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Ana Carmen Sáinz y Rebeca Grajea, separadas por Diego Ubis. :: j.m.
Sus acaloradas señorías

Sus acaloradas señorías

Ana Carmen Sáinz (Podemos) y Rebeca Grajea (Cs) protagonizan una intensa discusión personal en el Parlamento | La diputada de Ciudadanos ha informado por escrito a la presidenta de la Cámara del incidente verbal con su colega en los despachos de los grupos parlamentarios

Luis J. Ruiz

Logroño

Jueves, 31 de mayo 2018, 00:27

Dicen quienes comparten con ellas despachos e instalaciones en el Parlamento de La Rioja que la relación entre las diputadas Ana Carmen Sáinz (Podemos) y Rebeca Grajea (Ciudadanos) nunca fue especialmente fluida. Quizá más próxima a la que se establece en un ascensor que a la de dos compañeras de trabajo. Una cuestión de tolerancia mutua con las mínimas interacciones posibles.

Quizá ese fue el caldo de cultivo. O quizá no. Quizá es que el día se les torció a las dos diputadas y la cosa acabó como acabó. El caso es que la tranquilidad habitual del Parlamento de La Rioja se rompió en el espacio en el que están los despachos de los grupos parlamentarios.

Tanto Ana Carmen Sáinz como Rebeca Grajea (la primera en persona, la segunda a través de la responsable de prensa del partido) excusaron hacer declaraciones sobre lo sucedido. Germán Cantabrana, por su parte, después de intentar reducir el enfrentamiento a la categoría de anécdota, se limitó a apuntar que fue una discusión por un motivo «estrictamente personal e íntimo» y «ajeno a la actividad del grupo parlamentario». En la misma línea, desde Ciudadanos apuntaron que se trató de un «desencuentro puntual» que no afectará a la actividad parlamentaria de Grajea.

En todo caso, la diputada de Ciudadanos trasladó a la presidenta del Parlamento, Ana Lourdes González, un escrito en el que le informaba de lo sucedido «para que quede constancia», completaba la responsable de prensa de la formación naranja.

Esas versiones oficiales contrastan con lo que se vivió en las instalaciones parlamentarias. «No sabría decir qué gritaban, pero los chillos se escuchaban en todo el Parlamento», aseguraba uno de los trabajadores del hemiciclo.

Otras fuentes añaden que en las instalaciones de los grupos parlamentarios, como en los pisos de nueva construcción, las paredes son de papel. Y en ese escenario un comentario más o menos desafortunado de la diputada de Ciudadanos llegó a oídos de su colega de Podemos... que salió a pedirle cuentas. El tono fue subiendo, las frases ganaron en rudeza, y pasó lo que pasó (envío de ciertas partes corporales a desagradables destinos anatómicos incluidos). Eso sí, no llegaron a las manos. Hubo quien medió e intentó poner paz. Hoy se volverán a ver las caras en la sesión del Parlamento.

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