revolución islámica de 1979 y las aspiraciones de una nueva generación de mujeres que cree, como también una parte de los hombres, que el sistema tiene posibilidades de apertura. Sin embargo, cada vez que se abren opciones de modernización se cierran enseguida porque la parte islámica del régimen las frena. Ese hartazgo, unido a una creciente dificultad económica hace que los nervios estén a flor de piel y haya estallidos de protestas. El último se ha producido a raíz de la muerte de Masha Amini por no portar velo, pero es parte de un ciclo que arrancó en 1999 y se ha acelerado.
– ¿Serán estas manifestaciones las definitivas para lograr un cambio profundo y real?
– Se trata del mayor desafío a la república islámica en sus 43 años de historia, pero va a depender también de si esa protesta es capaz de prolongarse en el tiempo. En 2009 fueron millones los que se echaron a la calle; ahora no vemos a tanta gente, aunque a diferencia de entonces, cuando las protestas se concentraron en las grandes urbes y las clases medias, esta vez se ha extendido por todo el país y diferentes sectores de la sociedad. Veremos.
–¿Difiere mucho la coyuntura de las mujeres en un país no muy lejano como Qatar?
–Allí la población local es muy reducida (el 11% de casi tres millones de residentes) y las cataríes suponen una proporción mínima. Como en el resto de las monarquías del golfo, la situación de la mujer es de privilegio y limitaciones legales a la vez. Privilegio porque es un país muy rico y al ser una población tan pequeña los gobiernos han invertido mucho en la educación de todos los jóvenes, incluidas las mujeres, que ostentan además puestos de responsabilidad. Por contra, basan su legislación en la ley islámica y una interpretación de preceptos que constriñen los derechos de las mujeres y las convierten en menores de edad al depender del cabeza de familia para muchas decisiones vitales.
MUNDIAL DE QATAR Y MUJER
–¿Es el Mundial una oportunidad para revertir la situación o se está siendo cómplice de ella con su celebración allí?
–Un evento de esta magnitud es una oportunidad de oro para debatir la cuestión de los derechos humanos, que incluye la situación de la mujer. Observo cierta hipocresía en rasgarse las vestiduras hoy y no hace 12 años, cuando se dio el Mundial a Qatar. En 2018 se celebró en Rusia, donde el trato de la comunidad LGTBI es infinitamente peor y no vi a ningún futbolista queriendo salir con la bandera arcoiris. Por otro lado, Qatar ha hecho en estos años importantes reformas en, por ejemplo, la legislación laboral aunque aún queda lejos de los estándares europeos.
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–¿Está sobredimensionada la agenda feminista aquí viendo las carencias tan básicas que sufren las mujeres allí?
–Ese planteamiento sería injusto. Alcanzar la igualdad es un proceso en el que van subiéndose peldaños. Solo cabe avanzar, nunca conformarse porque otros tienen carencias. Al contrario: hay que fijarse en quien está mejor y ayudar a las que van detrás.
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