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La presa de Machín es un lugar destacado en la historia agrícola de la ribera del Ebro, sobre todo para los agricultores de Rincón de Soto y Alfaro. Esta infraestructura fue construida en el año 1596 y costó 1.200 ducados, según publica Guillermo Martínez ... Pascual en su libro 'Rincón de Soto. Un lugar en la historia'. Es la más antigua de pilotaje y escollera de las que todavía se mantienen en pie y en funcionamiento.
Tenía en origen un kilómetro de extensión y la parte derecha está en el término de Aldeanueva de Ebro y la izquierda, en Azagra (Navarra). Además, hoy funciona allí una central hidroeléctrica que gestiona Acciona, comenta Pablo García, exsecretario de la comunidad de regantes de Rincón.
José Ángel Llorente, en su artículo 'Rincón de Soto a orillas del Ebro' de la revista Belezos número 9, indica que el caudal, conocido como río Alfaro en Rincón y río Madre en Alfaro, atraviesa soterrado el casco urbano rinconero y da origen sobre él a una de sus arterias principales, la avenida de La Rioja.
Antonio de Blas Ladrón de Guevara publicó en 1915 la 'Historia de la muy noble y leal ciudad de Alfaro', donde ofrece datos recogidos por el 'ilustrado jurisconsulto D. Robustiano Echauz en el escrito de 1900 'Asunto de actualidad'.
Cita que la presa de Machín se destinaba a surtir de agua a un molino harinero del mismo nombre y al riego de unas 2.000 hectáreas de terreno.
Su historia está marcada por acuerdos por el derecho de uso del agua, cambios de titularidad de los terrenos, pleitos por algún incumplimiento y cuantiosas inversiones, entre ellas la realizada en la acequia del Ebro que tomaba el agua de la presa y beneficiaba a los agricultores de Alfaro (también a los de Rincón de Soto).
De Blas narra que en 1899 las avenidas invernales destrozaron la presa de Machín y las comunidades de regantes del río Ebro se dispusieron a realizar las reparaciones, algo que comunicaron al alcalde de Azagra. Este se opuso, ordenó pararlas y destruir lo arreglado.
El conflicto pasó a los gobernadores civiles de Logroño y Navarra y este último, el 30 de agosto de 1900, ordenó suspender los trabajos «ajustándose en un todo a los ilegales deseos del alcalde de Azagra».
La comunidad de regantes vio conculcados sus derechos y ante el peligro de la rotura de la presa, el letrado y presidente del Sindicato del Río Ebro presentó una instancia al Ministro de Agricultura, Industria, Comercio y Obras Públicas que, el 13 septiembre de 1900 dictó una Real Orden dando la razón a los agricultores.
«Un acuerdo decía que la presa tenía que ser 50 centímetros más alta en la zona de Azagra para que, en caso de avenidas, no se sobrase por allí», asegura Pablo García.
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