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La psiquiatra que valoró a Adriana Ugueto en el módulo penitenciario un día después de su ingreso vía urgencias en el hospital San Pedro detalló este viernes que la acusada le mencionó que todo lo ocurrido había sido fruto de un acuerdo de suicidio ampliado ... que incluía a su hija. «Un pacto con la madre incluyendo a la niña». «Era –subrayó– algo meditado y racional, producto de sentimientos de frustración».
De hecho, tal como declaró esta facultativa en la décima de juicio contra Adriana Ugueto, de la exploración que le efectuó concluyó que «tenía rasgos obsesivos, paranoides y narcisistas, pero estos no son rasgos patológicos». Sí que había, añadió, una reacción de estrés.
En un momento de la sesión la Fiscalía le preguntó a esta testigo: «¿Algo tan horrible significa que la persona que lo comete tiene que no estar bien de la cabeza o no es necesario?», la psiquiatra fue tajante: «No es necesario y mayoritariamente no suele serlo». También explicó que de los medicamentos que había tomado a lo largo de su vida, según su historial, no se desprendía «que hubiera una enfermedad grave mental anterior».
En todo momento, la procesada, que se enfrenta a la pena de prisión permanente revisable por el presunto asesinato de su hija, Carolina, «estaba consciente, tenía un discurso ordenado y no había síntomas de un trastorno mental más allá de una serie de respuestas emocionales a las circunstancias». Sobre esto último, precisó que Adriana Ugueto tuvo una reacción emocional cuando se le notificó la muerte de su madre después de que su cuerpo fuera hallado en el río Ebro, pero se lo notó cierta «distancia emocional» con otras circunstancias. «Cuando hablaba de su hija había frialdad, no hacia la niña, sino hacia los hechos en general, como si se estuviera hablando de otra cosa». Durante la evaluación, la procesada también le hizo partícipe de que tenía resentimiento hacia su expareja.
La presunta filicida también le habría relatado que tenía cierto «malestar» por no haber logrado su objetivo. Además, comprendía y anticipaba las posibles circunstancias. Es más, «ella preveía su ingreso en prisión».
El psiquiatra que atendió a la procesada nada más llegar a urgencias en el San Pedro manifestó que la acusada presentaba un «estado intenso de ansiedad y angustia».
De forma espontánea y consciente, le dijo textualmente, tal como recogió en el informe que leyó en la sala: «Me la arrebataron, yo me separé del padre, ella sufría, yo sufría, las dos sufríamos, no quería estar con su padre, se escondía debajo de la cama cuando se tenía que ir de nuestra casa, dejé un trabajo porque no podía verla unos días. Pobrecita ella ha muerto».
«El malestar psicológico era manifiesto –precisó– y como veía que la situación era muy estresante, no tenía mucho sentido que yo continuara. Me limité a sedarla e ingresó a cargo de Psiquiatría en el módulo asistencial. La tranquilicé con 30 miligramos de Diazepan».
El juicio, que se sigue en la Audiencia Provincial por el procedimiento del jurado, continuará el lunes con la declaración de cinco médicos forenses.
En la sesión de este viernes también declararon tres policías de la Brigada Provincial Científica, entre ellos la jefa del operativo, que se encargaron de la inspección ocular de la habitación 404 del Hotel Los Bracos
Todos se refirieron a una nota manuscrita, supuestamente escrita por la acusada, que hallaron a los pies de la cama supletoria. En el anverso se podía leer que el coche con el que se habían desplazado de Haro a Logroño en la mañana del 26 de enero de 2020, estaba aparcado en avenida de Portugal y también que sus pertenencias se las dejaba a su hermana. La nota estaba «completamente» limpia y los agentes la recogieron para su posterior estudio grafológico.
Además de la cantidad ingente de sangre, especialmente sobre una de las camas, al tiempo que proyectaban las imágenes en la sala, fueron relatando qué encontraron tanto en la habitación como en el baño. En esta última estancia se localizaron toallas manchadas de sangre, la chaqueta del pijama de la niña que olía a vómito, un pantalón vaquero azul lavado y escurrido y «manchas sueltas aisladas de sangre».
Uno de estos agentes también intervino en la inspección ocular de la zona del Ebro donde se halló el bolso de Olga Febles. En su interior había dos cuchillos, carteras y los DNI de la abuela y la procesada.
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