Abril: De la más cara y las mascarillas

Destapamos nuestras caras en un gesto preñado de simbolismo. El virus seguía y sigue ahí. Como en alegórico se quedó el enésimo capítulo protagonizado por la consejera Raquel Romero en abril. Se desprendía de la mascarilla, pero también se le caía la máscara a la más cara. En marzo, su propio partido, el que después de una carambola le llevó de la mano de Andreu a formar parte de su gabinete, la expulsó por la puerta de atrás por el impago de las cuotas exigidas por el código ético de Podemos. Un asunto demasiado feo para una consejera que comenzaba a amasar una pequeña fortuna en pago por su voto. En abril, IU, con el apoyo del PP, consiguió expulsar a la exmorada del Grupo Mixto en el Parlamento. Romero pasó a ser diputada no adscrita. El culebrón parecía llegar a su fin y como en el libro profético del Apocalipsis 1:3 «el tiempo de su cumplimiento estaba cerca». Se empezaba a oír el repiqueteo de las campanas tocando a muerto para la deIgualdad. No fue así. La consejera sobrevivió y a día de hoy sigue siendo el bote salvavidas más caro de la historia del Ejecutivo de Andreu. La historia, como ya saben, continúa.

En las antípodas ideológicas, otra mujer ganaba enteros. Era Cuca Gamarra, la exalcaldesa de Logroño. Alberto Núñez Feijóo, recién llegado a Génova desde Galicia, tras el turbio asunto que enfrentó a Pablo Casado con Isabel Díaz Ayuso y que dejó el partido hecho unos zorros, depositaba su confianza en ella y, en plena ola por el efecto Feijóo, la nombraba secretaria general de los populares. Fue su urbi et orbi.