Lián Soto, de 22 años, y Fátima Tobía, de 21. Justo Rodríguez
Adoptadas

«Me abandonaron con dos meses de vida»

La Policía rescató a Fátima sola en una casa de El Salvador; Lián fue entregada a pocos días de nacer en una comisaría china: dos familias riojanas les dieron una segunda vida

Sara Zarzoso

Logroño

Domingo, 20 de agosto 2023, 19:36

«Cuando apenas tenía dos meses de vida me encontraron, sola y sin ningún tipo de pertenencia en una casa abandonada de El Salvador, mi país natal», comienza su relato Fátima Tobía –antes Constanza– de 21 años. En su historia no hay fotografías. Ninguna anécdota ... ni recuerdo de esos primeros meses. Incluso la partida de nacimiento que debería haberle confirmado su fecha de cumpleaños se presenta ante ella como un lienzo en blanco. Una página no escrita de su primer año. Lo único que conserva es un informe que denuncia las condiciones en las que fue encontrada por la Policía, alertada por una persona anónima que afirmó haber escuchado llantos dentro del inmueble.

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Tras ser rescatada, fue trasladada a un orfanato. Allí –durante once meses y a falta de un nombre oficial– fue bautizada como Constanza. Al menos así lo decidieron en principio las monjas del centro, en el que sería posteriormente adoptada. «Mis padres ya tenían dos hijos. El mayor es biológico. El pequeño también fue adoptado en El Salvador cuando tenía cinco años. Sin embargo, como entonces querían ampliar la familia con una niña, decidieron volver a intentarlo mediante esta vía. Y así es como dieron conmigo», explica visiblemente agradecida.

Segundas oportunidades

El proceso de adopción es largo. En el caso de su hermano, la espera duró más de cuatro años. En el suyo, el principio fue lo más complicado. «Cuando mis padres volaron desde La Rioja hasta el orfanato, el mismo en el que habían adoptado años antes a mi hermano, las monjas les explicaron que yo estaba enferma, que tenía parásitos intestinales y que no me podían dar», rememora. «Mi padre, médico de profesión, empleó todos los recursos que tenía a su disposición para mejorar rápidamente mi estado de salud y, así, poderme adoptar».

Para Fátima, su adopción fue lo más parecido a una segunda oportunidad. Tal y como asegura, «frecuentemente me imagino cómo habría sido mi vida, sobre todo en el día a día, para recordarme la suerte que tengo de estar hoy aquí con mi familia. De hecho, creo que mi historia hubiese sido completamente diferente si no me hubieran adoptado», reflexiona con intriga.

«Frecuentemente me imagino cómo habría sido mi vida, sobre todo en el día a día, para recordarme la suerte que tengo de estar aquí con mi familia»

Fátima Tobía

Adoptada en 2003

«A veces me pregunto por qué me dejaron en una comisaría de policía. ¿Me abandonaron porque no me podían mantener?»

Lián Soto

Adoptada en 2002

Con los años, sus padres decidieron volver a embarcarse en la aventura, esta vez adoptando a una niña china: la pequeña de la familia. «A ella, como a mí, la encontraron sola en una estación, no recuerdo si de tren o de autobús, ya que entonces era muy habitual abandonar a las chicas, por eso de la política de hijo único. Entonces mi hermana no tenía más que un par de días de vida», puntualiza.

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Cuestión de suerte

Situación similar es la que vivió Lián Soto –antes En Li Lián– de 22 años y también de China. «Cuando nací, alguien me llevó a una comisaría de policía. Desde ahí fui trasladada a un orfanato de Lian Zhou, en la provincia de Guangdong, donde pasé mis primeros quince meses de vida», comienza su historia. Como muchos otros niños asiáticos sin identificar, se ganó el apellido de su ciudad natal: Lián. Designación que sus padres decidieron mantener como nombre para preservar su origen e identidad.

«Aunque nunca he tenido mucha curiosidad por saber quiénes son mis padres biológicos, a veces me pregunto por qué me dejaron en una comisaría. ¿Me abandonaron porque no me podían mantener? ¿Porque fui un error o porque hubo un embarazo no deseado? ¿Habría sido feliz? ¿O estaría caminando ahora triste por las calles de China? Hay veces que te comes la cabeza con ese tipo de preguntas, pero entonces me digo: ¡Lián, basta! Al final tú tienes que estar agradecida de la familia que tienes ahora. Ya sea por una razón u otra, has tenido muchísima suerte. Te dejaron en buenas manos», cavila más para sí misma.

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Una vida nueva

Según datos disponibles, en el 2007, 136 familias riojanas se ofrecieron a adoptar (60 optaron por la adopción nacional y 76 por la internacional). Desde entonces, esta cifra no ha hecho más que bajar. En 2017, concretamente, solo se adoptaron a ocho personas, tres más que el año anterior, cuando únicamente cinco menores pasaron a formar parte de una nueva familia en la comunidad. En este sentido, tanto Lián como Fátima –adoptadas con un año de diferencia– forman parte de ese 'boom' de adopciones que tuvo lugar a principios de siglo en España.

«Cuando vinieron a buscarme a China, mi padre llevaba consigo una fotografía. Esa fue la primera vez que me vieron. Aún guardamos una pequeña caja con esos recuerdos y con mi ropita», explica Lián emocionada. Al igual que en la vida de Fátima, el «apoyo e incondicional amor» de su familia ha tejido en ambas una infancia feliz y llena de alegría. Sin embargo, en sus corazones aún arde una chispa de curiosidad, un anhelo por conectar con sus raíces, con la cultura y tradiciones de sus respectivos países.

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