Adolfo en su casa de Villarroya y en una imagen promocional de 1977. :: foto roberto

El franciscano de la 'yenka'

Un tema de sacerdote y cantautor Adolfo de Villarroya y 'Los Cuatro de Asís' se convirtió en un fenómeno viral a finales de los 60

Marcelino Izquierdo

Sábado, 15 de abril 2017, 20:27

Es cantautor, pero sin ningún ánimo comercial: «Quien me escucha ya me paga», afirma Adolfo de Villarroya, franciscano, poeta, músico y defensor desde hace décadas de que los sacerdotes puedan contraer matrimonio. Fue bautizado en 1941 como Adolfo Pérez Jiménez, pero cuando a los 25 ... años tomó el hábito franciscano cambió su nombre por el de Adolfo de Villarroya, su localidad natal. Estudió en el Seminario de Logroño, en Vico (Arnedo), en Roma, en Madrid... hasta que el destino lo llevó a Palma de Mallorca.

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Fue en la capital balear donde Villarroya tuvo su primer contacto serio con la música, a través del grupo 'Los Cuatro de Asís', un conjunto de frailes influido por el pop y la 'Nova Cançó', aventura en la que le acompañaron Joaquín Tébar, Francisco Escanelles y Antonio Mullet. Su 'Yenka de San Francisco' se convirtió en un fenómeno viral a finales de los 60. Sin embargo, los deberes misioneros y pastorales de aquellos jóvenes devotos del 'poverello' de Asís desmembraron el grupo y fue entonces cuando Adolfo de Villarroya se convirtió en cantautor, y todavía sigue a sus casi 76 años con la guitarra a cuestas.

«Compaginando mis obligaciones pastorales, he seguido cantando y componiendo de forma intermitente -recuerda-, incluso llegué a tocar con el ahora famoso abogado Marcos García Montes, que hacía sus pinitos en la música». La Rioja, Baleares, Madrid o Barcelona han visto actuar a Villarroya, que en este tiempo ha producido y grabado más de 200 canciones.

Lleva también décadas este cura riojano luchando porque la Iglesia católica reconozca la figura del sacerdote casado, «como ya ocurría en los primeros siglos del cristianismo». Porque, argumenta el padre Adolfo, «Dios hizo al hombre a su imagen y semejanza y los hizo varón y hembra; por tanto, ninguno de los dos por separado, y menos en enemistad, darán la imagen de Dios».

Su casa de Villarroya, donde practica una vida cuasi eremítica, está presidida por la leyenda 'CASAFRANC', que así explica: «CA, por la casada casa quiere; SA, por sacerdotal y FRANC, por la franquicia que hay que pagar».

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