![Retiran de una casa de Santo Domingo 30.000 abejas de una colmena oculta](https://s1.ppllstatics.com/larioja/www/multimedia/201910/05/media/cortadas/48926561--624x468.jpg)
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Juan José Marcos y su familia han tenido unas 30.000 inquilinas en su casa de Santo Domingo de la Calzada, en una entrecubierta no habitada. O eso creían. En realidad estaba llena de abejas, sí, esas grandes polinizadoras, jerarquizadas como pocos seres vivos, ... que andan siempre faenando y a lo suyo, pero que son capaces de dar su vida si alguien pone en riesgo la colmena en la que fabrican la que es rica miel para los humanos, como la que ocultaba una de las paredes del edificio. Un apicultor de Santurde de Rioja, requerido para ello, retiró el pasado jueves la colonia de insectos.
La historia se remonta a cuatro meses atrás, mayo, cuando el vecino de un edificio próximo le alertó, con cierta preocupación, que observaba numerosas abejas en la parte superior de su casa, un inmueble de varias plantas en la calle Mayor. Juan José llamó a la Policía Local, pero, cuando los agentes se personaron en la vivienda no observaron nada que consideraran excesivo como para requerir la actuación de los bomberos. En aquella misma época se había tenido conocimiento de la existencia de algunos enjambres en la localidad -estos sí fueron retirados por los bomberos al encontrarse en la vía pública-, y por la naturaleza pasajera de estos pensaron que como habían venido se irían.
Pero no fue así. Las abejas seguían arriba, en algún sitio escondidas, porque se las veía sobrevolar la cubierta, aunque aún no se sabía dónde tenían el 'cuartel general'. Por otra parte tampoco le daban demasiada importancia porque, salvo alguna que de vez en cuando se introducía en la parte habitada del inmueble, no daban problemas.
Con el paso del tiempo, no obstante, su presencia parecía crecer. «Al dormir escuchábamos en la cámara de aire el zumbido de las abejas, pero mucho, cada vez más. Entonces llamamos a un apicultor de Santurde de Rioja que nos había recomendado un amigo, rompió la pared y vio la colmena. Era grande, pero dijo que ha visto muchas mayores. Unas 30.000 abejas calculó que podía haber». El apicultor aguardó algunos días a que la reina se metiera en la caja en la que había metido varios panales como señuelo, ya que una vez que entra ella las demás le siguen; el resto de la miel la guardan en el frigorífico familiar, como un dulce recuerdo que chuperretean de vez en cuando.
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