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La AP-68 es la conexión natural entre el Cantábrico y el Mediterráneo, el eje habitual de comunicación este-oeste de España y la vía de conexión de varios de los principales centros logísticos de la zona norte del país. Sobre su asfalto, cada día ... circulan millones de euros en todo tipo de productos: alta tecnología, tabaco, consumibles, materiales de construcción, de oficina, muebles... Cualquier bien que imaginen y que hayan adquirido a través de Internet o una empresa física, empezando por su propio vehículo o el ordenador, tablet o móvil en el que ahora leen estas líneas, habrá pasado en un momento u otro de su vida por la AP-68. Y los ladrones lo saben.
Pero no solo recorren esa vía camiones, también es la ruta escogida por miles de conductores que tienen que completar cualquier recorrido entre Bilbao y Barcelona y que prefieren esquivar la Nacional 232. Y la de no pocos turistas extranjeros que quieren llegar a Galicia o a Cataluña. Y los ladrones también lo saben.
Así, la AP-68, al igual que otras vías de alta capacidad del país, se convierten periódicamente en la 'oficina' de grupos organizados que se dedican a desvalijar a conductores incautos, confiados, despistados o, simplemente sorprendidos ante el aviso de que circulan con una rueda pinchada. No es una realidad diaria, pero sí periódica. En el 2016 fueron detenidos dos hombres responsables, al menos, de seis asaltos en el tramo riojano de la autopista. Son ladrones especializados, que actúan en grupo, que se desplazan por todo el país, habitualmente de nacionalidad extranjera; buscan golpes rápidos, rentables y, preferiblemente, contra ciudadanos foráneos que tienen más dificultades a la hora de ponerse en contacto con las Fuerzas y Cuerpos de Seguridad del Estado.
La Guardia Civil acaba de detener en Barcelona a uno de ellos. Vecino de la ciudad Condal, natural de Argelia y de 49 años de edad, siguió desde Bilbao hasta una estación de servicio de La Rioja a un ciudadano británico, le pinchó la rueda del coche, le ayudó después a cambiarla y, mientras tanto, aprovechó para 'limpiarle' el coche: se llevó 1.000 euros en efectivo, un iPad, dos teléfonos móviles, unas gafas de sol, dos pasaportes, billetes de vuelo y unas llaves.
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Esa es una de las tres modalidades de robo más habituales, la de los 'pincharruedas'. El 'modus operandi' admite alguna variante. La más habitual, la que siguió el ahora detenido, es la de seleccionar a su víctima (preferiblemente viajeros en solitario), por ejemplo, en el puerto al que llega a bordo de su vehículo y punto de partida de su recorrido por España. Sabiendo que en algún momento tendrá que repostar o parar a descansar, le sigue durante los kilómetros necesarios hasta que abandona la autopista. En ese momento, aprovechando algún despiste de la víctima, pincha una de las ruedas de su turismo y desaparece.
El afectado, tras repostar o descansar, retoma el viaje y, unos kilómetros más adelante, nota el pinchazo. Cuando se detiene para sustituir la rueda, el ladrón para su vehículo delante del de la víctima y le ofrece su ayuda. Durante las maniobras de cambio de neumático, y aprovechando los despistes del afectado, se hace con todos los bienes de valor que estén a la vista.
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La otra versión es aquella en la que los ladrones eligen a las víctimas en la misma carretera. Eligen un vehículo en el que solo viaja el conductor y le hacen insistentemente señales advirtiéndole de que tiene una rueda pinchada hasta que consiguen que se detenga justo detrás de él. El ladrón baja del vehículo (en ocasiones el resto de ladrones están escondidos en los asientos traseros) y se dirige hacia la víctima indicándole que tiene una rueda pinchada.
Cuando este sale del coche y se dirige junto al ladrón a ver el estado de la rueda, otro de los delincuentes sale del primer coche, abre las puertas del de la víctima y se hace con todo aquello de valor que esté a la vista. Tras comprobar que la rueda no está pinchada, el supuesto buen samaritano (el ladrón) pide disculpas a la víctima, regresa a su vehículo y desaparece.
Suelen ser robos sin violencia y al despiste, algo que no siempre sucede cuando la víctima es un camión. Además, en estas ocasiones, las modalidades de robo son, si no infinitas, si numerosas.
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La más espectacular (y peligrosa para los propios delincuentes) es la de los 'surferos'. En esta modalidad son tres los vehículos que intervienen. En uno de ellos, modificado y dotado habitualmente con techo solar, viaja el conductor junto al surfero y se sitúan detrás del camión que pretenden asaltar. En un momento dado, otro coche se sitúa delante de la víctima y reduce su velocidad, lo que obliga al camionero a circular más despacio. En ese momento, el surfero se desliza por el capó del turismo que está detrás del camión y, en marcha, rompe la cerradura del remolque, accede a su interior y arroja al arcén su carga. Un tercer coche del grupo criminal es el que va recogiendo los productos robados, que habitualmente es material muy específico (herramientas, elementos de riego de grandes superficies, fitosanitarios o material tecnológico e informático). En octubre del 2016, los Mossos d'Esquadra desactivaban una banda criminal que actuaba entre Zaragoza y Lleida y almacenaban su botín en La Rioja.
Santiago Gutiérrez, de Atradis, apunta que los robos «son más frecuentes en las proximidades de los grandes núcleos de población como Madrid, Valencia o Barcelona, en donde tienes que aparcar en la calle hasta descargar. Los ladrones necesitan cierta infraestructura para llevarse la carga y lo que hacen es, con una navaja, hacer una media luna y mirar la carga. Si les interesa, se lo llevan». Hace unas semanas, la Plataforma de Afectados por el desvío de los camiones a la AP-68 denunciaba el aumento de robos a camioneros en la vía y citaba el caso de uno de los profesionales del sector, Carmelo San Emeterio. «En las áreas de descanso no nos encontramos seguros, a mi aún no me han robado pero a compañeros míos sí y encima no puedes hacer nada porque si te defiendes igual te pegan una paliza, se están aprovechando de la situación, han nacido bandas que se dedican a robarnos a partir del nacimiento de la medida».
Gutiérrez también apunta que esos robos han aumentado «en el extranjero» y que, además de la mercancía, también les sustraen los neumáticos. A todo ello suma los problemas en la zona del Eurotunel que conecta Francia con Gran Bretaña. «La gente se mete dentro de los camiones. Suben al techo, rompen la lona y se meten en el remolque para pasar a Inglaterra. El daño que nos hacen y el lío en el que nos podemos meter es importante», completa.
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Para evitar este tipo de robos, la Guardia Civil aconseja a los conductores «que cuando abandonen un área de servicio comprueben que los neumáticos están en perfecto estado y, desconfíen de personas que ofrecen ayuda desinteresada en este tipo de vías sin haberla solicitado». De igual manera, recomiendan no detenerse si mientras se circula se reciben «indicaciones de un desconocido informando de que su coche tiene problemas». En esos casos, piden que se intente «tomar nota de la matrícula, color y modelo del vehículo sospechoso y avisar a las Fuerzas y Cuerpos de Seguridad del Estado».
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