Adios a Eduardo Cid Berzal

64 años de ejemplar ejercicio de la Abogacía -con Mayúsculas-, desarrollado hasta casi el último momento, no pueden resumir la trayectoria profesional de Eduardo Cid Berzal.

Referente de la abogacía najerina -no en vano fue nombrado Delegado del entonces Colegio de Abogados de Logroño en los ya desaparecidos Juzgados de Distrito de Nájera-; pilar de una amplia saga de juristas (3 hijos y 1 nieto abogados en ejercicio, así como 1 hija procuradora); apasionado del Derecho y amante de su familia, nos ha dejado, paradojas del destino, en la simbólica fecha del Día del Turno de Oficio y la Justicia Gratuita.

Vivo ejemplo de una forma de concebir el ejercicio de la Profesión, tristemente declinante, donde impera a la par el máximo respeto por el compañero que defiende los intereses del contrario, sin claudicar por ello de la máxima defensa de los intereses del cliente.

He sido testigo privilegiado de dos eventos en los que en su trayectoria vital se han unido su pasión por el derecho y su orgullo por su familia: el acceso al decanato del Colegio de la Abogacía de La Rioja de su hijo mayor, José María -Pepucho para los cercanos-, momento en el que difícilmente podía ocultar su cara de satisfacción; y la jura colegial de su nieto mayor, Eduardo, heredero no sólo de su nombre, sino también de su carácter y de su pasión por el Derecho.

Hombre de convicciones profundas, respetuoso con el pensar discrepante y buen conversador.

Descansa en paz Eduardo, allí donde estés, que será sin duda el lugar reservado a las personas de buen corazón, lugar donde seguro habrás buscado ya un hueco a la sombra donde acodarte, tomando un buen vino, esperando volver a ver a Encarnita.

Con la venia, D. Eduardo. Hasta siempre.