laura merino / V. S.
Jueves, 18 de agosto 2022, 19:57
Viajar es disfrutar, conocer nuevos lugares y culturas, y la mejor forma de perderse y encontrarse, pero siempre se puede ir más allá. Dos logroñeses, Héctor Alonso y Diego Azofra, y un madrileño, Álvaro Nieto, han decidido juntar la experiencia de recorrer el mundo con ... el aspecto benéfico y humanitario. Por eso, el pasado 22 de julio emprendieron desde Pamplona una nueva aventura que denominaron como: 'Rally Benéfico Mongolia'.
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Su principal objetivo era llegar a Ulán Bator, capital de Mongolia, con el fin de recaudar fondos para la organización Asral Mongolia, una ONG del país que busca erradicar la pobreza, prevenir la desintegración de la familia y apoyar a los niños vulnerables. Por ello, con la intención de recorrer 25.000 kilómetros por tierra para visitar y donar dinero a la asociación, compraron a la que sería su compañera durante todo el viaje, una Peugeot Partner, a la que bautizaron como 'Mongoleta'.
La elección de este vehículo no fue al azar sino que al tener un tiempo limitado y unos plazos que cumplir lo que buscaban era un vehículo fiable y donde poder dormir. «Héctor y Álvaro saben de mecánica, por lo que el motor les daba confianza y el resto de partes eran lo suficientemente simples como para arreglarlas en caso de algún problema», asegura Diego. Ante la disponibilidad de fechas de cada uno y que la furgoneta está limitada a dos personas, Héctor es el único que iba a poder realizar el recorrido completo.
La idea de esta aventura surgió hace tiempo, pero no fue hasta el pasado mes de enero cuando por fin pudieron ponerla en marcha. Fueron muchos meses de organización, ya que, como Diego explica, «al ser un viaje por libre, hay que costear todo, mirar y encontrar el vehículo, conseguir los visados, elegir la ONG y buscar a los colaboradores».
Héctor detalla cuál fue el proceso para conseguir colaboradores: «A través de un amigo que trabaja en Roller Bike conseguimos que veinte empresas se involucraran y superar los 3.000 euros. A cambio, hemos puesto pegatinas con su logotipo por la 'Mongoleta'. Y una empresa de Vitoria, ISATI, hizo la mayor donación, comprando 50 lámparas led con panel solar y batería. Los particulares también han donado a través de la página web de la organización».
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Hasta el último momento estuvieron con los preparativos ya que, «semanas antes, Rusia levantó restricciones y los visados estuvieron disponibles un día antes de empezar», aclara Héctor.
Italia, Grecia, Turquía, Georgia, Rusia y Kazajistán son los países que han recorrido hasta llegar a su destino. El primer tramo lo hicieron Héctor y Diego en furgoneta: al llegar a Barcelona cogieron dos ferris para alcanzar Grecia y continuaron conduciendo hasta donde sería Álvaro el que continuara el viaje con Héctor.
No está siendo un viaje fácil por los diversos contratiempos, como las averías del vehículo o las fronteras. «A nivel mecánico no esperábamos muchos problemas. Sin embargo, llegó un punto en el que no sabíamos si la furgoneta iba a andar», expone Diego.
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Héctor Alonso 1 Ingeniero de proyectos UL Solutions
No siempre sale todo como uno espera y, a pesar de tener una ruta determinada, en el último momento la tuvieron que cambiar. «No pudimos entrar en Uzbekistán. La frontera estaba cerrada por las revueltas, así que decidimos atravesar todo Kazajistán, saltándonos Uzbekistán, Kirguistán y Tayikistán», apunta Héctor.
Por suerte, consiguieron superar todos los obstáculos que se interpusieron en su camino y lograron llegar a su destino.
Ya en Ulán Bator, se alojaron durante tres días en la propia ONG donde les dieron de comer y pudieron ver en primera persona la labor que hacen, disfrutar de la compañía de los niños, enseñarles inglés y español y visitar el taller de costura que permite a las madres solteras tener un sueldo digno.
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Diego Azofra | Ingeniero en energía solar
«La elegimos porque nos gusta a lo que se dedican y no solo cubren las necesidades inmediatas, sino también piensan en el largo plazo», destaca Héctor. «Nuestra prioridad era estar con los niños y lo que queremos es dar visibilidad a esta asociación», añade Álvaro.
Además, ambos cuentan que durante su estancia pudieron llevar a cabo una «colecta rápida» que superó en un día los 600 euros para comprar parte de los uniformes de 49 niños y niñas. «La gente se volcó muchísimo», expresan contentos. Y añaden que «con cada tres mil o cinco mil euros que consigue la asociación, pueden abrir una nueva línea del proyecto y llegar así a más niños».
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De nuevo en la carretera y con un largo viaje de regreso por delante, ambos aseguran que la convivencia no ha supuesto ningún problema y destacan de esta experiencia «la calidad humana» y el «gran impacto» que ha tenido la ONG en sus vidas. Se van con el corazón lleno al ver que tantos meses de trabajo tienen su recompensa y ha merecido la pena.
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