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Es tiempo de cosecha en el sector olivarero de La Rioja. La campaña que arrancó la semana pasada en la almazara experimental de la Finca La Grajera se extiende ahora en los trujales comerciales en un proceso que presenta novedades. Y algunas de calado que ... remiten al entorno internacional y las amenazas que tampoco resultan ajenas al aceite riojano. «En lo que respecta al 'brexit', desconocemos cómo afectará a nuestras exportaciones al Reino Unido ya que aún no está claro cuáles serán las condiciones», reflexiona el presidente del Consejo Regulador de la DOP Aceite de La Rioja, Miguel Martínez de Quel. Más inquietud genera el aumento de los aranceles de EEUU impulsado por la administración de Donald Trump. «Se complican así las ventas a un destino muy atractivo para nuestros intereses», destaca en relación a un mercado que absorbe el 19,8% del total de la producción riojana por un valor que el pasado ejercicio rondó los 152.000 euros.
A la espera del desenlace de las incertidumbres que acechan fuera, los olivicultores riojanos miran también hacia dentro. La vista está puesta en el terruño y el resultado de una cosecha cuya previsión es igualar al menos las cifras del año pasado, cuando se molturaron cuatro millones de kilos de aceituna con sello propio. El augurio, no obstante, tampoco descarta rebajar en pequeña medida aquellos niveles en vista de cómo se ha desarrollando el año climático. «No ha sido el más idóneo para el desarrollo del olivo», reconoce Martínez de Quel. «Los primeros meses estuvieron marcados por la sequía y la ausencia de lluvias tanto en invierno como en primavera, provocando el estrés hídrico de la planta que no ha llegado en las mejores condiciones a la floración y al cuajado», abunda para añadir el hecho de que la cosecha sea desigual en función de las zonas de La Rioja donde se ubican la mayoría de plantaciones. «Las condiciones meteorológicas no han afectado por igual a los olivares de secano que de regadío, encarando el momento de la recolección con la carga de aceituna habitual», agrega en una visión más panorámica de cómo se enfrentan estos días clave.
El escenario se completa con otra nota alentadora: la ausencia de problemas de plagas y enfermedades para el olivo. «Ello ha permitido que el fruto llegue al inicio de la cosecha en un muy buen estado sanitario -comenta el responsable del Consejo Regulador-, lo cual hace augurar una excelente calidad en los aceites si no acontecen incidentes durante la recolección».
Con 1.700 hectáreas inscritas en el Consejo Regulador, el aceite de La Rioja agrupa a 800 olivicultores y catorce empresas que generan anualmente una producción en torno a 500.000 litros de aceite. Un volumen repartido por el conjunto del territorio y que se comercializa bajo hasta 70 marcas, todas las cuales gozan de un amplio reconocimiento nacional e internacional gracias a notas aromáticas muy peculiares y ligeramente amargo. Con una tradición que acumula siglos de historia, el aceite riojano se cultiva de acuerdo a labores culturales clásicas y el fruto es recolectado con las técnicas más avanzadas.
En ese empeño por alcanzar los máximos niveles de calidad, el Consejo Regulador no sólo supervisa que los criterios exigidos se cumplan sino mejorar los procedimientos de elaboración. En esa línea se inscriben iniciativas como el curso de maestro de almazara impartido el pasado 25 de octubre por la oleoconsultora Beatriz Maeso, en el que participaron una treintena de profesionales riojanos del sector.
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