Traslado del cadáver del exprofesor Pedro José Sáez. J. R.

De un ajuste de cuentas en Viniegra de Arriba al asesinato de un repartidor para robarle la bici

Pío García

Logroño

Viernes, 5 de mayo 2023, 02:00

El asesinato de Guillermo Castillo, propietario de la célebre Bodega Guillermo, en Cuzcurrita, posiblemente a manos de un atracador, ha sido el último episodio de una serie muy negra inesperadamente rodada en La Rioja. La portada del periódico del pasado jueves, 4 de mayo, ... ilustra la amplitud que alcanza últimamente la crónica de sucesos, con los titulares y el espacio repartidos entre un caso de abusos sexuales a menores, el homicidio de Cuzcurrita y la fuga truncada en la cárcel de Logroño. Aunque siempre ha habido casos truculentos, la concatenación de delitos salvajes que ha vivido la comunidad en los últimos meses resulta llamativa. Resulta difícil precisar el inicio de esta sucesión inaudita de hechos violentos, aunque tal vez haya que irse hasta el año 2018 para encontrar el prólogo. Un empresario ganadero de La Rioja apareció en septiembre muerto en una balsa de riego en Alfaro. La víctima, natural de Aldeanueva y de 42 años, poseía granjas en varios municipios de La Rioja Baja. Su cadáver apareció atado de pies y manos, con signos de haber sido golpeado con extrema violencia. La Guardia Civil identificó un año después a los tres posibles autores materiales del crimen y a cuatro colaboradores.

Publicidad

El dinero pudo ser el móvil de aquel asesinato, como también lo fue –aunque de otra manera– el del exprofesor Pedro José Sáez, de 75 años, cuyo cadáver apareció en febrero de 2020, también con fuertes signos de violencia. A Sáez, según la investigación policial, lo estaban estafando y lo mataron a golpes cuando denunció el delito en el juzgado. Al reo lo detuvieron en Italia.

Cuando asesinaron a Sáez, La Rioja estaba aún bajo el impacto de la muerte de la niña Carolina Corral, de cinco años, asesinada por su madre, Adriana Ugueto, en una habitación de un hotel logroñés. El suceso tuvo lugar el 26 de enero de 2020. A partir de esa fecha, los crímenes atroces se aceleraron. En junio, una mujer de 74 años de Nájera apareció muerta a martillazos a manos de su hijo, que sufría un trastorno de personalidad. Cuatro meses después, en Los Lirios, María Mercedes falleció acuchillada. Aunque en principio su caso fue considerado un suicidio, pese a tener varias heridas en el cuello, el Ministerio de Igualdad lo acabó registrando en sus estadísticas de violencia machista. Su marido había sido detenido, aunque luego fue puesto en libertad. En el año 2021, las cosas no mejoraron, con delitos escalofriantes como la muerte de Isam Haddour, un repartidor de Oyón de 34 años al que una cuadrilla de jóvenes abordó en abril en el Parque del Ebro cuando regresaba de trabajar. Lo molieron a palos, le robaron la bici y regresaron para rematarlo. El 29 de julio desapareció Javier Ovejas, en Entrena, cuyo cuerpo nunca se encontró. Pocos días más tarde, un agente forestal contempló como tiraban un cadáver a una sima de Viniegra de Arriba. Se trataba de Djafer, un argelino al que supuestamente habían matado dos conocidos suyos para no pagarle una deuda. Más tarde, a finales de octubre, Francisco Javier Almeida violó y mató al niño Álex en Lardero. Hechos terribles a los que en 2023 hay que sumar la violación grupal de dos menores en Logroño y el asesinato de Guillermo Castillo en Cuzcurrita.

Demasiados golpes para una región de mítica tranquilidad.

Este contenido es exclusivo para suscriptores

¡Oferta 136 Aniversario!

Publicidad