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Sanz, emocionado, recibe los aplausos de sus compañeros.
Pedro por su casa

Pedro por su casa

Jorge Alacid

Domingo, 2 de abril 2017, 13:35

Cabeceaba Pedro Sanz mientras veía deambular ayer por Riojafórum a sus camaradas; sobre todo, aquellos quienes (se supone) le habían jurado obediencia debida. Los que habían construido su carrera gracias a su dedo divino y ahora le esquivan. Los que ya no se acuerdan de ... quién es. Los que empezaron a cortocircuitar sus conexiones con él, y con lo que Sanz representa, en junio del 2015: quienes, una vez que dejó de ejercer como todopoderoso jefe del Gobierno y del PP, empezaron a desfilar hacia el lado que ocupaba el nuevo inquilino del Palacete. Y cabeceaba Sanz luego, mientras votaban sus hasta ayer leales, porque algo le decía que esa sensación rara que le dominaba desde buena mañana, una mezcla de tristeza y melancolía, encerraba el presagio del triste destino que aguardaba a su heredera. Cuca Gamarra perdió, en efecto. Pero el auténtico derrotado de ayer fue su mentor.

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