«Vivimos en una época que no es tan optimista ante el futuro»

– ¿Podemos definirle como un historiador del futuro?

– Intento historiar el futuro, pero el futuro pasado, es decir, cómo nos hemos ido enfrentando con la incertidumbre que genera el futuro a lo largo de la historia. En ese sentido recuerdo desde ritos y mitos antiguos hasta las clases de adivinación que se daban en la Antigua Grecia o los fenómenos proféticos de la Edad Media o el cristianismo, o las filosofías de la historia de la edad moderna.

– ¿Alguno acertaba?

– Yo creo que no. Seguro que en algunos aspectos sí, pero yo creo que no se puede acertar en todo y que eso es positivo porque nos da un margen de posibilidad. Si todo estuviera predicho de antemano no existiría el futuro.

– Normalmente hemos valorado cómo el pasado marca nuestro futuro, sin embargo, usted viene a revelar que es el futuro el que marca nuestro pasado, ¿no?

– Cuando investigas estas cuestiones empiezas a comprobar cómo las expectativas que se tienen sobre el futuro marcan nuestro propio pasado. Por ejemplo, vivimos en una época que no es tan optimista de cara al futuro y podemos interpretar que en otras épocas quizá fueron ingenuos con respecto a él.

– Si ya nos cuesta entender el presente y hasta el pasado, ¿cómo vamos a ser capaces de entender el futuro?

– Lo que podemos entender del futuro son los futuros del pasado, es decir, cómo en otros momentos de la historia se abrió esa dimensión, qué se esperó de ella, cómo se encaró y se enfrentó al futuro. Creo que, así, podemos hacer más viable y comprensible nuestro presente.

– Muchas de esas profecías y adivinaciones del futuro han estado asociadas, a menudo, al fraude, intentando embaucar y engañar al prójimo. ¿Eso perjudica la credibilidad del futuro?

– Exacto. Esas predicciones del futuro pueden ser una trampa pero yo he tendido a interpretar que, en los casos de los vaticinios o los textos canónicos de las religiones sobre el futuro, suele ser un relato sobre qué hay después de la muerte buscando dar cierta tranquilidad y sosiego a la vida de las personas. Todo se puede usar para mal.

– Pero es una paradoja hablar del futuro desde el presente o pasado, ¿no?

– Sí, una paradoja expresada desde el propio título del libro pero que se resuelve en la primera línea: solo nos cabe afrontarlo con las herramientas que tengamos.

– ¿Hablamos de ficción?

– En gran medida, sí. Lo que proyectamos en el futuro son siempre ficciones que no se pueden entender de modo ingenuo porque tienen peso en nuestro presente y regulan nuestra conducta, nuestras acciones.